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Logan’s Run. (1976). [película] Dirigida por Michael Anderson.

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Las imágenes de la ciudad, en la que todos los habitantes eran menores de 30 años, se rodaron —curioso— en el interior de un centro comercial, el Dallas Market Center (DMC) Apparel Mart. La imagen final, merece la pena recuperarla, se rodó en los Water Gardens de Philip Johnson, en Fort Worth.

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Chorretes, manchas y arrugas

Líquenes en un muro de hormigón, Burgos. 2019. Imagen del autor.

En la película “Logan’s Run1 se nos mostraba una sociedad que vivía agrupada en unas cúpulas geodésicas cerca de Washington D.C2.

Lo que convertía esa sociedad en una distopía es que sus habitantes tenían menos de 30 años y que, llegada esa edad, eran —aparentemente— ‘renovados’ (clonados). Tal vez, la mejor escena sea aquella en los protagonistas se encuentran con Peter Ustinov, la única persona de más de 30 años en el planeta. La cúpula es una ciudad prístina, limpia y perfecta, habitada por hombres y mujeres jóvenes; Ustinov, en cambio, es un hombre mayor y achacoso que habita en el Capitolio, edificio cubierto de hiedras, desgastado por los años.

La arquitectura envejece, como Ustinov. Se ensucia. Se llena de polvo. Se moja. Se oxida.

A la arquitectura, !ay!, le salen chorretes.

No entraremos en cuestiones sobre responsabilidades civiles; permitan un cierto distanciamiento estival de estos asuntos. Nos referiremos pues a las arrugas propias de una edad provecta —muchas de ellas previstas— y no a las cicatrices de los estropicios evitables.

La arquitectura, decíamos, tiene manchas y chorretones. Y no es, en ocasiones, malo que los tenga. Hay una forma digna de envejecer, de mostrar el paso del tiempo, del uso.

Siempre me han maravillado esas escaleras antiguas de madera, gastadas en el centro de los escalones. Barnizadas y vueltas a barnizar cientos de veces. Los peldaños de mármol de la ETSAM muestran ese desgaste y mentiría si dijera que no juego, cuando las subo, a seguir el camino más usado.

El acero corten chorretea. Y chorretea mucho. Y, de nuevo, esto no tiene por qué ser necesariamente malo. Es sólo distinto. Quizá resulte extraño en un mundo cada vez más uniforme, progresivamente regularizado y aburridamente estándar, voluntariamente ciego a la existencia del concepto de envejecimiento.

Óxido en una junta de acero en el suelo, Burgos. 2019. Imagen del autor.

Sé que lo que producimos (o al menos lo que tradicionalmente producimos) debe ser estable. Debe mantenerse. Sin embargo, hay una cierta patina que los objetos usados adquieren. La marca de los dedos en las pipas de mi abuelo. El desgaste en el plumín de la pluma que me regaló mi padre al ir a la universidad.

También la arquitectura tiene, en ocasiones, esa pátina. Hay maderas que se vuelven grises y después verdean. Piedras y hormigones que se cubren de musgos y líquenes. Aceros y cobres que se oxidan. Las viviendas del sur, cuyos muros se manchan constantemente de barro al llover, se encalan todos los años, pacientemente, para devolverles su color blanco. Su piel siempre es igual, pero nunca es la misma, es una membrana tensa que sujeta un muro que es, pasados los años, más tierra que otra cosa.

Quizá este envejecer requiere no sólo de tiempo, sino también de paciencia o de una mayor predisposición a aceptar, como decía Julio Cano Lasso, que no hay malos materiales sino materiales mal usados. A apreciar el valor de esas arrugas, de esos chorretes, cuando son el resultado de una vida larga y plena.

Una vida de servicio, que muestra en esos desgastes el uso constante. ¿Hay otra forma mejor de envejecer?

 

Notas de página
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Logan’s Run. (1976). [película] Dirigida por Michael Anderson.

2

Las imágenes de la ciudad, en la que todos los habitantes eran menores de 30 años, se rodaron —curioso— en el interior de un centro comercial, el Dallas Market Center (DMC) Apparel Mart. La imagen final, merece la pena recuperarla, se rodó en los Water Gardens de Philip Johnson, en Fort Worth.

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Por:
(Almería, 1973) Arquitecto por la ETSAM (2000) y como tal ha trabajado en su propio estudio en concursos nacionales e internacionales, en obras publicas y en la administración. Desde 2008 es coeditor junto a María Granados y Juan Pablo Yakubiuk del blog n+1.

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