Autora: Teresa García Alcaraz
Parque inundable La Marjal. Vista de los estanques desde la pasarela. Fuente: Ayuntamiento de Alicante
El aumento de fenómenos meteorológicos de gran magnitud, como las fuertes lluvias y las olas de calor que frecuentemente azotan gran parte de las ciudades del mundo, son una clara evidencia de que el cambio climático no es un juego. Recientemente, Schuld, un pequeño pueblo del oeste de Alemania de 700 habitantes, quedó completamente destruido después de las inundaciones del pasado mes de julio; y de la misma manera, la ciudad china de Zhengzhou quedó colapsada a causa de las fuertes lluvias que devastaron calles, estaciones de metro, equipamientos, producciones agrícolas, etc.
Hoy por hoy, el agua debería ser considerada como una prioridad en los proyectos de diseño urbano; no solo porque es un recurso natural imprescindible para la vida humana y urbana, sino porque la infraestructura actual de nuestras ciudades no está diseñada para sostener los niveles de precipitación a los que están (y estarán) sometidas.
Si bien en los últimos años se están buscando estrategias para mitigar los efectos del cambio climático, muchos países ya están implementando un modelo de planificación y diseño urbano en el que el ciclo natural del agua es considerado como parte de la dinámica del espacio urbano. Es lo que se denomina “diseño urbano sensible al agua” (Water-Sensitive Urban and Building Design, WSUD).
Este tipo de diseño ofrece muchas oportunidades para integrar los elementos hídricos en el paisaje, así como mejorar la amenidad ambiental y social de los proyectos. Es decir, consiste en pensar distintas estrategias para capturar agua de lluvia (como los parques y plazas inundables), buscar mecanismos para disminuir la contaminación de los cuerpos de agua, encontrar alternativas para reducir su consumo, prevenir las ciudades con planes de evacuación y monitoreo ante posibles inundaciones, etc. En definitiva, transforma lo que se considera una amenaza en una solución.
Un ejemplo pionero en Europa de diseño WSUD es el parque inundable La Marjal, situado en el municipio alicantino de San Juan, ubicado a escasos metros de la playa. La Marjal es capaz de albergar hasta 45.000 metros cúbicos de agua de lluvia; una cantidad que posteriormente se deriva a la red de drenaje o a la depuradora para su reutilización. De la misma manera, en tiempos de sequía, el parque se utiliza como espacio de recreación siendo el agua un elemento central de contemplación, juego, y a la vez, recurso natural. Cabe destacar que el parque inundable La Marjal ha sido premiado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OECD) como un ejemplo de buena gobernanza de las ciudades y también ha sido galardonado por la Asociación Española de Parques y Jardines Públicos (AEPJP) como mejor proyecto de 2015. Y es que, este parque es un espacio público pensado para la adaptación de una ciudad frente al cambio climático.
Aun así, es importante concebir este tipo de proyectos de captura de agua como parte de un mismo sistema; es decir, aplicar lo que muchas ciudades escandinavas llevan haciendo durante años que es pensar estas intervenciones en el espacio público como nexo, donde los proyectos urbanos no están aislados unos de otros, sino que todos se enmarcan en macro-planes urbanos de resiliencia y adaptación al cambio climático.
De hecho, muchas ciudades como Copenhague, Helsinki, Berlín, Nueva York o Rotterdam ya tienen planes territoriales de adaptación al cambio climático, leyes que protegen viviendas palafíticas, edificaciones sobre-elevadas, planes estratégicos, objetivos específicos a desarrollar hasta 2030, mapas actualizados de zonas inundables, nuevas normativas constructivas, ordenanzas municipales para acondicionar parques existentes…
Teniendo en cuenta que la arquitectura per se no puede frenar el cambio climático y que desde las instituciones gubernamentales se avanza a paso muy lento, sí que desde la comunidad de arquitectos y arquitectas deberíamos concebir toda intervención urbana como parte de un mismo plan, donde los efectos negativos de las lluvias puedan aprovecharse y transformarse en una oportunidad. Es imprescindible activar medidas que aumenten la resiliencia de las ciudades, principalmente en el área mediterránea debido a la alta vulnerabilidad, riesgo a inundaciones y sequías. En este sentido, es importante conservar y proteger los ecosistemas costeros que aún no han sido explotados.
El parque inundable La Majal es un claro ejemplo de que las cosas pueden hacerse bien. Es necesario diseñar estrategias de aprovechamiento de agua para reducir considerablemente los impactos del agua, pensar en conjunto, relacionar y cohesionar proyectos, y a la vez, proponer planes extensivos y políticas claras de adaptación al cambio climático que contemplen todas las variables posibles para transformar el problema en una solución.