Hoy, 9 de marzo de 2022, conmemoramos el 120 aniversario del nacimiento del ingeniero y arquitecto mexicano Luis Barragán, poniendo de relieve la importancia de quiénes somos y su influencia en la obra que creamos.
Composición a partir de imágenes del fotógrafo Armando Salas Portugal (Casa Estudio, Luis Barragán)
No debemos buscar más allá, sino atender a las palabras que el propio Luis pronunciaría en 1980 al recibir el Premio Pritzker de Arquitectura.
«Mi obra es autobiográfica, como tan certeramente señaló Emilio Ambas en el texto del libro que publicó sobre mi arquitectura en el Museo de Arte Moderno de Nueva York. En mi trabajo subyacen los recuerdos del rancho de mi padre donde pasé años de niñez y adolescencia, y mi obra siempre alienta el intento de trasponer al mundo contemporáneo la magia de esas lejanas añoranzas tan colmadas de nostalgia.
Han sido para mí motivo de permanente inspiración las lecciones que encierra la arquitectura popular de la provincia mexicana: sus paredes blanqueadas con cal; la tranquilidad de sus patios y huertas; el colorido de sus calles y el humilde señorío de sus plazas rodeadas de sombreados portales. Y como existe un profundo vínculo entre esas enseñanzas y las de los pueblos del norte de África y de Marruecos, también éstos han marcado con su sello mis trabajos.
Católico soy, he visitado con reverencia y con frecuencia los monumentales conventos que heredamos de la cultura y religiosidad de nuestros abuelos, los hombres de la colonia y nunca ha dejado de conmoverme el sentimiento de bienestar y paz que se apodera de mi espíritu al recorrer aquellos hoy deshabitados claustros, celdas y solitarios patios. Cómo quisiera que se reconociera en algunas de mis obras la huella de esas experiencias, como traté de hacerlo en la capilla de las monjas capuchinas sacramentarias en Tlalpan, Ciudad de México.
Es coincidencia del pasado, pero elevada a potencia poética, y como para el artista su personal pasado es la fuente de donde mana sus posibilidades creadoras, la nostalgia es el camino para que ese pasado rinda los frutos de que está preñando. El arquitecto no debe, pues, desoír el mandato de las revelaciones nostálgicas, porque sólo con ellas es verdaderamente capaz de llenar con belleza el vació que le queda a toda obra arquitectónica una vez que ha atendido las exigencias utilitarias del programa. De lo contrario la arquitectura no puede aspirar a seguir contando entre las bellas artes.» Barragán, L.1
El arquitecto de la luz y el color (que caracteriza México) y de los jardines tranquilos (que caracterizan al rancho) es fiel a su pasado desde que proyecta su Casa Estudio 2, construida en 1948 hasta que diseña en 1976 la Casa Giraldi 3, una vez estaba oficialmente retirado.
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Marina Sánchez Guzmán, redactora Fundación Arquia.
Graduada por la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Málaga y arquitecta por la Escuela de la Universidad Politécnica de Valencia. Ganadora de la beca Arquia en gestión cultural en la Fundación Arquia, gestiona y desarrolla el programa cultural arquia/filmoteca y es redactora de contenidos para el Blog de la Fundación Arquia desde enero de 2022.