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¿Quién se ha llevado mi queso? O sobre la estructura colegial y la propiedad intelectual

Montaje fotográfico realizado por el autor: el grito de E.Munch sobre la imagen de la última asamblea del Consejo Superior de Colegios de Arquitectos de España, CSCAE, el pasado mayo (fotografía de D. Carreño)

Hablar de la estructura colegial en positivo no está de moda… de hecho, si hiciéramos caso a muchos de los comentarios y opiniones que en las redes se vierten al respecto, pareciera que lo mejor fuera disolverla y así, muerto el perro, se acabaría la rabia…

Es verdad, observando muchas de las herencias recibidas o de los modos y formas de hacer, no es extraño sentir desazón por el panorama que vivimos. Es muy duro pasar estos años de profunda reconversión  profesional con las carencias que percibimos y no poder hacer más que apretar dientes… Después de llevar años colaborado con elCSCAE y losCOAs desde dentro y fuera de ellos, he podido percibir  lo complicado que llega a ser dar cauce a la lógica y al sentido común dentro de inercias adquiridas y de intereses establecidos; y aun cuando esto se logra, más complicado es poder llegar a comunicar, de forma serena, los por qué de las causas, de las opciones tomadas o de las ausencias de resultados tangibles. Como toda obra humana, está sometida a los límites que de natural tenemos…

No nos engañemos, ni sería responsable inducirles a pensar diferente: la estructura colegial, con sus mimbres desvencijados,  modos pasados de tiempo, y demás vergüenzas –las conocidas y las no tan conocidas- no es muy diferente de resto de instituciones como la universidad o la administración –no es consuelo, es un dato-;  solo que, en este caso que nos ocupa, es la institución que puede hacer valer la opinión de los profesionales y articular una interlocución adecuada con las administraciones.  Así pasó  en el caso de Bolonia, en la que la acción de la estructura colegial fue determinante a la hora de sacar las castañas del fuego a las Escuelas –algo que deberían recordar quienes desde éstas ejercen la competencia desleal con todos nosotros por medio de sus “proyectos de investigación”-  o lo que está ocurriendo –crucemos los dedos para que no se tuerza- con la LSCP… quienes hemos trabajado con la administración desde fuera de la estructura  colegial, sabemos lo que cuesta que alguien descuelgue el teléfono.

Así, aunque solo fuera por pragmatismo entiendo que el mejor camino dada la coyuntura es trabajar para mejorar la estructura que tenemos y transformarla en positivo… esto me da pie a reflexionar sobre si el ambiente de crítica un tanto destructiva en el que nos vemos inmersos en el día a día realmente ayuda a mejorar la situación o empieza a convertirse en sí misma una patología… la vida y la realidad son complejas, con infinitos matices, lejos del blanco  y negro;  esto no nos debe llevar a ser conformistas, mas al contrario, nos obliga a ser imaginativos y hacer de las necesidades virtudes. Es muy bueno poder identificar nuestras carencias, pero no debemos quedarnos encerrados en ellas.  Es responsabilidad de todos, de quienes forman opinión y de quienes dejan que se la formen, poder ir más allá de obviedades superficiales.

 

Un ejemplo de cómo la estructura colegial puede llegar a ser realmente útil a todos es que es necesaria para resolver los obstáculos que impiden poder aplicar de forma efectiva la Ley de Propiedad Intelectual en nuestro campo profesional, un aspecto  no resuelto aún.  Abordar este problema por libre, sin  contar con los COAs solo podría servir para dar de qué hablar en foros, pero sin una repercusión efectiva.

Las leyes y tratados internacionales –desde el tratado de Berna al RD 1/1996, de 12 de abril, pasando por diferentes normativas de otros países- reconocen la producción arquitectónica como objeto de reconocimiento de propiedad intelectual (PI).

