Pocas veces pensamos los arquitectos en los territorios menos transitados de la cadena de valor.
Pasan muchas cosas desde que una persona u organización tiene una necesidad relacionada con una infraestructura hasta que la está utilizando y más allá.
En todo ese camino, los arquitectos nos limitamos casi siempre a asumir ciertos trabajos en unas partes muy concretas: redactar proyectos y dirigir obras, (que es lo nuestro). Sin embargo, estamos preparados para asumir otras tareas. Para colonizar la cadena de valor.
Y tampoco se trata de ir al lejano oeste lleno de peligros en territorios inhóspitos, normalmente se trata de lugares en los que alguien, a veces con menos preparación, está actuando de manera más o menos exitosa. Nosotros tenemos la cabeza amueblada, conocimientos técnicos y del sector y otras competencias, podemos hacerlo.
Si miramos la cadena entera de alguna actuación tipo, veremos que el valor que generamos es enorme y el valor que capturamos (en forma de honorarios) es muy bajo. Si a esto le añadimos el grado de responsabilidad que soportamos, encontraremos que hay otros agentes que salen mucho mejor parados: promotores, constructores, comercializadores, consultores, certificadores, intermediarios de todo tipo…
Es para planteárselo.
Podemos sustituir a otra figura de la cadena. Por ejemplo, asumir una tarea de gestión similar a la del promotor permite al arquitecto tener un control casi total del producto y evitar que la rentabilidad sea el único interés de la actuación. Y por supuesto, capturar más valor.
No es necesario hacerlo asumiendo un gran riesgo económico o construyendo una cartera de suelo. Hay otras fórmulas, como las cooperativas o la gestión en régimen de comunidad que atenúan mucho las necesidades de capital inicial y el riesgo.
También podemos entrar antes en la cadena de valor, asesorando al cliente en etapas previas al proyecto u otras funciones similares. Además de las ventajas ya mencionadas, cuanto antes entras en la cadena más posibilidades hay de que el cliente se quede contigo si lo haces bien.
Lo hacen algunas consultoras que buscan suelo o edificio para tu sede corporativa, te gestionan la compra/alquiler, y ya que están ahí también la consultoría Workplace, el proyecto, la ejecución de obra, gestión del cambio a la nueva sede en incluso el Facility Management.
O hablando de consultoría, contamos con buenas posibilidades de hacerlo bien en ese negocio. Tenemos conocimientos y habilidades que nos permiten ayudar a otras personas u organizaciones. Normalmente es un trabajo más libre, menos atado a una localización geográfica, con un grado de responsabilidad menor y honorarios decentes.
Y muchas otras opciones, todas las que nos permita nuestra creatividad, ya que en la cadena de valor ocurren muchísimas cosas que a veces ni siquiera vemos pero que, si abrimos la mente, pueden ser la semilla de una idea de negocio.
Cada uno a su escala y en su área, obviamente, pero seguro que podemos pensar cuáles son esas cosas que ocurren y cuáles podemos, sabemos y queremos resolver.
Nos puede ayudar a diferenciarnos.