El Archivo Histórico del COAC celebra sus 50 años hoy 7 de octubre con una fiesta y una exposición. La importancia de este evento va mucho más allá de este aniversario.
El contexto: la profesión de arquitecto es más rica y diversa que en ningún otro momento de su historia. Muchos arquitectos, y muchos estudios de arquitectura (se dediquen a lo que se dediquen, sea proyectar, sea trabajar en cualquier aspecto relacionado con la construcción) se han especializado. O hiperespecializado.
Los Colegios de Arquitectos son los encargados de gestionar esta diversidad y de mantener la profesión unida ante el riesgo evidente de su atomización. De erigirse como lugar común. La cultura juega un papel central en este carácter de lugar común de los colegios profesionales. El COAC tiene tres elementos centrales en este rol: la propia sede, un edificio catalogado obra del, digamos, singular arquitecto Xavier Busquets (ya están tardando en hacer una película sobre su vida) colocado en el mismo centro de la ciudad que integra obras de Picasso y Antoni Cumella, la biblioteca, la segunda de Europa en importancia, y el Archivo Histórico, también uno de los más importantes del continente.
El Archivo recoge la memoria no tan solo del COAC, sino de la profesión desde mucho antes de que existiese la idea de los colegios profesionales. Tanto es así que el plano más antiguo que se conserva es obra del fantástico arquitecto neoclásico Pedro Martín Cemeño. Desde ahí, se recoge la memoria de todos los momentos clave para la construcción de una arquitectura nacional: los regionalismos, el Modernisme, el Noucentisme, el GATCPAC, el Grupo R y la Escuela de Barcelona. El Archivo se ha visto enriquecido últimamente con muchas donaciones en vida de los arquitectos que construyeron la transición y nuestra idea del espacio común, desde MBM a Clotet-Tusquets-Paricio, Bach i Mora y tantos otros. Incluso ha realizado un experimento tan interesante como congelar en el tiempo la biblioteca de Manuel de Solà-Morales, preservada con todos sus fondos íntegros (menos un par de Penthouses que yo hubiese conservado por aquello del rigor histórico) como un testigo de la manera de trabajar y clasificar su memoria y sus recuerdos de uno de nuestros arquitectos e intelectuales centrales de finales del XX y principios del XXI. El Archivo se trasladó desde su primera sede proyectada en 1968 por el Studio Per (que también tiene sus fondos depositados allí) hasta la actual, en ampliación, que se construyó literalmente sobre unos sótanos especialmente concebidos para guardar los más de dos millones de documentos con los que cuenta actualmente y los que están por venir, estén en el formato que estén: el Archivo es la pieza clave para fijar y entender la manera actual de entender la profesión, así como para dar testigo de nuestra diversidad.
Tal cantidad de trabajo merece ser celebrada. Sus fondos se van a exhibir en forma de los 130 dibujos más representativos de toda su historia. 130 dibujos emblemáticos que permitirán hacernos una idea de todas las épocas y de toda la extensión del Archivo en un recorrido transversal que se exhibe completo por primera vez en su historia desde este 7 de octubre hasta el 6 de enero. Es una buena manera de celebrarlo.