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AUDIOSFERA_ Exposición en Reina Sofía, croquis de la autora Marta Pelegrín
En octubre 2020, se inauguró en el MNCA Reina Sofía la exposición Audiosfera. Experimentación sonora 1980-2020 con más de mil obras de creación sonora y música experimental. La adecuación de los espacios de la tercera planta del edificio de Sabatini por Marta Pelegrin y Fernando Pérez, MEDIOMUNDO arquitectos, se proyecta como disposición a la escucha, para explorar otra forma de relacionarse con estas producciones sonoras que a pesar de ser “inmateriales” están expuestas.
La palabra disposición que se refiere tanto a un concepto espacial (disponer 1, exponer) como a una actitud (estar en disposición o dispuesta a), un modo de interactuar y escuchar. La propuesta del MNCARS es sin objetos ni imágenes, es ofrecer espacio para la posibilidad de alterar el habitual direccionamiento de la atención del espectador, de la “obra-fuente” –que provee de estímulos objetuales, visuales y experienciales, más frecuentes en el arte contemporáneo- hacia los propios materiales (inmateriales) audibles, e interiorizarlos a través de la escucha.
Hay una cierta contradicción 2 en la voluntad de acotar entre muros de un museo algo tan ligero como los sonidos.
El proyecto de los espacios para la escucha de Audiosfera, tiene pues una envolvente y un recorrido predeterminados en el edificio de Sabatini.
Como instaura ya la clásica representación del espacio renacentista a través de la perspectiva, la arquitectura no es un fenómeno sincrónico sino sucesivo y genera una experiencia del espacio secuencial, que queda pautada por el tiempo, en este caso, el tiempo de la escucha. El proyecto de arquitectura por tanto implica proyectar la experiencia del espacio en el tiempo y viceversa.
Una mirada rápida por la tradición de la arquitectura del sonido, desvela una condición específica, de la arquitectura como caja mágica para el sonido. Conocidos son el instrumento telescópico de Bayreuth para Wagner, la catedral burguesa para la foule en Paris de Garnier, la Gesamtkunstwerk en el Burgtheather de Semper y Hansenauer, y la urbanización de la Fiesta de la vida y el arte la colonia de Damstadt de Behrens y Olbrich, y la trascendente escena de Hellerau de Appia, Dalcroze, Salzmann y Tessenow, fenómenos espaciales que han pautado la experimentación y construcción espacial entorno a las artes, sobretodo, al arte sonoro en constante evolución. Son quizá fértiles arqueologías que crean, sirviéndose de arquitectura, nuevas sensaciones, nuevos sistemas de percepción y placer sensorial. Son espacios para la amplificación y la creación, cuya especificidad impone un acuerdo constante entre la permanencia de la arquitectura y su moldeabilidad, experiencia en la que las artes y la arquitectura se ven implicadas para una negociación necesaria.
En 1890 se comercializa el fonógrafo y ya en 1925 se graba y se reproduce música mediante de dispositivos electrónicos, multiplicando así las posibilidades del espacio adscrito al tiempo demandado por la escucha. Hoy la electrónica nos permite observar desde múltiples plataformas, otros sonidos que generan otros espacios aún por representar. A pesar de ello, la demandada conjunción de tiempo y espacio como creación artística ha generado asimismo otros grandes ejemplos donde la arquitectura y el espacio nacen proponiendo una experiencia conjunta, pabellones que el circuito de exposiciones y espectáculos han sumado como laboratorios de experimentación en la producción de música espacializada y el espacio sonoro. Conocidos también son el Pabellón Phillips de Xenakis y Le Corbusier, el pabellón IBM de Saarinen, el Arca de Prometeo de Piano y Nono o el pabellón suizo en Hannover de Zumptor. Son exquisitos aparatos sonoros, instrumentos de comunicación ligados a las propuestas sonoras y experiencias secuenciadas con ritmo, un principio y un fin. Frecuentemente estas experiencias y estos edificios están ligados a su propio espectáculo, no viven sin él y existen para él. La obra sonora se completa con esta experiencia.
La mirada contemporánea sobre el espacio nos corrobora e impone cada vez más proyectar edificios que pueden servir para muchos usos, un hospital o una fábrica puede ser casi todo, un museo también. Las salas de la planta tercera del MNCA Reina Sofía para Audiosfera se disponen entre una y otra tradición, asumen el riesgo de no ser espacios pensados para la escucha, pero sí dan la oportunidad de que la información y la experiencia paute un recorrido guiado sin más atributos que los heredados por las salas existentes, ponderados con luz y color, y con lugares para el asiento 3.
Idear el espacio para la escucha de archivos sonoros que el público recibe por medio de auriculares individuales sincronizados con el tránsito y paseo de sala en sala no es sencillo. Así, a través de la agrupación recopilada para cada sala, se muestran aquellas producciones y prácticas culturales que han problematizado cuestiones esenciales en el trabajo creativo como la distinción entre autor o productor, lo individual o colectivo (do it your self, do it together), la industria y creación, academia y cultura experimental, underground, profesional y amateur. Son categorías reformuladas, que han generado otras estéticas paralelas a las más presentes, y cuya trascendencia cultural es de nuevo reconocida en esta ocasión. La muestra se articula en torno a siete secciones que atienden a diferentes procesos sociales, tecnológicos, históricos y culturales: genealogías, redes, mega-accesibilidad, ciborgización, estetogénica, recombinación y derechos. Estos procesos se han ido generando colectivamente y están ampliamente extendidos hoy en día, ahora identificados, reconocidos o analizados artísticamente. A cada sala se accede desde un espacio umbral, antesala donde la escucha informa de la trascendencia que el entorno sonoro ha supuesto en el cambio de siglo. En la sala final, que también es el principio, las obras sonoras se disponen en abierto, ahora sí, en el espacio para ser experimentado.
Sabemos que T. W. Adorno defendió que la música, en tanto que obra de arte, puede hacer progresar a las personas y a la sociedad mediante un avance del pensamiento. Pero en el texto Sobre el carácter fetichista de la música y la regresión de la escucha (Adorno, 1938) advierte tempranamente que los medios de comunicación de masas la convierten en mercancía, adiestran a través de la repetición, el oyente simplifica su criterio y su nivel de exigencia. Audiosfera propone escuchar otra realidad latente, una multitud de creaciones que trascienden a este vaticinio adorniano. Las piezas sonoras expuestas recogen la producción cultural entorno al cambio de siglo XX al XXI. El extenso conjunto de audios propone una reconsideración crítica y constructiva de los cambios recientes en la concepción artística del trabajo creativo con sonido y de sus efectos.
Hacíamos referencia a la doble dirección que compromete al proyecto de arquitectura, proyectar hacia adelante y hacia atrás, both directions at once, como John Coltrane sugería desarrollar una pieza de música en una jam session directo. No parece posible sostener este compromiso sin una escucha atenta, intencionada y proyectiva, radical contingencia que se presenta constantemente en el trabajo de una arquitecta. La exposición, propone al público sumergirse en este ingente legado de audio, trabajo creativo con sonido que da la oportunidad de entrenar una capacidad fundamental para el proyecto: la escucha.
Colofón:
Para obtener el sonido toma cuanto no sea el sonido déjalo caer
Por un pozo, escucha.
Luego deja caer el sonido.
Escucha la diferencia
Estallar.
“El mal”, Anne Carson. En “Hombres en sus horas libres”.