Imagen de la reforma de Pradogrande. Autor: Paisaje Transversal
Mejorar el espacio público de nuestras ciudades requiere de nuevas miradas y procesos creativos. En este artículo nos gustaría ahondar en algunas cuestiones que nos parecen fundamentales para el diseño de los espacios públicos con el fin de que no sean solo lugares con calidad formal, sino que también sean inclusivos, saludables y sostenibles.
Concretamente dos son las características que, a nuestro juicio, deben cumplir los espacios públicos de nuestras ciudades: favorecer la interacción social y la resolución de necesidades ciudadanas, por una parte; y la naturalización y mejora de las condiciones de confort por otra. Desde nuestra perspectiva, un espacio público de calidad y que funciona es aquél que pone en el centro del proceso de diseño a las personas y la naturaleza.
En este sentido, la socialización y la participación ciudadana son claves para generar lugares de gran valor. Así lo vienen demostrando desde hace décadas los precursores del placemaking, y así lo hemos podido comprobar a través de proyectos como la remodelación del parque Pradogrande en Torrelodones. Un espacio público no solo funciona gracias a una buena solución formal, también es necesario incorporar en el proyecto cuestiones relativas a su uso y gestión ciudadanas, tal y como recogemos a través de la metodología de la Triple Dimensión.
Incorporar la participación ciudadana en los proyectos de transformación del espacio público a través de procesos de diseño colaborativo no solo posibilita dar respuesta a las necesidades y aspiraciones de la población, sino que aporta numerosas claves que permiten mejorar el proyecto arquitectónico. Y es, precisamente en este punto, donde intersecan los dos factores que mencionábamos antes: una de las reclamaciones ciudadanas más habituales en los procesos participativos vinculados al espacio público suele ser el aumento de la presencia de vegetación. Así lo hemos podido comprobar a lo largo de diferentes trabajos realizados, y así ha sido también en el reciente estudio que hemos elaborado para la reforma de la Plaza del Ayuntamiento de Valencia.
Más allá de esta querencia de la ciudadanía por el verde, la naturalización de espacios públicos y privados es una de las prioridades de la Agenda Urbana y de la financiación europea asociada al eje de trabajo en las ciudades. Ahí tenemos sin ir más lejos GrowGreen, el proyecto H2020 que tiene como objetivo utilizar las Soluciones Basadas en la Naturaleza como base para la regeneración urbana. Por no mencionar los diversos estudios que indican que aumentar la presencia de la naturaleza en la ciudad no solo es bueno para la salud y el bienestar de la población, sino que es una herramienta de primer orden para combatir la crisis climática.
Por lo tanto, nos parece que cualquier proyecto de transformación del espacio público que no incorpore estas dos variables (personas y naturaleza), no solo no está resolviendo las necesidades existentes, sino que está agravando los problemas. Por lo que debemos trabajar con los condicionantes de la realidad y poner en el centro del proceso creativo a las personas y a la naturaleza. De esta manera se puede recuperar el valor social de la arquitectura, y posicionarla como una herramienta para la transformación colectiva y la mejora de nuestros entornos.