La Torre Nakagin, diseñada por Kisho Kurokawa 1 y completa en 1972, se suma, 50 años más tarde, a la lista de edificios emblemáticos desaparecidos tras su demolición; como La Pagoda 2, la Casa Trinxet, el Gran Café de París o el Palacio de Ripalda 3. Aunque algunas de sus cápsulas aún podremos encontrarlas en algún que otro museo.
Esta joya arquitectónica, que por su volumetría podría recordarnos a un juego de montaje para niños en que las piezas se convierten en celdas habitables, es uno de los máximos exponentes del diseño metabólico, nacido en Japón tras la Segunda Guerra Mundial.
Dibujo de la Torre Nakagin. Fuente: Blog Moleskine Arquitectónico
Consistente en estructuras fijas que actúan como columna vertebral a la que se anexan elementos prefabricados fácilmente sustituibles, este movimiento, alude a una crisis en la que la reconstrucción de las ciudades se afronta desde el futurismo y una nueva visión del habitante. Este caso concreto tiene como destinatario a empresarios modernos e itinerantes que realizan su parada en Tokio.
En el documental La Torre Cápsula de Nakagin 4 de la colección arquia/documental de 2010, ya se discute sobre la posibilidad de su demolición, destacando que la parte más interesante de la obra era la capacidad de independencia de sus partes, que se vendían de forma individual. A su vez, cuestiona ¿Es la demolición una tragedia o un fenómeno natural de la arquitectura moderna?
«Pero es verdad que había que amar mucho esta historia para vivir allí. A mí me da pena que tiren la torre, pero entiendo que no nació para ser imperecedera. Lo importante es que la idea que transmite es muy actual: la prefabricación, la vivienda mínima, la capacidad de la arquitectura de adaptarse a los cambios…» Clara Alfonso. 5
Tal vez la torre, aunque perecedera físicamente, quede como un cuento: la narración de posguerra que puso de relieve un nuevo concepto de arquitectura; el que pretendía asemejar la arquitectura con un ser vivo, cuyas células se van transformando y sustituyendo, y que, de igual modo, por su naturaleza, está destinado a morir.
Marina Sánchez Guzmán, redactora Fundación Arquia.
Graduada por la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Málaga y arquitecta por la Escuela de la Universidad Politécnica de Valencia. Ganadora de la beca Arquia en gestión cultural en la Fundación Arquia, gestiona y desarrolla el programa cultural arquia/filmoteca y es redactora de contenidos para el Blog de la Fundación Arquia desde enero de 2022.