The show must go on – Aprender arquitectura en la costa oeste

“I think SCI-Arc’s job is to make the people who make the radical”

Eric Owen Moss, ex director de SCI-Arc

A menudo hemos debatido sobre el rol social del arquitecto, las implicaciones de la formación generalista, de acompañar con profesionalidad y cariño los procesos que giran alrededor de un edificio… Procesos contradictorios, tan inabarcables como la vida misma. Pero de eso se trata, de enfrentar la arquitectura con honestidad, con los pies bien puestos en la tierra ¿no?

 ¡Pues no!

O al menos no siempre. Entre las escuelas sobre las que no solemos hablar demasiado se encuentran algunos ejemplos como el Southern California Institute of Architecture ¹. En este centro tienen muy claro que la figura del arquitecto responsable y realista no tiene futuro,  o no lo tiene en Los Angeles. Su estructura docente se centra alrededor de la experimentación con la forma y su producción tecnológica. Nada más, nada menos.

Aquí no se habla de vivienda social, de colectivos ciudadanos ni nada que se le parezca: la disciplina se transforma en una suerte de diseño industrial con base arquitectónica, dejando de lado, sin tapujos, muchos de los debates y quebraderos de cabeza que solemos tener a esta orilla del charco.

Pero no se equivoquen, esta gente es muy buena en lo suyo. Manejan impresoras 3D de forma sistemática desde el comienzo de la carrera, programan brazos robóticos ² para poner a prueba materiales de construcción, crean abstracciones formales experimentadas en visores de realidad virtual… Que un robot capaz de reconocer tu presencia y jugar a la comba contigo haya sido programado por alguien que sabe quién era Mies van der Rohe, no es algo que debiera pasar desapercibido.

Quizás es que no existe solamente una manera de ser profesional desde un trasfondo arquitectónico. El egresado de SCI-Arc trabaja diseñando desde coches hasta cubiertos, modela escenografías para Pixar o se lanza a la industria del videojuego. Me atrevo a decir que a muy poquitos les interesa siquiera saber las medidas de un ladrillo hueco doble.

¿Para qué? Estás en la Costa Oeste, bitch.

Dejando a un lado la crítica al hecho de que tras graduarse en esta escuela tan especial uno puede igualmente firmar los planos de la casa de su primo (creo que ahí coincidiríamos casi todos), para mi aquí existe, más que una línea de formación de arquitectos, un modo muy digno de explorar las posibilidades que ofrece la arquitectura. Y de paso muy exitoso ³.

La popularidad de SCI-Arc a lo largo del mundo (Con casi 100 de 500 admitidos anuales de origen asiático ⁴) procede quizás de entender que el que empieza una carrera busca no sólo emocionarse con la disciplina, también quiere tener un trabajo estimulante. Somos ya tantos arquitectos en el mundo que no creo que todos lleguemos a construir como nos enseñaron los maestros, al menos no como actividad profesional principal.

Resulta que ahora tenemos unos primos raros que se divierten, se emocionan, arrasan en el escenario y de paso se ganan la vida.

Cosas de la familia.

Portada: SCI-ArcViewbook2014, modificada por el autor.