Marta Pelegrín + Fernando Pérez Blanco
Resulta interesante, o al menos provocador, pensar que una producción arquitectónica esté basada en la impertinencia, en la no pertenencia.
La arquitectura en Uruguay condensa la construcción de una tradición basada en una cultura abierta que permite la apropiación crítica de ideas internacionales contemporáneas, y asienta así las bases para las búsquedas de soluciones singulares y particulares a circunstancias locales.
Bajo esta perspectiva, es posible recorrer parte de la arquitectura uruguaya del último siglo para descubrir la construcción de una cultura arquitectónica desde la condición de no pertenencia a un contexto -lugar y tiempo-. Ésa es la propuesta de la exposición sobre Arquitectura Uruguaya del s. XX y s. XXI, país invitado en la Bienal de Arquitectura Latinoamericana (2019) de la Universidad de Pamplona.
A partir de esta reflexión sobre lo pertinente o impertinente, este quehacer arquitectónico prolífico y culto, muchas veces auto-criticado por la ausencia de valores formales propios o identitarios, ha realizado singulares aportaciones de apropiación crítica e innovación tanto en el campo de la producción arquitectónica como en sistemas de trabajo y formación.
Tradición singular y destacable en la formación de la arquitectura uruguaya, es el viaje de estudios que año a año desde 1944 realizan todos los estudiantes de arquitectura alrededor del mundo como fuente de verificación y contraste de la arquitectura aprendida en las aulas. Experiencia que se financia principalmente por la construcción anual de casas proyectadas por estudiantes previa selección por concurso de ideas, una forma de transferencia directa de la academia a la ciudad.
Así mismo, también de reseñable alcance, es la aportación del sistema de cooperativas de vivienda tanto a la construcción social del hábitat como a la innovación proyectual y constructiva. A partir de las experiencias llevadas adelante por el Centro Cooperativista del Uruguay desde 1966, Uruguay ha generado uno de los sistemas de acceso, gestión y construcción de viviendas más eficaces a la vez que socialmente equilibrados de Latinoamérica. Son un verdadero laboratorio de tipologías urbanas alternativas, otras técnicas aplicadas, y nuevos modos de ejercer la profesión que ha dado numerosos ejemplos de arquitectura de calidad como lo manifiestan algunos de los conjuntos de la ciudad de Montevideo.
Son ejemplos de una prolífica producción arquitectónica que se sitúa entre lo pertinente y lo impertinente, una situación sostenida que ha permitido desarrollar de forma más o menos callada, escenarios sociales, políticos y culturales avanzados para los diferentes momentos históricos que ha transitado. En este quehacer arquitectónico, la necesidad de adoptar, adaptar, innovar e inventarse crítica y moderadamente, es un valioso patrimonio.