Imagen: portada del libro Une petite maison, de Le Corbusier
El libro mató a la arquitectura, dijo un arquitecto que tenía una biblioteca. Aunque la frase es, en realidad, un clickbait de manual. Un clickbait antes de que existiesen los clicks. La traduzco: escribir un proyecto es desnaturalizarlo. Un arquitecto es alguien que construye. Mete todo aquello que pueda meter en su intervención. Lo mejor que puede hacer después es marcharse y dejar que otros la vivan y la interpreten, que es otra manera de vivirla. Siempre he creído en el arte autorreferencial, es decir, en el arte que se cuenta a sí mismo. Si se es capaz de hacer eso, lo que (ups) no siempre sucede, dejas a la obra defendiéndose solita y pasas a la siguiente. No hace falta justificarla, ni dar una lista de referencias, ni escribir un libro sobre ella. La misma idea de hacerlo es redundante. La prueba de ello es que me sobran dedos en una mano para enumerar los libros que valen pena escritos por un arquitecto sobre su propio proyecto. Ahora que hemos desnudado al emperador, se impone una pregunta: ¿Se puede hacer arquitectura escribiendo?
La respuesta es que sí. La escritura es un arma de proyecto y, más importante, la escritura es un arma de construcción de arquitectura. Este artículo forma parte de una tetralogía que cuenta cómo. Para hacerla he descartado todo lo que implique una escritura operativa dentro de un proyecto. Es decir, no hablaré ni del pensamiento crítico inherente a la arquitectura expresado, a menudo, en forma de apuntes. Tampoco hablaré de aquellos arquitectos que escriben para proyectar, extensión del punto anterior.
Aquí enumeraré aquello que la escritura como tarea, como arte, como oficio, puede hacer por la arquitectura, preferentemente desde dentro de la propia arquitectura. Es decir: os hablaré de cómo se puede hacer arquitectura escribiendo. Lo que no, repito, lo que no implica estos libros que matan la arquitectura pretendiendo justificar un proyecto terminado dando supuestas claves para su interpretación. A esto yo lo llamo, dependiendo del grado de honradez y/o de las buenas intenciones de un arquitecto, literatura, ficción o especulación. En estas condiciones es fácil caer en la sobre interpretación, es decir: en que el libro esté mejor que el proyecto y entonces no tengan sentido ninguno de los dos, el uno por haberse quedado corto, el otro por concentrar esfuerzos que deberían haber ido a parar a la construcción.
La arquitectura es el arte de la construcción del lugar. Como tal se refiere al hecho construido. Y este hecho construido es tan complejo que requiere de este apoyo de la escritura. Os propongo un viaje por algunas de las maneras de ejercerlo.