AUTOR: Juan Trias de Bes
The Countryside. Guggenheim New York. AMO / Rem Koolhaas. Foto: David Heald.
Acaba de saltar a escena la exposición que Rem Koolhaas ha inaugurado en el museo Guggenheim de New York, hace pocas horas, el pasado 20 de febrero. En esta ocasión el museo neoyorkino recoge una extensa exhibición como resultado de la indagación que el periodista y arquitecto holandés ha realizado durante los últimos años en el seno del grupo de trabajo del Think Tank de AMO.
Hace 4 años, con ocasión del congreso “Arquitectura y Sociedad” celebrado en Pamplona -bajo la dirección de Patxi Mangado- tuve la ocasión de asistir a la conferencia del mismo Rem Koolhaas, que había sido invitado como uno de los ponentes-estrella del certamen. Aquella ponencia sorprendió a un auditorio multitudinario que esperaba algún tipo de revisión antológica de OMA. En su conferencia, en cambio, Koolhaas describió cómo los avances de producción agrícola eran el detonante de una revolución en entornos alejados de los núcleos urbanos. La primera imagen -tal como lo recuerdo- era una comparativa de la dimensión de un tractor John Deere de los años ’70, con otro de la actualidad. El más moderno, además de no requerir de conducción, disponía de un monitor de videos y de un expendedor de hot-dogs en la misma cabina del vehículo.
Debo reconocer que, si bien en aquel momento la ponencia de Koolhaas me causó una profunda impresión, ahora, a través de las incipientes noticias y artículos consultables en las redes, la exposición me ha producido la impresión de perder una oportunidad. Trataré de explicarlo.
La exposición realiza un recorrido por una serie de temáticas relacionadas con el territorio no urbano, en el que el hilo conductor son las acciones relacionadas con los espacios productivos que tienen como escenario el “countryside”, como lo denomina el mismo Koolhaas. Giga-factorías, tractores y maquinarias de cultivo accionadas por tablets, drones que controlan los cultivos, las amenazas del denominado Permafrost, y en definitiva grandes alteraciones sobre extensiones geográficas del planeta, llenan el espacio expositivo. Mientras el mismo Koolhaas admite explícitamente que este no es un asunto que tiene que ver con la arquitectura, Troy Conrad Terrier – curator de la exposición del Guggenheim- lo describe como un «retrato puntillista de un territorio mutante»… – según palabras textuales del periodista del The Guardian, Oliver Wainwright, la exposición exhibe “un programa sobre curiosidad y preguntas en lugar de proporcionar respuestas”.
Hay ocasiones en que la equidistancia es favorable para contemporizar, dejar espacio al que piensa de manera diferente o sencillamente para propiciar un tiempo de reflexión y búsqueda de respuestas. Sin embargo, creo que hay otras ocasiones en los que hay que posicionarse y pronunciarse; incluso con riesgo de no acertar plenamente. En esto consiste precisamente el oficio del Arquitecto… el hecho arquitectónico es el resultado del mejor compromiso que sus autores consiguen obtener entre la sociedad y los constructores en un cierto intervalo de tiempo.
La exposición del Guggenheim es sin duda un hecho arquitectónico; tanto por su continente como por su contenido: el Territorio. Koolhaas trata de atribuirlo al campo de la antropología y de la sociología. Es posible… pero Koolhaas también es arquitecto. Existen muy pocos arquitectos en el mundo al que se le brinde la oportunidad de una exposición así. Está muy bien identificar y denunciar situaciones como las expuestas -y por ello hay que reconocer el mérito de AMO- pero parece que se ha perdido la ocasión de situar a la Arquitectura -y su contribución- en la escena de la revolución del territorio.
Era la ocasión para hablar de ello; de la oportunidad de la Arquitectura en la era del post-humanismo.
Juan Trias de Bes, Barcelona Abril 2020.