La verdad os hará libres
Un letrero que rezaba Arbeit macht frei (El trabajo os hace libres) coronaba el acceso para dar la bienvenida a los prisioneros que llegaban a Auschwitz (también a Dachau y otros campos de concentración de la Alemania nazi).
Con ello, los seguidores del régimen pretendían mandar a sus víctimas el mensaje de que sólo mediante el trabajo duro sería posible recuperar la libertad de la que se les había privado de manera injusta.
La realidad de una de las páginas más negras de nuestra Historia es que, lamentablemente, muchos de ellos nunca más volvieron a ser libres.
De la misma forma, salvando la frivolidad de la comparación, la sociedad actual y los arquitectos en particular tendemos a convertirnos en esclavos del trabajo al pensar que el trabajo nos hará libres. Nos inocularon durante años de carrera que por mucho que trabajes siempre hay algo más de trabajo por hacer; nos torturaron –entiéndase el sentido metafórico- con largas noches sin dormir previas a la entrega, y todo ello dio como resultado que una vez nos enfrentamos al mundo laboral seguimos pensando que el trabajo nunca está totalmente terminado, y que algún día seremos libres gracias a que hoy normalizamos jornadas de 12 horas sin fines de semana ni festivos y noches sin dormir para terminar un proyecto que, en la inmensa mayoría de los casos, se puede terminar exactamente igual al día siguiente sin que se acabe el mundo. La realidad -al igual que ocurría en los campos de concentración- es que lejos de hacernos libres, el único efecto que tiene sobre nosotros el trabajo compulsivo es volvernos más esclavos del trabajo.
En nuestra profesión, como en general en la vida, no es el trabajo lo que nos hace sentir realmente libres, sino la verdad. Así lo recoge el libro más vendido de la Historia parafraseando al que probablemente sea el mayor divulgador que ha pisado este planeta:
“… La verdad os hará libres” (Juan 8: 31,32).
Si trabajamos desde la verdad, nuestra arquitectura respirará verdad. Si somos honestos con los clientes, sin duda estarán más satisfechos con nuestro trabajo que si somos unos meros –aunque infatigables- autómatas. Pero, muy por encima de todo lo anterior, si somos honestos con nosotros mismos, podremos desarrollar nuestra profesión creyendo en lo que hacemos. Podremos tener el privilegio de trabajar en algo que nos apasiona de un modo sincero y honesto. Con el proyecto, con el cliente y con uno mismo. Y ésa, sin duda, es la verdadera libertad.
Y qué queréis que os diga. Yo, particularmente, si tengo que decantarme entre creer la palabra de Hitler o la de San Juan, prefiero jugármela apostando por el segundo.
¡Por algo será que está tan extendido el dicho ‘tener más razón que un Santo’!
Brillante reflexión sobre la vida y el trabajo. Muy bien escrito. Enhorabuena