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1

Haeckel, Ernst, Generelle Morphologie der Organismen (Morfología general de los organismos), 1866.

2

Latour, Bruno, El País, entrevista a Bruno Latour, 25 de marzo de 2013.

3

Kroll, Lucien, conferencia en Palma de Mallorca, 21 de noviembre de 2003. Publicada en parte en: AAVV, Urbanismo para un desarrollo más sostenible. Equilibrio territorial. Hacia una utilización más responsable del territorio, Palma de Mallorca, Colegio Oficial de Arquitectos de las Islas Baleares, 2004.

4

Harvey, David “Possible Urban Worlds”, en Megacities. Exploring a sustainable future, Rotterdam, 010 Publishers, 2010, pág. 167.

5

Kroll, Lucien, misma cita.

6

Sobre los paradigmas técnicos relacionados con lo ecológico ver: “Repercusión social y estética de los paradigmas técnicos relacionados con lo ecológico”, Izaskun Chinchilla, en Collage Conceptual, Ed. ASA, Sevilla, Recolectores Urbanos, 2014, págs. 61-67.

7

Este tipo de sistemas híbridos entre la construcción industrializada y el bricolaje deben completarse con un modelo de gestión del usufructo del suelo, y NO el aprovechamiento lucrativo de la posesión del mismo.

8

Kroll, Lucien, Bio Psycho Socio Eco 1 Ecologies Urbaines, París, L’Harmattan, 1997.

Ecología e industrialización

Budnitz Bicycles, Model nº1 (93 componentes)

Budnitz Bicycles, Model nº1 (93 componentes)

En 1868 Ernst Haeckel definió la ecología como la ciencia de las relaciones1. Interesa aquí el origen abierto del término y la ausencia de exclusividad o referencia alguna al medio natural, la biología o la vida. En este mismo sentido el sociólogo francés Bruno Latour afirma que “la ecología no está limitada a cuestiones de la naturaleza”2: las decisiones que se toman en cualquier ámbito tienen una incidencia medioambiental y, al operar desde la esfera política, arquitectónica o incluso doméstica, alteramos consciente o inconscientemente un hábitat que trasciende siempre la escala de nuestra intervención.

Lucien kroll se refiere al arquitecto como un ser imaginativo y creativo, voluntarista, pero que “en cierto modo está sordo, sólo quiere crear lo que piensa solo, no se puede implicar en una pluralidad, no puede resumir la vida”3. Tal vez por esto, entre otras muchas cuestiones, la industrialización no ha supuesto el grado de desarrollo y perfeccionamiento colectivo que le hubiera correspondido: desde Fuller a Sota, pasando por Breuer, Price, Prouvé o Ch. & R. Eames, la arquitectura ligera o light-tech, constituida cada vez por una menor cantidad de materia prima circulante, fracasó el siglo pasado ante el modelo burgués de la piedra, el ladrillo y la sprawl city, una apropiación del territorio muy al gusto de un sistema económico global que no tuvo en cuenta sus repercusiones sociales y medioambientales: una selva para los mercados que ha acabado por constituir una sofocante “realidad distópica”.4

Ante la fuerza arrolladora del capitalismo, los arquitectos más visibles respondieron con proyectos utópicos (Archigram), textos teóricos (Banham) o el desarrollo de soluciones constructivas personales abordadas desde la aplicación sobreactuada de nuevas tecnologías o high-tech (Rogers). Y todo esto en el mejor de los casos y al margen de otras actitudes posteriores basadas en piruetas artísticas o filosóficas que apuntaban, en gran medida, hacia la pérdida de credibilidad de todo el colectivo ante la sociedad. Lucien kroll insiste: “La ecología tiene que modificar las formas”.5

La arquitectura ligera puede ahora (debe) responder a los retos que la sociedad actual nos plantea abiertamente desde este nuevo paradigma de la complejidad y la entropía: rapidez, flexibilidad, transparencia, economía, participación, creatividad más allá de la especulación formal, reutilización, recursos y servicios compartidos, ahorro energético o prevención de residuos: una ciencia de las relaciones. 6 La evolución de la idea de industrialización hacia un sistema de construcción open building, habilita el intercambio de componentes y los procesos DIY / DIT con la consecuente minimización de la inversión económica del ensamblaje.7  Por otro lado, el cambio de modelo desde una industria para la venta de productos a otra de gestión de componentes (proyectar para desmontar), habilita ciclos cerrados de materia y supone la reducción significativa del impacto ambiental de la arquitectura en sus múltiples manifestaciones. Hace casi 20 años, Lucien Kroll escribe: “La industria debe estar regida por un proyecto social”.8 Aplaudimos la idea, trabajamos por ello, y añadimos: la industria debe estar regida por un proyecto ecológico.

