Diagrama del manifiesto hacia una neuroarquitectura. Ana Mombiedro y AdriBonsai.
Gracias a nuestro sistema corporal construimos la realidad que percibimos. Según cambia nuestro cuerpo, cambia nuestra percepción del mundo. La arquitectura llega a nosotros y remueve nuestros recuerdos, nuestras vivencias anteriores. Si quieres conocer qué implicaciones tiene el espacio en nuestro cuerpo, este es tu post.
«Si entras en la Catedral de Amiens al atardecer, mientras un órgano suena y descubres que te da un vuelco el corazón, es porque tu cerebro -no tu corazón- se ha llenado de asombro. Las células de tu cerebro se están regando con una descarga repentina de sangre, elevando tu temperatura, acelerando tu pulso, e inundándote de recuerdos. La luz bañándote a través de las vidrieras estimula el área V4 de tu corteza visual. La música de Bach está vibrando dentro de la cóclea de tu oído interno y envía señales a la corteza auditiva. Los olores a humedad de los siglos pasados se registran inconscientemente en las neuronas olfativas en el puente de tu nariz. Estás experimentando la arquitectura.»1
John Eberhard hizo visible la relación entre la arquitectura y nuestras reacciones corporales. Quince años más tarde cientos de personas estudiamos estas relaciones, y algunas decenas utilizamos esta perspectiva del cuerpo que nos da la neurociencia para proyectar espacios arquitectónicos que dialoguen con el usuario.2
Quizá ya conozcas los mapas fenomenológicos, o los mecanismos de diseño que utiliza Philippe Rahm en su Jade Meteo Park en el que utiliza tres mapas que intersecan y se superponen para crear una diversidad de microclimas y multitud de experiencias sensuales en diferentes áreas del parque que podrían (los usuarios) ocupar dependiendo de la hora del día y del mes del año.3
Tradicionalmente se habla de cinco sentidos, pero es mucho más eficiente apreciar las actividades somatosensoriales en sí mismas como un conjunto de complejas interacciones entre los sistemas sensoriales.4 Para mirar al cuerpo en toda su complejidad necesitamos hacerlo con sencillez, estudiando capa por capa la arquitectura, los estímulos, los órganos, el sistema nervioso y las reacciones corporales.
La arquitectura es una experiencia de nuestra dualidad cuerpo-mente. Es el momento para tomar estas investigaciones y darnos la oportunidad de añadir nuevas variables en el diseño arquitectónico, ¿llegará la neurocienca a las escuelas de arquitectura?