©Manuel Saga
Tras tratar en un post anterior el conocido mito de que para publicar en journals de impacto es necesario desembolsar grandes cantidades de dinero, quedó claro que pagar no es para nada obligatorio. Sí existen otros problemas más cotidianos, malas prácticas que agotan a investigadores de todas las etapas. Podrían identificarse al menos cuatro:
1.Desinformación
No hay sensación más desagradable que la de enviar un texto a una revista y que diez meses después reciba un rechazo sin argumentación o feedback alguno. Peor es cuando una revista funciona mediante “silencio administrativo”: los autores que no reciben comunicaciones entienden que su artículo sigue adelante pero, cuando escriben para preguntar, se encuentran con que los editores no han podido revisarlo, que su texto fue rechazado hace meses, o incluso que la revista ha dejado de editarse. Esto se traduce en tiempo perdido y frustración. Las buenas revistas responden en plazos cortos y siempre con argumentos constructivos para los autores, especialmente si son emergentes.
2. Conflictos de interés
Los journals funcionan gracias a varios grupos coordinados: autores, revisores, editores, comité científico, etc. Se produce un conflicto de interés cuando estas partes tienen relación entre sí, por ejemplo, cuando un componente del comité científico propone un artículo para ser publicado o cuando el par revisor de un manuscrito es el director de tesis del autor. Si esto sucede, la legitimidad del proceso editorial queda invalidada. Es un problema serio que por desgracia aún abunda. Los editores no deberían recibir presiones de ningún tipo ni tener que estar haciendo de detectives. Son los autores y pares revisores quienes están obligados a declarar la posibilidad de conflicto: está en riesgo su prestigio.
3.Hiperespecialización:
Se produce cuando una revista estrecha demasiado su ámbito disciplinar, generando un espacio endogámico. Sucede también cuando el journal funciona exclusivamente mediante números temáticos y convocatorias con plazos cortos, de modo que sólo enviarán trabajos aquellos autores cuya investigación está ya desarrollada y coincide con el objeto de la convocatoria 1. El riesgo de conflicto de interés se dispara. Aunque los números y colecciones especiales son muy interesantes, es buena práctica que los journals mantengan una convocatoria abierta permanente como principal vía de recepción de trabajos.
4. Procesos poco claros:
En ocasiones se lanzan convocatorias que no proporcionan todos los detalles necesarios relativos a la temática, formato y estilo de escritura, extensión, etc. En esos casos, los autores se arriesgan a ser rechazados por criterios que no conocían de antemano. También existen otras con plazos y normas tan específicas que levantan sospechas de estar pactadas de antemano. Dado que los autores deben ajustar sus agendas y esfuerzos a las convocatorias sin garantía de si serán aceptados, es buena práctica que éstas sean claras y estén divididas en etapas con tiempos amplios. Si se va a convocar un volumen especializado, es deseable solicitar primero resúmenes y CV de los posibles autores y realizar una preselección.
Más allá de los grandes debates sobre la evaluación de la producción académica, estos son algunos de los problemas cotidianos que abundan en el mundo de las revistas indexadas. Casi siempre se pueden evitar con buena comunicación. Todos los editores académicos son también autores y viven ambas caras de la moneda. Del mismo modo, autores y editores especializados en un mismo campo forman una comunidad que interactúa continuamente. Interesa tratarse con empatía y asertividad, colaborando en la construcción de productos de investigación cada vez mejores. Debemos cuidarnos: sólo así avanza la ciencia.