Hace poco he contado en mi blog (¿Arquitectamos locos?) que gracias a él se me han juntado unas cuantas circunstancias (invitaciones, reconocimientos…) muy agradables.
La verdad es que estoy muy contento con mi “buena presencia” en las redes. En mi caso, mi recompensa es casi exclusivamente personal, íntima y, todo hay que decirlo, un poco vanidosa. Sé que hay gente que consigue tener ingresos vía publicidad o visibilidad para obtener encargos profesionales. Salvo alguna cosilla muy agradable pero poco representativa en mi contabilidad general, no es mi caso. Al final uno, de una forma u otra, acaba encontrando lo que busca, y yo lo he hecho y lo sigo haciendo. Es decir, mi balance en redes es muy positivo.
No soy nadie para dar consejos, pero sí puedo contar mi experiencia e intentar extrapolarla: En mi caso todo arrancó con un blog con un tema y un tratamiento muy irregulares, en el que intento contar impresiones y opiniones propias más o menos relativas a la arquitectura, pero en el que también toco otros temas y me dejo llevar por filias y fobias, por inquietudes personales, por manías y por gansadas. Después del blog vinieron las redes sociales, en las que me abrí perfil, en principio, para dar noticia de cada nueva entrada en aquel.
Todo eso surgió sin planificar y sin calcular, y así sigue. Y de ahí se desmadró y se mezcló con observaciones de todo tipo.
Sin haber tenido criterios claros de partida he conseguido visibilidad y “buena presencia” en las redes. No sé si habría conseguido algo todavía mejor de haber reflexionado previamente, pero también reconozco que precisamente este carácter un tanto irreflexivo, espontáneo e impremeditado es el que me granjea alguna simpatía. Hay gente mucho más interesante que yo que sí tiene un proyecto claro.
Yo escribo en mi blog a sentimiento y lo que me sale de dentro. Y escribo, y escribo, y escribo… Sin periodicidad fija, pero con una media de un día por semana, publico una nueva entrada. Hay gente que dice que lo hago bien, y, suponiendo que eso fuera verdad, me animaría a deciros un par de cosas: Desde luego, si escribís bien os recomiendo que os abráis un blog. Y si no también. Hay gente que no escribe con especial maestría, pero dibuja con elocuencia. Otros son buenos buscando o haciendo fotos de edificios magníficos, o de edificios muy malos, o de detalles constructivos, o de denuncia urbanística, o de… Cada uno es como es y tiene sus puntos fuertes. Hay que explotarlos. Hablad, o dibujad, de lo que os guste, de aquello en lo que estéis cómodos y os sintáis bien. Y sed persistentes: No os volquéis al principio con gran entusiasmo y después vayáis languideciendo hasta que llegue un momento en que pasen los meses, los trimestres, los semestres, sin que ofrezcáis nada nuevo (eso pasa mucho).
En cuanto a las redes, estamos en una época sin precedentes. Cada uno de nosotros, desde la intimidad de nuestra casa o de nuestro estudio, podemos relacionarnos con el mundo entero gracias a la tecnología. Cualquiera que tenga algo que contar puede hacerlo a un “público”, a unos “clientes” o a unos “amigos” potencialmente innumerables. Si se consigue conectar se puede adquirir una fuerza muy considerable que, bien dirigida, puede ayudar al desarrollo profesional o, como en mi caso, al mero disfrute, al desahogo y a la alegría, que no está nada mal.
No estamos solos. Tenemos algo que contar. Y hay mucha gente dispuesta a escucharnos, o a mirarnos, si somos constantes, regulares e interesantes de alguna manera. Yo os animo a intentarlo.
Nota imagen de portada: La imagen muestra un cartel de publicidad de Saul Goodman, personaje de la serie Breaking Bad y de su spin-off Better Call Saul, que es su eslogan profesional. Se trata de un abogado marrullero que domina el arte de la publicidad y de la presencia exhaustiva en las pre-redes sociales