Dau Rodó, Joan Brossa, 1969. Poema-objeto, colección MACBA.
Según la revista Nature las universidades del año 2030 se parecerán muy poco a las ahora vigentes. Aquellas incapaces de asumir algunos giros evolutivos, sencillamente, se extinguirán1. No se trata aquí de hacer una radiografía sobre el estado actual de la enseñanza, cuestión tan dispar y variopinta como el zodíaco. Tampoco de especular sobre su futuro. Interesa tan solo observar algunas conexiones fértiles para el proceso de aprendizaje en arquitectura.
Conectar con lo universal.
Decía Sou Fujimoto que el primer objetivo de cualquier escuela debería ser la creación de fans de arquitectura2. Sería muy meritorio perseguir este objetivo en todas y cada una de las clases, asignaturas o materias. La experiencia arquitectónica no distingue departamentos ni competencias, y es por ello que la transversalidad se antoja como una actitud irrenunciable: la auténtica enseñanza de una materia integra todas las demás como contenidos colaterales. En arquitectura no hay temas menores, bien lo sabían los viejos maestros, verdaderos diletantes de la geometría, la técnica, el cálculo, la historia o el dibujo, avezados furtivos de la arquitectura como tema universal.
Conectar con lo informal
La posibilidad de encontrar lugares no programados favorece la socialización del debate, el intercambio, la actividad espontánea, el aprendizaje colaborativo, la experiencia dentro del grupo reducido y al mismo tiempo, el sentimiento de pertenencia a una comunidad: la arquitectura de las relaciones 3. El otro espacio, el virtual, establece ya un nuevo y poderoso canal informal para la educación expandida en arquitectura. Debemos aprovechar las sintonías y posibilidades de la red por su accesibilidad, su extensa capacidad para generar y compartir contenidos, crear comunidades y, sobre todo, por su absoluta coherencia y compatibilidad con cualquier proyecto académico4.
Conectar con el alumno.
El alumno actual presenta dos características propias de su tiempo: verdadera vocación y destreza para con lo digital. Malgastar su talento en la copia de textos al dictado no tiene ningún sentido: los temarios y las bibliografías están en su poder. El encuentro presencial debe ser revalorizado como una oportunidad para la exploración y el trabajo conjunto en la resolución de problemas o la manifestación de conflictos. El alumno conectado puede aprender y conocer; el alumno en el aula debe encontrar motivación para explorar y pensar 5. Muchas son las técnicas a nuestra disposición para fomentar la creatividad desde condiciones de entorno: proyectos participados, maquetas colectivas, flipped classes o lasconocidas maniobras TGT (De Vries y Edwards, 1973). Los resultados son positivos.
Conectar con la diversidad.
Cualquier metodología para la enseñanza de la arquitectura ha de estimular los muy diversos intereses de un alumnado cada vez más diversificado y precoz en el abordaje del mundo profesional: tecnología, moda, investigación, cooperación, docencia, marketing, comunicación, ingeniería, diseño, programación, gestión o mediación, los límites de la arquitectura se amplían y ramifican en un proceso expansivo sin precedentes. Debería ayudar el actual sistema de grados (ciclo genérico) y máster (especialización), un sistema pactado en Bolonia y que al margen de la inevitable polémica, habilita múltiples perfiles híbridos y transversales en un escenario profesional complejo, global, diverso y competitivo.
Conectar con la sociedad.
Se debería elaborar un ranking de escuelas de arquitectura en función de su participación activa y mejora de la vida en algún lugar. Hace poco Víctor López Cotelo nos contaba en Madrid su proyecto de rehabilitación del antiguo hospital militar de Granada como escuela de arquitectura. Una sala de exposiciones abierta al público mostrará los trabajos de los alumnos y servirá como espacio de debate y participación. Como si la enseñanza de la arquitectura y la realidad en la que ésta se inserta trazasen un plan conjunto sobre su destino común6.
Conexiones improbables. ¿O tal vez no?
Hola: enhorabuena para Miguel Ángel por el artículo; del que encuentro especialmente interesante el apartado «Conectar con el alumno», y cómo el encuentro presencial, y el debate que allí se produce, se ve reforzado por la habilidad digital de aquél (el alumno) en la búsqueda de información. Un abrazo, Andrés
Gracias Andrés, efectivamente, poco a poco los procesos de aprendizaje informal que ahora tienen lugar en la red irán calando en la estructura académica, complementando al principio y transformando después la planificación docente de muchas asignaturas. En realidad, esta evolución desde el modelo de enseñanza local y artesanal a otro global y digital (hiperconectado), ya ha comenzado sin anunciarse. Como todos los cambios verdaderamente importantes. Un abrazo.
Amigo Miguel Angel, gracias por tu artículo en el que has hecho un fabuloso síntesis de algunos de los cambios a abordar en la educación de la arquitectura. Dices bien al señalar que «los límites de la arquitectura se amplían y ramifican en un proceso expansivo sin precedentes», este es el camino para evitar la extincion de la profesión y de las escuelas donde se enseña. Añadiría una referencia al profesorado. El profesorado ha de recoger esa diversidad de prácticas arquitectónicas y no arquitéctonicas. Los equipos pluridisciplinares, tan necesarios para el éxito de nuestras propuestas arquitectónicas deberían ser la noma en las aulas. Profesionales ( profesionales que no puramente académicos) de tan diversos campos como la biología, la historia del arte, la moda o la economía deberían formar parte de la enseñanza de la arquitectura, así conseguiríamos arquitectos capaces de tener éxito laboral en un mundo de profesiones cada más difuminado. Que suerte tienen tus alumnos de tenerte como profesor! L
Gracias L. por tu comentario. Imagino la situación que propones y me parece que camina hacia la diversidad que se propone en el artículo. Para ello es prioritario que cambien las bases estructurales de la universidad, en España dictadas por ANECA y sus porcentajes de doctores o acreditados, un sistema muy alejado del propósito al que haces referencia y que fomenta carreras académicas extenuantes que terminan convirtiéndose en un fin en sí mismo, un sistema completamente al margen de cualquier registro o señal del mundo exterior, un planteamiento mejorado tan solo por la sensibilidad y el trabajo de muchos profesores y alumnos cada día en las aulas (y en la red). Aprendamos de ellos. Suerte la mía de tener amigas como tú! Abrazos.
Magnífico artículo de Luis Garicano publicado en El País el 8 de marzo de 2015: ¿El fin de la clase magistral?
http://economia.elpais.com/economia/2015/03/05/actualidad/1425575098_421184.html