Sin embrago, a la hora de aplicar este reconocimiento, no existen herramientas reales que así lo posibiliten: la propia ley que limita los derechos de explotación en cuanto la obra trasciende al dominio público o se encuentra en la vía pública  (¿de quién es la ciudad o el paisaje urbano?) o la problemática de poder identificar la autoría en procesos de producción complejos que abarcan desde un boceto a la publicación de una revista pasando por sistemas de ejecución industriales. Al no ser viable la identificación de la PI, se soslayan de facto los derechos morales que tanto daño genera a muchos compañeros…  la solución pasa por poner de acuerdo a la industria –muchas industrias-  y a  la administración…. Ya ven, un debate más urgente y necesario que otros.

No sé ustedes, pero si he de recibir,  me apetece más por hacer dentro que por no hacer o deshacer….


Sobre la Propiedad Intelectual en la arquitectura: enlace
España: RD 1/1996, de 12 de abril.
Mundial  tratado de Berna
Por:
Arquitecto desde el año 2000. Miembro de la Asociación de Arquitectos (aA), ha sido vocal de la Junta de Gobierno del COAM y asambleísta en el CSCAE.
  • Rodrigo Almonacid - 30 julio, 2014, 23:18

    Muy interesante tu reflexión y el hecho de compartir tus experiencias, Diego.
    Me parece que ir «contracorriente» apostando por trabajar desde dentro de los COAs puede ser una vía (no exclusiva) para rescatar valores y derechos perdidos por nuestro colectivo, pero… ¿por qué los Colegios se niegan a hacernos partícipes en «modo colaborativo» a los arquitectos (colegiados o no, que ésa es otra…) en las tareas ejecutivas? Si se nos mantiene al margen para debatir y participar, no es extraño que digas que la labor comunicativa es complicada a la hora de argumentar con la verdad de los hechos. Si olvidamos la transparencia, mal futuro, amigo.
    Enhorabuena por el post.

  • :)iego - 31 julio, 2014, 3:35

    Gracias Rodrigo por la valoración positiva que haces…
    Respecto a tu pregunta, disculpa si no llego a contestarla del todo porque cada Colegio puede llegar a ser un mundo en sí mismo, con su propia idiosincrasia, muy diferente a otros, por no hablar del Consejo que tiene su propia dinámica…. te puedo hablar de lo que conozco, que puede ser muy diferente a otras experiencias…

    No sé hasta qué punto la crisis que vivimos hace que los colegios se pongan a la defensiva… piensa que en estas estructuras, que por lo general son costosas de mantener y en los últimos años son muy deficitarias no falta quien opina que se deben presar servicios sólo a quien las costee… Personalmente opino que este punto de vista es por un lado un error y por oro una falsedad, porque es verdad que son las cuotas las que inicialmente mantienen a los colegios, pero es el prestigio de todo el colectivo y su buen hacer lo que otorga representatividad a la estructura colegial ante la administración y sociedad. Y al contrario, no hacerlo bien le puede negar dicha representatividad… no somos pocos los que pensamos que si la administración se planteó un texto inicial de la LSCP como el que se planteó era en parte por cierto desprestigio profesional…

    Pienso que a todos, colegiados o o, nos interesa que los colegios tengan la máxima capacidad de interlocución, entre nosotros, en las universidades, ante la administración y ante el resto de la sociedad… se puede percibir cierta desconfianza quizás más entre nosotros, pues una de nuestras herramientas es el sentido crítico y analítico… es un desafío poder llegar romper las desconfianzas y poder además incorporar el sentido creativo en la resolución de los problemas…

    Imagino que es cuestión de tiempo e inteligencia para poder superar las carencias actuales… imagino que acciones como este blog puede ayudar a ello..

  • Manuel Aparici - 31 julio, 2014, 9:18

    ¿Estructuras deficitarias? ¿y cuando no lo eran?.
    Pretender cambiar cuando las cosas van mal puede que sea síntoma de no haber trabajado en la dirección adecuada cuando las cosas iban bien.
    Es como decirle a una mujer cuánto la quieres después de haberle dado una hostia. Eso es violencia de género, y lo de los colegios, también.
    Algunas cosas hay que cortarlas de raíz para que otras nuevas empiecen.

