Hacer arquitectura, enseñar arquitectura I

Portada del libro «Enseñar a transgredir» de Bell Hooks

Quiero compartir una serie de inquietudes y preguntas sobre la profesión de la arquitectura, mejor dicho, sobre la enseñanza de esta, que en parte es lo mismo ya que una de las tareas de la enseñanza en las escuelas de arquitectura es prepararnos para la salida profesional.

Solo con este inicio ya se me presentan bastantes dudas, ¿es la enseñanza universitaria, especialmente la pública, una preparación profesionalista, sin más? O ¿es la universidad pública un espacio para el pensamiento crítico y, por lo tanto, generadora de pensamientos y propuestas más allá de lo que se hace en el mercado laboral?

Por otro lado, es posible la educación crítica en una enseñanza mercantilizada ¿Qué papel de presión ejercen las tasas universitarias en la libertad de pensamiento y de elección? ¿Es posible un aprendizaje pausado o un pensamiento crítico si se recibe un castigo económico por no ir al unísono cual rebaño?

¿Es la arquitectura un saber compacto y unívoco, con únicas posturas y soluciones? ¿Es la Arquitectura o la arquitectura, en términos loosianos, lo que debemos enseñar? ¿es una u otra, o ambas?

Nuestro mundo es increíblemente cambiante, tenemos ante nuestros ojos sucesos y cambios nunca experimentados ¿podemos seguir preparando perfiles únicos y estandarizados? ¿hemos cambiado las preguntas a las que respondemos desde la enseñanza, los contenidos y los métodos?

Como referente del pensamiento feminista afroamericano y la pedagogía interseccional, la recientemente fallecida¹, bell hooks nos lleva a través de su libro Enseñar a transgredir. La educación como práctica de la libertad a hacernos preguntas, a plantearnos, a replantearnos nuestra posición como enseñantes ¿Cómo es posible transformar la configuración de las aulas para que la enseñanza sea inclusiva? ¿Son los espacios de enseñanza seguros y libres?

¿Es posible ejercer una futura profesión adecuadamente si en nuestra educación no hemos amado el aprendizaje, sino hemos disfrutado con el proceso, con el devenir? ¿Podemos enseñar sin pasión? ¿podemos enseñar desde el menosprecio y la superioridad?  Y concretamente, ¿es posible pensar espacios urbanos y arquitectónicos para las vidas si no hemos disfrutado, si no amamos nuestros espacios de estudios y los contenidos, si no nos hemos sentido respetados como personas?

Considero que no, no podemos pensar/proyectar para el bienestar de las personas y la justicia espacial, que de eso se trata la arquitectura y el urbanismo, sino hemos disfrutado con su aprendizaje. Evidentemente podemos emprender un trabajo de corrección, de renovación y de re-enamoramiento de la profesión que hemos escogido cuando salimos de la universidad (como cuando se acude a la atención psicológica para mejorar, sanar heridas de la infancia) pero se trataría de que la experiencia en las aulas y espacios de la universidad sean memorables. A pesar de que la presencialidad y el contacto interpersonal se ha visto, como tantas cosas en nuestras vidas, puesto en peligro con las restricciones derivadas de la COVID, considero que no debemos aceptar las soluciones tecnológicas alternativas a la presencialidad y al encuentro en espacios físicos educativos como futuro de la educación, ni de la vida en general. Evidentemente hay alguna ventaja, especialmente para cortos encuentros intercontinentales, pero hay muchas más desventajas, entre ellas la capacidad de aprehender, de retener, y evidentemente, la de interactuar.

Todas las preguntas que surgen no tienen, seguramente, una única respuesta, pero de lo que si estoy convencida que es necesario que reflexionemos. Vuelvo a bell hooks quien toma la vida y obra de Martin Luther King como fuerza e inspiración, y encuentro especialmente adecuada a lo que os quiero plantear la reflexión de King que recuerda la necesidad de disenso, cuestionamiento y cambio “No os conforméis a este mundo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento”. A lo que siguen las palabras de hooks:

Todas las personas que participamos del mundo universitario y de la cultura en su conjunto estamos llamadas a renovar nuestro entendimiento si queremos transformar las instituciones educativas (y la sociedad) para que la manera en que vivimos, enseñamos y trabajamos pueda reflejar nuestro deleite por la diversidad cultural, nuestra pasión por la justicia y nuestro amor por la libertad ²