Plano editable de un proyecto de vivienda incremental de Elemental. Disponible a descarga en su página web.
Unos pocos años después de que FOA me enviara, nunca sabremos si por generosidad o por negligencia, un CD lleno de archivos de AutoCAD, Ecosistema Urbano subía a su web lo que llamaron el «Air Tree Commons«. Los enlaces de descarga llevaban (y aún lo hacen) a los planos del proyecto de ejecución del pabellón de Madrid en Shanghai en formato PDF.
Con este gesto, quizás aún más simbólico que práctico, hacían honor a uno de los sueños fundacionales de Internet: compartir información. Al compartir el proyecto técnico, la fuente de la arquitectura, estaban convirtiendo el pabellón en open source para que «cualquier persona, entidad o empresa [pudiera] copiarlo, construirlo, venderlo y modificarlo en total libertad». Un dejar hacer diametralmente opuesto a tendencia de tantos otros arquitectos a evitar la copia, impedir la modificación, sacralizar la autoría o generalizar el uso de las patentes.
Una cosa que no llegaron a hacer, sin embargo, es compartir las memorias y las mediciones, como alguien sugería en respuesta a su iniciativa. Tampoco llegaron a incluir los archivos editables, como sí había hecho FOA en aquel CD… o como hacía más recientemente la oficina Elemental al poner a descarga en su página web los planos de cuatro proyectos de «vivienda incremental», en un gesto coherente con la vocación replicable y adaptable de dicha tipología.
En estas propuestas, interesantes aun con sus limitaciones, subyace un hallazgo que ya nos enseñó Internet: al compartir, también gana quien comparte. Estos estudios no (solamente) estaban siendo generosos: estaban entendiendo la originalidad y el beneficio de otra forma.
Igual que en Google saben que al documentar y facilitar el uso del Material Design está extendiendo su alcance y dominio sobre el ámbito del diseño de interfaces, en Ecosistema Urbano sabían que estaba posicionando una forma diferenciada y única de entender la arquitectura, y desde Elemental son muy consciente de que al liberar su «vivienda incremental» están creando un concepto arquitectónico que, en última instancia, lleva hasta ellos, y cuya generalización no haría sino respaldar su trabajo.
Todos sabemos, además, que un proyecto de arquitectura no se puede copiar sin más. Que incluso en la adecuación de un mismo diseño a otro lugar intervienen tantos factores, tantos saberes y recursos, que cuando uno comparte los planos sólo está transmitiendo una ínfima parte de todo lo necesario.
Estos intentos, por tanto, quedan aún muy lejos de los sofisticados sistemas de colaboración online, control de cambios y distribución de código que se usan en el software libre, y no digamos del sistema de licencias que les da soporte.
Pero quizás esto sólo sea el comienzo de algo más profundo y con más impacto. Quizás mañana alguien haga lo mismo usando archivos editables y estándar, incluya el proyecto completo… y además lo haga sobre la marcha, abriendo el desarrollo del proyecto a la colaboración externa.
¿Os he hablado ya de Opening Design? Recordádmelo para un próximo artículo.
Muy interesante el post. Ojalá invite a reflexionar a una profesión, en general, recelosa de compartir.
¡Gracias por el comentario, Laura! Coincido contigo. Y más cuando, en realidad, esta profesión se basa en el conocimiento compartido. ¿Quién no ha tirado de prontuarios, del Neufert o de bancos de bloques de CAD y detalles constructivos? ¿Qué es la arquitectura tradicional sino conocimiento compartido, mejorado y acumulado en el tiempo?