Hace ya 20 años que el profesor Carlos Sambricio propuso la idea de la recuperación en el panorama español de lo que nosotros queremos llamar “los secundarios”, aquellos arquitectos que por diferentes motivos no disfrutaron de excesiva fortuna crítica durante su ejercicio profesional pero cuya obra, revisitada a la luz de los años transcurridos, plantea temas de interés a los ojos contemporáneos.
Ciertamente la memoria de aquellos profesionales y de sus trabajos —esta vez abierto el foco dentro y fuera de nuestro país— se hace necesaria para entender en toda su extensión la urdimbre profesional que hizo posible alumbrar un panorama sobresaliente —en todo caso desproporcionado para los medios disponibles— así como muchas las obras maestras de la arquitectura moderna,
“de modo que a través de ese conjunto pudiese entenderse de un modo distinto —tal vez más continuo y uniforme, más anónimo pero no menos interesante— lo sucedido en el ámbito de la arquitectura”..
Pero es que además, la obra de esos profesionales, adecuadamente diseccionada, descubre nuevas capas de interés y complejidad en aquella urdimbre. Serían secundarios de lujo sin cuya participación no solo no se entiende lo ocurrido en aquellos años de brillantez, es que sin ellos sencillamente no se hubieran dado.
Además sucede que la mirada contemporánea descubre obras y personajes de aquellas otras épocas que resplandecen con luz propia y cuyo análisis está todavía pendiente. Corresponden a una pléyade de arquitectos que se entendían a sí mismos como hombres de oficio, al servicio de sus clientes, y que en muchos casos prefirieron ocultar su perfil de los focos de la crítica e incluso de la difusión profesional.
Ello no obsta —más bien al contrario— para el alumbramiento de trayectorias ejemplares que en nuestros días, cuando el oficio parece la construcción de la propia imagen a través de las facilidades que ofrecen las redes sociales y otros medios, cobran especial pertinencia.
Son modelos profesionales, en muchos casos independientes y ajenos al ruido, que hoy escasean y a los que deberíamos prestar especial atención.
Es por todo ello, por la necesidad de recuperar arquitectos y arquitecturas que se han filtrado en los sucesivos tamices de la crítica, que este nuevo número de VAD. veredes, arquitectura y divulgación plantea este tema de los llamados secundarios.
Así pues, se abre la veda para este redescubrimiento. O más bien, para el pasado a limpio de tantas investigaciones recientes que han abierto cajones—planeros, desempolvado vegetales y recuperado memorias con una mente análoga: la de la escritura de un nueva capa en el palimpsesto de la historia de la arquitectura.
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