Anne Lacaton entrevistada por Beatriz Villanueva y Francisco J. Casas.
Encontros, Santiago de Compostela 2007, organizados por Patricia Muñiz Núñez y Luciano Alfaya. Fotografia: Héctor Santos-Díez.
Hace algunos años, escribimos un artículo titulado “la arquitectura solo interesa a las escuelas de arquitectura”, en el que lamentábamos el escaso público que había atraído un evento de primer nivel en el espacio de las Arquerías de Nuevos Ministerios de Madrid. La idea era subrayar lo interesante del evento y animar a la participación, pero el organizador pensó que era una crítica a él por haber congregado a poca gente, y casi nos cuesta una disculpa y su amistad, que más o menos perdimos.
Los arquitectos nos quejamos constantemente de cómo la sociedad nos ignora (o no nos entiende) o no cuenta con nosotros para esto y aquello, siendo nosotros los mayores expertos en “ciudad”. No seré yo quien diga lo contrario. No obstante, parece difícil reclamar esa atención -o ese privilegio, el de ser tenido en cuenta en las decisiones que afectan a otros colectivos- si nosotros mismos hemos contribuido a esa apatía a través de la nuestra y nuestro hartazgo y falta de compromiso con nuestras agendas, intereses y compañeros de profesión.
Como me he dedicado a esto durante muchos años, puedo decir que es cierto que en un momento dado se solapaban hasta tres y cuatro eventos –si no de primer nivel, sí de mucho interés- en ciudades como Madrid, donde muchas instituciones públicas y privadas programan -o programaban- eventos de todo tipo dirigidos a los arquitectos y sus alrededores. Lo único que se tenía en cuenta en aquel entonces era evitar los partidos de la Champions del Real Madrid para que la audiencia no se redujera a los habituales “profesionales del canapé”.
Hoy, en cambio, en este triste año de covid que llevamos, ha surgido la oportunidad de –al menos, una cosa buena- poder participar o asistir como público a eventos nacionales e internacionales a través de internet que hasta ahora eran presenciales y, por tanto, inaccesibles más allá del público local. Creo que no hemos aprovechado esta oportunidad y sigue dando bastante pena que dichos eventos no congreguen a más de unas decenas de personas en el mejor de los casos, siendo estas en su mayoría alumnos que asisten por obligación, familiares y amigos.
En estos meses, he podido asistir a lecturas de tesis, jurados de proyectos, charlas y presentaciones o mesas redondas de muchos temas que me interesaban y eso me ha parecido una gran recompensa, quizá lo único bueno de todo este contexto global tan negativo que atravesamos. Pensando en las audiencias y la poca gente que veo en estos eventos y volviendo al comienzo del texto, creo que cuando los arquitectos hablamos de participación, en realidad lo que buscamos es “nuestra” participación individual.
Si no estamos dispuestos a escuchar a nuestros propios compañeros, es difícil pensar que más allá de nuestro pequeño círculo de intereses y amigos podamos hablar con otros. Siendo realistas, no es fácil competir con Netflix y HBO, pero me parece que es una obligación compartida entre todos el que, en lo posible, elevemos el debate de forma que trascienda lo zafio y lo grosero.
No nos dejemos vencer, seamos esa orgullosa resistencia.