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LLyttenhouse, P. (2012). Beaudoin et Lods. Paris : Editions du Patrimoine. Centre des monuments nationaux.

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Lloyd Alter, «Bring back the Open Air School» , The Tree hugger. July 2020

Desafíos del espacio escolar frente a la pandemia (I)

Escuela al aire libre en el boulevard Bessières, Paris, Agence Rol, 1921 – Fuente : Gallica-BnF.

 

La pandemia ha sumergido en la incertidumbre a la mayor parte de las escuelas del mundo. Esto se hace especialmente visible al comprobar cómo las medidas tomadas por los centros educativos han sido diferentes en cada país. Pero ¿pueden los espacios ayudar a amortiguar la propagación del virus?

 

Jakob Brandtberg Knudsen, decano en The Royal Danish Academy of Fine Arts, sostiene que el incremento de la esperanza de vida se debe tanto a los avances médicos y dotación de hospitales, como a la arquitectura y la ingeniería. Especialmente destaca el papel decisivo que tiene en la salud el canalizar agua limpia y evacuar la sucia, proporcionar viviendas y espacios convenientemente ventilados y soleados y el uso de materiales que eviten agentes patógenos en calles y fachadas. Sin embargo, las enfermedades de transmisión aérea, según ha afirmado el antropólogo social Christos Lynteris, son las menos propensas a producir cambios significativos en ciudades y edificios. 1

 

No obstante, esta última afirmación contrasta con la batalla arquitectónica que libraron algunas escuelas a principios del siglo pasado para detener el avance de una infección cuya transmisión se asemeja al coronavirus: la tuberculosis. Se trata de las escuelas al aire libre y de las escuelas bosque. En ellas, predominaron las aulas completamente abiertas al exterior o, en el caso de las escuelas bosque, incluso su desaparición material; una presencia permanente de la naturaleza donde el aire, el agua y el sol fueron elementos fundamentales; y unas rutinas académicas que otorgaron tanta importancia al ejercicio físico y al descanso como al currículo, apostando por una pedagogía que asumía la dimensión completa del individuo. 2

Casos ejemplares de estos edificios son la escuela bosque Waldschule für kränkliche Kinder en Charlotenburg (1904) diseñada por Walter Spickendorff , la Open Air School en Amsterdam (1927)  de Jan Duiker o l’école en plein air de Suresnes (1935) de los arquitectos Beaudoin et Lods. Estas escuelas reunían en sus estancias tres principios fundamentales de la arquitectura moderna: luz, espacio y apertura. Para ello contaban con grandes superficies de vidrio que diluían los límites con el exterior, una generosa ventilación natural y cubiertas planas que posibilitaban su uso como azoteas transitables.  Asimismo, las estanterías y armarios de cada aula disponían de ruedas para facilitar el desplazamiento de las actividades académicas al exterior. 3 Fue tras la Segunda Guerra Mundial cuando estos edificios escolares fueron desapareciendo, en parte por la mejora de las condiciones de vida en las viviendas y en parte por los avances en vacunas y medicamentos. Además, se alzaron voces críticas que sostenían que el control de la clase era más complejo al exterior y que el alumnado se distraía con facilidad.

 

Hoy día, a pesar de la conciencia sobre las necesidades de salud y ejercicio de los niños, los espacios escolares siguen muy lejos de tener como prioridad el bienestar físico y emocional de éstos. Así, la UNESCO enfatiza, en estos tiempos de pandemia, que las escuelas no son exclusivamente lugares de aprendizaje. Deben proporcionar también respaldo social, nutrición, salud y apoyo emocional, especialmente a aquellos grupos más desfavorecidos. Por tanto, cualquier medida que afecte al espacio, debe asegurar que éste es el contenedor donde reverberan tales principios.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas de página
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LLyttenhouse, P. (2012). Beaudoin et Lods. Paris : Editions du Patrimoine. Centre des monuments nationaux.

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Lloyd Alter, «Bring back the Open Air School» , The Tree hugger. July 2020

Por:
Es arquitecta por la ETSA de Sevilla (2003) y Máster en Arquitectura y Patrimonio Histórico (2008). Primer premio por su fin de carrera en la XXI Edición del Premio Dragados. Se forma en el estudio de Ricardo Alario, con quien comparte actualmente actividad profesional . En 2011 funda junto a Tibisay Cañas, Laura Organvídez, Ana Parejo y Sara Parrilla cuartocreciente arquitectura, una iniciativa creada con el objetivo de mejorar los tres espacios principales en los que se desarrolla la niñez (casa, escuela y ciudad) a través de la investigación, los talleres de arquitectura, la realización de proyectos y el diseño de objetos. Actualmente desarrolla un tesis sobre el espacio de juego exterior en la infancia, dirigida por Ángel Martínez García-Posada. Ha escrito y presentado diversas comunicaciones sobre el playground y el juego del niño en la ciudad.

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