    • :)iego - 31 julio, 2014, 21:07

      estimado Manuel, no quererlas cambiar ni aún cuando van mal sí me parecería raro… yo no he vivido ninguna época dorada de los colegios, tendrías que preguntar a quienes estaban entonces; es verdad que hubo voces que advirtieron de la situación ¿quiénes se preocuparon? sólo desde el 2004 hubo quien levantó la voz de alarma, pero no fue hasta que la realidad se impuso de forma tozuda que no se han iniciado algunos cambios tímidos. Date por seguro que o se cambia en épocas como la actual -crisis significa eso exactamente, cambio- o no esperes que si las cosas van bien haya quien quiera remozar nada… hace falta mucha visión de futuro, y si en el resto de la sociedad no lo percibimos ¿por qué los COAs van a ser diferentes?

      Lo que expresas es un sentimiento respetable, pero casa mal con la realidad de los Colegios en los que la participación de los colegiados es mínima en procesos electorales o en asambleas… es verdad que es un círculo vicioso: como no siento que el COA haga nada útil por mí, paso del COA, con o que al final son las mismas personas las encargadas de gestionarlos, así que repiten las mismas acciones porque no hay quien entre a renovarlos…

      ¿que prefieres borrarlos del mapa? ya te digo, pertenezco a una asociación (aA) desde antes de entrar en un Colegio de forma efectiva, en la que humildemente creo hemos podido hacer cosas, a un precio de tiempo y esfuerzo no equiparable con la capacidad que tienen los colegios a la hora de trabajar con la administración… ¿y qué organizamos en su lugar? clubs privados/ asociaciones/sindicatos/agrupaciones… cada uno de ellos tendrá sus intereses particulares y estará sometido a la acción y capacidad humana, exactamente igual que los Colegios…

  • Alberto Ruiz - 31 julio, 2014, 10:02

    Gracias Diego, por la visión «desde dentro» de un asunto tan interesante.

    Personalmente, tengo con los COAs una extraña sensación, algo así como el «síndrome de la ONU». Si les escuchas hablar de sí mismos, lees sus estatutos fundacionales y sobre todo, no planteas salir del mundo de lo políticamente correcto, cualquiera diría que el universo no podría funcionar sin ellos. Luego está la realidad, claro…
    «Institución que puede hacer valer la opinión de los profesionales y articular una interlocución adecuada con las administraciones». ¿Que significa eso exactamente? Y sobre todo, para ese fin, ¿es necesaria una estructura (y más si es «deficitaria») como la actual?
    Bolonia y la LSP (no olvidemos que hasta la intervención del Colegios, la dichosa ley no tenía la C por ninguna parte) son los grandes éxitos que se repiten machaconamente como prueba del caracter imprescindible de la institución. Tengo la impresión de que en tu artículo obvias la intervención en ambas de cualquier otro agente, individual o colectivo, que pueda haber tenido influencia en su, todavía incierta, resolución. Si se resuelve el problema con la Ley, serán los Colegios, faltaría más, los que nos hayan salvado del desastre. Si el largo plazo da la razón a los pesimistas (y será deformación profesional pero yo creo que esto no ha terminado ni mucho menos de dar guerra), ¿quien se va a responsabilizar de haber reaccionado tarde y mal, de haber tenido en la más absoluta inopia a los colegiados o, peor aún, de haber estado en esa absoluta inopia hasta aquel fin de año en que todos nos encontramos el borrador en internet?
    Tú hablas de crítica destructiva. Para una insitución que funciona con un sistema basado en «o estais conmigo (previa colegiación OBLIGATORIA) o ya podeis dedicaros a otra cosa», no debería suponer un problema escuchar alguna voz discordante de cuando en cuando. Total, hasta Ban Ki Moon las aguanta…

    Te agradecería, en cualquier caso, que ampliaras esa información sobre «competencia desleal mediante proyecto de investigación» o que al menos concretaras a qué «Escuelas» te refieres…

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