El entorno digital nos facilita el acceso a la información a golpe de click, y las redes sociales nos invitan constantemente a decir “Me Gusta”, a opinar en los comentarios de un post y a contribuir a su difusión. La comunicación 2.0 es bidireccional, también en Arquitectura. Ya no se aceptan los contenidos servidos por “obra y gracia” del editor de una publicación (como ocurría antes con las todopoderosas revistas de arquitectura), sino que ahora el Social Media interviene de forma decisiva en su grado de aceptación, valoración y difusión.
Las empresas y organizaciones relacionadas con la Arquitectura, aunque tarde, lo están empezando a comprender y cada vez son más frecuentes las acciones de marketing que entrelazan los mundos online y offline para ganar reputación y generar confianza hacia sus marcas. No están exentas de grandes dificultades, pues las bases de datos de arquitectos han quedado inservibles tras la crisis que ha asolado el sector de la Arquitectura en nuestro país: hay un enorme “limbo” inaccesible a las marcas donde se encuentra la mayoría de los arquitectos españoles, pues no están “fichados” por los colegios de arquitectos (algo impensable hace una década).
Sus departamentos comerciales no saben dónde ir a buscarnos, y más ahora que ya no hay apenas delegados comerciales visitando nuestros estudios. Los COAs tampoco quieren entender la situación y eso que andan realmente necesitados de clientela para su supervivencia. Las empresas más innovadoras no pueden esperar a que éstos “muevan ficha” para reconstruir esa red profesional perdida empiezan a recurrir al marketing de influencers, algo que en sectores como la moda, la música o el turismo resultan ya muy comunes.
Permitidme que me atreva a hacer un pequeño ejercicio de proyección, donde creo que los arquitectos podemos salir beneficiados si sabemos “surfear la ola” con imaginación. La hipótesis de partida es ser un “arquitecto 2.0” con presencia activa y valiosa en el Social Media y en los blogs de nuestro sector.
A partir de ahí podríamos, por ejemplo, aprovechar nuestra capacidad de prescripción para que las marcas sepan valorar no solo que incluyamos sus productos en nuestras obras, sino la publicidad que supone hacerlo visible en nuestros canales 2.0.
De la misma forma, en los procesos de selección de personal se valorará cada vez más no solo el CV sino el perfil 2.0 del candidato para la contribución al reach de la marca/empresa, en función del tamaño y engagement con su comunidad de usuarios.
En otro nivel, los promotores empezarán a valorar el retorno publicitario derivado de contratar a un arquitecto con una alta repercusión en el Social Media. Esto, en el ámbito local, cada vez irá dando más oportunidades a quienes además de hacer un buen proyecto, sepan contarlo y divulgarlo bien por la red.
Son impredecibles las consecuencias arquitectónicas de estos futuros e inevitables movimientos, y no habría de ser incompatible la calidad de los proyectos con el marketing digital bien dirigido. En mi opinión, los arquitectos deberíamos explotar mejor las posibilidades que la web pone a nuestro alcance en el nuevo escenario laboral. Por ahí recuperaremos parte del tiempo perdido, intentando comunicar nuestro trabajo mucho mejor de como lo hemos hecho hasta ahora.