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La arquitectura es por antonomasia la disciplina de dar respuestas, no de hacerse preguntas. Nuestra misión es arrojar soluciones a los problemas que nos plantean. Es lo que aprendemos a hacer. Encontrar soluciones para el proyecto planteado, para la construcción, para su ejecución. La duda no puede, o no debe existir. En un proyecto no se investiga de la misma manera que en una investigación que pretende o debe pretender aumentar o ampliar el conocimiento.

«Sólo sé que lo sé todo»: La doctrina arquitectónica

La scuola di Atene de 1509 de Raphael

 “La inteligencia no es […] la capacidad para resolver problemas, sino […] la capacidad para plantear problemas.”Jose A. Marina

 

Platón, a través de un famoso diálogo, expone en su obra Teeteto o de la Ciencia su teoría del conocimiento y, curiosamente, para poder explicarla, comienza reflexionando sobre el opuesto: el desconocimiento. En la disertación aclara que la ignorancia consiste en creer que se sabe lo que no se sabe. Sócrates, uno de los personajes que aparece, pronuncia su famoso “sólo sé que no sé nada”, evidenciando la clave central de la teoría de Platón: el inicio del conocimiento es admitir que no se sabía nada y que sólo se tenían opiniones. La ruptura con la ignorancia surge en el instante en el que una pregunta se expone de tal modo que obliga a investigar, contrastar, refutar, demostrar y comprobar las hipótesis en busca de una respuesta. Formular una pregunta implica, por tanto, anular la opinión o creencia que le impedía ser pronunciada. Algo que a los arquitectos nos cuesta mucho.
El que se estén elaborando en la actualidad más tesis en arquitectura que antaño tiene dos explicaciones fundamentales: la crisis y el cambio de sistema en la universidad española. Lo que me resulta más sorprendente a nivel personal es que se critique que haya aumentado la producción de tesis. ¿Podemos imaginar una disciplina que critique la búsqueda de conocimiento? Pues eso hacemos nosotros. La producción de tesis en arquitectura ha sido señaladamente bajísima al lado de otras en el último siglo, y actualmente que ha ascendido hasta un nivel cercano al de otras áreas universitarias, nos echamos las manos a la cabeza. ¿No deberíamos alegrarnos de que se investigue por fin en arquitectura?1 ¿No será que el problema no es el número de tesis sino que nos creemos tan sobrados que no consideramos necesario hacernos preguntas? La triste realidad es que no se están haciendo más tesis como primer paso para vencer la ignorancia, como nos decía Platón, sino por una obligación burocrática, tratando de cumplir el expediente más que de aumentar el conocimiento en arquitectura. Es el gran desprecio hacia la investigación existente en la disciplina, como si no pudiera aportar nada. La definición de ignorancia que daba Platón la hemos erigido doctrina: no nos hacemos preguntas porque creemos tener todas las respuestas. Hasta hay sectores que defienden que una tesis debería ser un compendio de proyectos arquitectónicos realizados por uno mismo. Ese es uno de los ejemplos que mejor prueban que estamos adoctrinados en la ignorancia, que creemos tener todas las respuestas.
No creo que debamos criticar que se vengan haciendo más tesis doctorales en los últimos años, porque hacerse preguntas es el detonante para el conocimiento, sino que debemos reprocharnos que siendo un país de referencia en arquitectura, ¿cómo es que ni siquiera nos hemos preguntado cómo debería ser una tesis en nuestra disciplina?

Notas de página
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La arquitectura es por antonomasia la disciplina de dar respuestas, no de hacerse preguntas. Nuestra misión es arrojar soluciones a los problemas que nos plantean. Es lo que aprendemos a hacer. Encontrar soluciones para el proyecto planteado, para la construcción, para su ejecución. La duda no puede, o no debe existir. En un proyecto no se investiga de la misma manera que en una investigación que pretende o debe pretender aumentar o ampliar el conocimiento.

Por:
Blanca Espigares Rooney (Granada, 1976) es arquitecta por la ETSA de Sevilla y como tal ha trabajado en concursos y obras, aunque más en particular en restauración, ciudad, patrimonio y paisaje. En este campo, desde 2009 se encuentra desarrollando su tesis que verá culminada proximamente. Bloguera y amante de las tecnologías y las redes sociales, está implicada en el desarrollo de nuevas prácticas pedagógicas a partir de ellas.
  • Miguel Ángel Martín C. - 5 enero, 2015, 17:47

    Pues ¡cuanta razón tienes, Blanca!, pero este razonamiento no lo entenderán más que las próximas promociones de la profesión. Las divinidades seguirán en Venus, pero los nuevos docentes apuntan un aterrizamiento en la realidad intelectual. Y es verdad que la crisis ha forzado a repensar.

    • Blanca Espigares Rooney - 5 enero, 2015, 17:51

      Gracias Miguel Ángel por el comentario. El problema va a ser que no llegue a haber nuevos docentes y salten una generación que es lo que está ocurriendo con los recortes, pero eso es harina de otros costal.

  • Alfonso Mollinedo - 18 febrero, 2015, 15:42

    …interesantes reflexiones Blanca, un placer leer esto…. aún siendo todo un compacto me quedaría con tu última intención de alcanzar un sentido…. lo suficiéntemente serio cómo para replantear …un cordial saludo

  • Manuel Saga - 18 febrero, 2015, 16:42

    Totalmente de acuerdo.

    Hace pocos días hablábamos de esta misma frase de Platón/Sócrates. Si por cada cosa que uno «sabe» surgen muchas más que «no se saben», llegar a saber que no se sabe nada es casi echarse un pegote. El más desconocedor de la humanidad realmente debería ser el más sabio, el que sabe todos los entresijos chuecos del conocimiento.

    Aquí en Colombia hay aún poca tradición de doctorado en Arquitectura, pero sí muchos doctores, todos con PHD de universidades extranjeras. Puedes imaginarte hasta que punto está vivo este mismo debate, con todo el gremio tradicional de las grandes Bogotá y Medellín contra el colectivo de académicos que están regresando de EE.UU. y Europa. Muy interesante la verdad. Thrash metal.

  • Julio - 20 febrero, 2015, 3:55

    Excelente Blanca: Es una realidad que también se vive en latino América (específicamente en Bolivia), este hecho a mi parecer, se contrasta mucho con la decepción de la profesión de los jóvenes arquitectos que ya no le encuentran sentido a nuestra profesión y reflejan una preocupante frustración en sus mismos comentarios de páginas sociales. Ojalá existiera más colegas como tú, que en vez de buscar culpa en la profesión hace una mirada a las personas que quieren ejercer la arquitectura. Realmente excelente nutriste un aporte importantísimo.

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