#PECA: Por una Ley para todas las arquitecturas

Hoy la arquitectura y la profesión se encuentran ante un gran reto, que socialmente dejen de ser vistas como un problema y sean vistas como una solución. La nueva Ley de la Arquitectura y calidad del entorno construido pueden ser el instrumento que permita subvertir esta situación.

Para lograrlo es necesario reivindicar y visibilizar que la arquitectura es una herramienta de transformación social, al servicio de la sociedad.

Es imprescindible cambiar la idea de esa concepción única de la Arquitectura -con A mayúscula- a lo que se denomina como las arquitecturas, en minúscula y plural, y que reconoce todas aquellas que configuran la actual realidad compleja, diversa y mutante de la profesión.

Por lo tanto vemos necesario que la Ley de respuesta a las siguientes cuestiones que se están planteando desde estas nuevas realidades de la profesión y la disciplina:

1. La calidad del entorno construido incide en la calidad de vida de las personas que lo habitan. Y para ello es necesario combatir la desigualdad y mejorar los índices de vulnerabilidad, mejorar las condiciones ambientales, sociales y económicas del entorno construido y su población, para hacer entornos más habitables, saludables, inclusivos.
2. Gestión de la complejidad del entorno construido: trabajar con el contexto y con la realidad prexistente, analizándola en toda su magnitud. Es decir, desde una visión holística o integral, incorporando otras perspectivas disciplinares, lo que no medimos no se puede mejorar, desde el rigor ser capaces de determinar los problemas y proponer un salto creativo o ese pensar “fuera de la caja” al que otras profesiones no son capaces llegar.
3. No tenemos todas las respuestas: necesitamos tejer puentes y colaborar con otras disciplinas, saberes y sobre todo quienes habitan la arquitectura y el entorno construido.
4. Cambio de rol del arquitecto: de genio creador a facilitador de procesos en los que intervienen distintos agentes e intereses. En el contexto de la ciudad es lo que hemos llamado negociación urbana y que sirve para establecer espacios de aprendizaje y construcción colectiva donde traducir las protestas en propuestas.
5. Del objeto al proceso: entender que se debe dejar de tener una visión unívoca sobre el objeto construido para atender al proceso de construcción que permite tejer agendas compartidas e incorporar y dar respuesta a las necesidades sociales.
6. Del análisis a la solución: reivindicar nuestra capacidad creativa y para el diseño frente a otras profesiones que no las tienen en la misma medida.
7. Diseñar “con” y no solamente “para”: lo que significa incorporar la complejidad de la realidad y poner en el centro a las personas que habitan el entorno construido, sus saberes cotidianos, sus necesidades y sus problemas a través de procesos de diseño colaborativo. 
8. Humildad y empatía: Solo si nos acercamos a las personas desde estos lugares, les escuchamos y trabajamos con ellas, codo con codo, incorporando sus saberes pero también aportando nuestros conocimientos y experiencia, poniendo a su servicio nuestras capacidades, podremos convertir la arquitectura en una herramienta de transformación social. Para ello, debemos dejar de estar encerrados en nuestras oficinas y más cerca de la gente, la arquitectura necesita más calle.

En definitiva, para que la arquitectura se deje de ver como un problema y sea considerada una solución, reivindicamos las arquitecturas que trabajan con los condicionantes de la realidad y ponen en el centro del proceso creativo a las personas y a la naturaleza. Trabajando de esta manera podemos recuperar el valor social de la profesión, y posicionarla como una herramienta para la transformación colectiva y la mejora de nuestros entornos.