Notas de página
1

Haeckel, Ernst, Generelle Morphologie der Organismen (Morfología general de los organismos), 1866.

2

Latour, Bruno, El País, entrevista a Bruno Latour, 25 de marzo de 2013.

3

Kroll, Lucien, conferencia en Palma de Mallorca, 21 de noviembre de 2003. Publicada en parte en: AAVV, Urbanismo para un desarrollo más sostenible. Equilibrio territorial. Hacia una utilización más responsable del territorio, Palma de Mallorca, Colegio Oficial de Arquitectos de las Islas Baleares, 2004.

4

Harvey, David “Possible Urban Worlds”, en Megacities. Exploring a sustainable future, Rotterdam, 010 Publishers, 2010, pág. 167.

5

Kroll, Lucien, misma cita.

6

Sobre los paradigmas técnicos relacionados con lo ecológico ver: “Repercusión social y estética de los paradigmas técnicos relacionados con lo ecológico”, Izaskun Chinchilla, en Collage Conceptual, Ed. ASA, Sevilla, Recolectores Urbanos, 2014, págs. 61-67.

7

Este tipo de sistemas híbridos entre la construcción industrializada y el bricolaje deben completarse con un modelo de gestión del usufructo del suelo, y NO el aprovechamiento lucrativo de la posesión del mismo.

8

Kroll, Lucien, Bio Psycho Socio Eco 1 Ecologies Urbaines, París, L’Harmattan, 1997.

Por:
Miguel Ángel Díaz Camacho, doctor Arquitecto por la Universidad Politécnica de Madrid. Es el actual Presidente de la Asociación Sostenibilidad y Arquitectura vinculada al Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España. Dirige la compañía MADC & Partners SLP dedicada a la arquitectura, el urbanismo y el diseño ambiental, obteniendo numerosos premios en concursos nacionales e internacionales, así como reconocimientos a su obra construida. Profesor universitario, investigador, escritor y crítico de arquitectura, es autor, entre otros, de los libros “Párrafos de Arquitectura. Core(oh)grafías” (2016) y “Arquitectura y Cambio Climático” (2018).
  • Daniel Ayala - 31 julio, 2014, 11:39

    Fantástico el post Miguel Ángel. Me gustaría poner el acento precisamente en algo que defines muy bien como el «fracaso ante el ladrillo…y el sprawl» en los inicios del s.XX donde para mí se tomó la decisión clave que marcaría la relación de la arquitectura y la industralización. Aunque las casas prefabricadas tuvieron su auge en la primera década del s.XX donde aparecieron algunos catálogos como las Sears Catalog Home el punto de ruptura está en mi opinión en la vuelta de los veteranos de guerra de la II Guerra Mundial. Ese periodo fue un momento innovador donde los trabajos de Buckminster Fuller, George A. Fuller con su Quonset Hut y otros apostaron por dar una solución industrializada y a la postre más ecológica al problema de la vivienda. Sin embargo la falta de ambición política, una planificación urbanística y la falta de una adecuada campaña de comunicación que cambiara la mentalidad de la sociedad que identificaba esas viviendas valores negativos dieron al traste con una vía innovadora y ecológica.

    PD: No perderse la película «Una semana» de Buster Keaton donde intenta construir una vivienda prefabricada en 1930.

  • Miguel Ángel Díaz Camacho - 31 julio, 2014, 12:24

    Gracias Daniel por el comentario, me alegra que te haya interesado, la referencia de Buster Keaton me la apunto en el debe porque no la he visto, este verano es un momento estupendo para hacerlo. Yo utilizo a veces como referencia Safronia, una de las «Ciudades Invisibles» de Italo Calvino, la mitad estable y fija (hard), la otra mitad efímera y desmontable (soft) viaja por el mundo y vuelve una vez al año para completar la «otra» ciudad. De hecho, esta imagen presenta un potencial enorme para la intervención sobre la ciudad existente mediante tecnologías retornables. Este es un buen momento para recuperar y actualizar las premisas de otros modelos de «relación», modelos ecológicos compatibles con cuestiones disciplinares y económicas pero que, hasta la fecha y por muchos diferentes motivos, no se han desarrollado. Un abrazo.

