
Giardini, pabellón central de la Bienal de Venecia 2021 «How will we live together?» Fuente: archivo personal
Vivimos en un mundo interconectado, en un ecosistema de relaciones dependientes de la naturaleza y de sus recursos. La arquitectura, como servicio, ámbito de investigación, producción y acción, tiene la responsabilidad de ofrecer soluciones alternativas a los desafíos que plantea el impacto de la huella humana sobre los ecosistemas. Justamente, este ha sido el tema de la 17º bienal de arquitectura de Venecia, titulada « ¿Cómo viviremos juntos?»
La dialéctica que plantea la bienal probablemente no tenga una sola respuesta, pero podemos intuir y percibir que los caminos se dirigen hacia un mundo común, aquel que esbozan las palabras de Marina Garcés: « (…) Recuperar la idea de mundo común no es una forma de escapismo utópico. Todo lo contrario. Es asumir el compromiso con una realidad que no puede ser el proyecto particular de nadie y en la que, queramos o no, estamos ya siempre implicados»1. Esta relación entre lo común y la convivencia —que no es utopía—, refiere aquellos espacios en los que la arquitectura puede y debe dar soluciones.
En el marco conceptual de la muestra, el curador de la bienal Hashim Sarkis habla de la necesidad de «un nuevo contrato espacial», donde las diferencias y las individualidades puedan conectarse desde lo «digital y lo real». Sarkis habla de tres pilares angulares sobre los que es posible vivir juntos: el primero aborda los «nuevos núcleos familiares» lo que supone nuevas formas de habitar, entendiendo la diversificación y la contextualidad. El segundo pilar trata sobre las comunidades emergentes y la necesidad de «equidad, inclusión e identidad espacial». Y el tercer pilar aborda las «geografías de asociación», comprender el mundo y los territorios más allá de los límites políticos para afrontar las crisis globales.
La muestra en general nos acerca a una realidad que estamos probando y nos muestra el camino que estamos construyendo en todas las escalas, en lo personal, domestico, urbano y territorial. La resiliencia, la interconectividad, la sostenibilidad de los ecosistemas y el uso y aprovechamiento de los recursos naturales son parte integral de la tecnología, el avance de ésta no puede estar disociada de su origen y de los recursos que permiten su desarrollo. Todos los elementos de un sistema tienen un origen común o están relacionados de algún modo. Este funcionamiento biológico se reproduce por analogía en otros ámbitos de nuestro sistema humano, en lo social, económico y político, lo que demuestra la similitud orgánica del funcionamiento de los ecosistemas, de nuestras estructuras sociales y por tanto la necesidad de redefinir un mundo donde todos podamos vivir juntos.