imagen: La marina de Valencia
El cambio de aires y colores de la administración de la ciudad de Valencia en 2015, ha abierto la puerta a una práctica de gestión diferente del puerto. Más democrática, más abierta, que he entendido que el puerto deportivo puede ser un espacio para todos y todas. La organización administrativa tiene la forma de consorcio a tres partes, que tiene que ser auto-suficiente económicamente, a pesar que acarrea el lastre de las enormes deudas contraídas por los fastos faraónicos de los gobiernos azulitos con los torneos de vela y la fórmula 1 que mamarracharon el lugar.
Aun así la ilusión del equipo técnico que lo gestiona, está mostrando que se puede hacer de manera diferente, poco a poco, sin grandes artilugios ni grandes gestos, e ir poniendo a disposición de la ciudadanía un espacio público diferente.
Simbólicamente uno de los primeros cambios fue el nombre, se desprendió de los títulos nobiliarios para tomar un nombre singular, el de su lugar, el de su ciudad, así ahora es el Puerto de la Marina de Valencia.
Durante dos años se han dedicado a ordenar y a recuperar espacio peatonal que había sido sustraído por la rocambolesca transformación que fue necesaria para la fórmula 1. Ordenar los trastos, que no mobiliario urbano, que había derivado también de ese uso. Han recuperado elementos simbólicos para la población que había sido perdido, como la pérgola o glorieta o kiosko musical que había albergado por décadas a las bandas musicales de la ciudad para amenizar los paseos de fin de semana. Esta follie ha sido trasladada de su sitio original, ha sido restaurada y se ha recuperado la actividad musical y, con ella, los paseos y el disfrute musical de los fines de semana.
imagen: La marina de Valencia
También se han recuperado unas gigantescas “new jersey”, que protegían el trazado de la pista de carreras, para delimitar un espacio deportivo, y así se generó un campo doble de futbol y básquet. En esta adecuación contaron con un joven artista local, Abel Iglesias, para que desdibuje la dureza de los elementos. Un proyecto que resultó muchísimo más económico que el planteado por una empresa de construcciones deportivas, resultando en una doble o triple ganancia: es singular, es más económico y es espacio artístico.
imagen: La marina de Valencia
El nuevo paso es un proceso de placemaking durante todo 2020, que tiene como objetivo la transformación del entorno del Tinglado 2. Cuando haya pasado el año de trabajo y acciones participativas tendrán un proyecto ejecutivo para transformar esta parte del puerto en espacio público activo y atractivo, con una inversión relativamente ajustada.
¡Quedamos a la espera de las nuevas sorpresas de gestión creativa que nos depara el equipo del consorcio!
Gracias Zaida! Por narrar un cambio tan relevante de esta manera tan sencilla. Así das animo a todos y todas las que queremos detonar nuevas políticas urbanas y educativas que humanicen nuestras ciudades. Loliví