  • Jesús A. Izquierdo - 31 julio, 2014, 18:13

    Un post lleno de ideas innovadoras no por su edad sino por su contraste con la realidad. Da para mucho debate. Sólo pensar en «un aprovechamiento no lucrativo del suelo» es revolucionario en el sistema de planeamiento español, que se basa precisamente en lo contrario.

    • Miguel Ángel Díaz Camacho - 18 noviembre, 2014, 11:18

      Gracias Jesús, así es, uno de los grandes causantes de la burbuja inmobiliaria fue la reforma de la Ley del Suelo de 1998, liberalizando el país y convirtiendo todo el territorio en urbanizable para la alegría de alcaldes y concejales sin escrúpulos. Otras leyes posteriores y anteriores tampoco ayudaron a establecer un marco sensato para el desarrollo inmobiliario de este país, esperemos que se haya aprendido la lección, aunque a la vista de algunas leyes recientes (Ley RRR, por ejemplo) queda un enorme espacio para la duda. Un abrazo

  • pablo saiz - 31 julio, 2014, 22:53

    Muy bueno Miguel Angel. Y muy bueno el anterior, Daniel. Parece mentira que la casa industrializada siga siendo una apuesta de futuro en nuestro país, mientras es una realidad en otros. cierto que Fuller, Gropius y otros ilustres parecieron fracasar, pero otras empresas consiguieron llevarlo acabo lejos de la mano de los arquitectos. La casa para todos sigue siendo nuestra asignatura pendiente. Si nosotros arquitectos no nos.ponemos a.ello, otros lo harán. Pero podremos llevarlo a cabo con el trabajo conjunto de.ingenieros y arquitectos técnicos. Si seguimos sordos como decía Kroll, seguiremos fracasando.

    • Miguel Ángel Díaz Camacho - 4 agosto, 2014, 20:57

      Gracias Pablo, suena muy bien lo que dices, «la casa para todos». La arquitectura ligera tiene un enorme potencial y efectivamente, si conseguimos trabajar en equipo con otros técnicos y compañeros, estoy convencido del desarrollo y enorme impacto social y medioambiental que se podría alcanzar. A por ello!!! Un abrazo.

  • Ana Asensio - 1 agosto, 2014, 12:48

    Genial Miguel Ángel.
    Voy a contar rápido una pequeña anécdota. Estando en un congreso en Sduamérica, conocí a unos arquitectos brasileños muy muy interesantes. En su conferencia planteaban estructuras súper ligeras, simples cascarones flotantes y móviles. Ellos explicaban impotentes: No podemos comprender cómo en un país como el nuestro, donde nuestros mayores desastres naturales vienen por inundaciones y pérdidas de terreno, tratamos de responder al sistema siempre con una arquiectura masiva y agarrada al suelo con todas sus fuerzas.
    Su arquitectura reproducible y seriable, liberada del suelo, independiente de él, y la frescura de su propuesta me impactó mucho, y me la ha recordado tu texto. Gracias!

    • Miguel Ángel Díaz Camacho - 4 agosto, 2014, 21:04

      Gracias Ana, la anécdota es muy pertinente…¿recuerdas el nombre de esos arquitectos? Llevamos muchos años intentando desarrollar una arquitectura sensata a nivel económico, social y medioambiental, en mi caso particular sin renunciar a unos valores culturales propios de la disciplina y de los que me considero deudor en cierta medida. El hecho es que la inercia del sistema hace que aparezcan resistencias más allá de lo razonable, y España es un país de resistencias, del terrible «más vale lo malo conocido…», pero también es un terreno abonado al cambio con un gran potencial y este es un muy buen momento para pensar en las conexiones de la arquitectura con muchas otras cosas…y para decirlas en alto. Gracias por tu comentario, un abrazo.

  • Miguel Ángel Díaz Camacho - 4 agosto, 2014, 20:55

    Gracias Jesús, así es, uno de los grandes causantes de la burbuja inmobiliaria fue la reforma de la Ley del Suelo de 1998, liberalizando el país y convirtiendo todo el territorio en urbanizable para la alegría de alcaldes y concejales sin escrúpulos. Otras leyes posteriores y anteriores tampoco ayudaron a establecer un marco sensato para el desarrollo inmobiliario de este país, esperemos que se haya aprendido la lección, aunque a la vista de algunas leyes recientes (Ley RRR, por ejemplo) queda un enorme espacio para la duda. Un abrazo.

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