Autor: Iñigo Berriozabal
Click, PL. Click, click-click, C. Click, HA. Click… ¡Bang!: ERROR FATAL “Unhandled Access Violation Reading 0x007c Exception at da09dce8h. Pulse Aceptar para cerrar el programa” ¡Vaya! Una vez más una intensa hora de trabajo tirada por tierra por un estúpido fallo de Autocad… ¡La gran pesadilla diaria de los arquitectos de la era digital!
Este sencillo software, que tantas alegrías y éxitos nos ha dado y que sigue siendo uno de los preferidos y más utilizados en los estudios de diseño del mundo, parece haber llegado a su límite. Los nuevos cánones formales, constructivos, medioambientales y presupuestarios de los proyectos contemporáneos han relegado a este maravilloso programa de dibujo a un segundo plano. El “salto tecnológico” a los sistemas BIM es, para el desconsuelo de muchos, la nueva realidad en la profesión de arquitecto.
Entrecomillo “salto tecnológico” porque podría en realidad calificarse también como de “remolque”; mientras un gran grupo de profesionales continuaban acomodados en el uso de las herramientas de la vieja escuela, las grandes ingenierías y estudios pioneros han arrastrado a toda la industria poco a poco y durante años hacia la nueva era del diseño arquitectónico. Con el gran sentido de autocrítica que nos caracteriza a los españoles, cabría pensar que hemos sido los últimos en subirnos al carro del Building Information Model, pero esto no es del todo cierto; si bien es verdad, que nuestras universidades sí que han ido a la cola de las europeas en la implementación de BIM, perjudicando a varias generaciones de jóvenes que han tenido que formarse por su cuenta, la situación europea en las pequeñas y medianas empresas es bastante similar a la española: una transición lenta y perezosa, un esfuerzo de última hora y una inversión mínima que garantice la supervivencia empresarial en el mercado laboral.
Las ventajas de integrar todos los aspectos constructivos, estructurales, de diseño e instalaciones de un edificio en un único archivo son evidentes, y sin embargo, aún hay oficinas que se resisten a abandonar el programa de dibujo por excelencia que ha venido utilizándose durante las últimas décadas. ¿Por qué razón nos cuesta tanto desprendernos de nuestro apreciado Autocad?
Por un lado, el éxito de Autocad se debe a que supone la evolución natural1 del dibujo a mano sobre papel; se trata simplemente de una digitalización del dibujo, un mero cambio del soporte: del papel al ordenador. Esto dota al programa de una gran libertad y versatilidad para todo tipo de diseños, además de una interfaz bastante fácil e intuitiva. Por contra, los encorsetados programas BIM, parecen a priori mucho menos libres, muy protocolarios y metodológicos; carecen de esa inmediatez que caracteriza al dibujo con lápiz y papel – o ratón y pantalla.
Por otro lado, Autocad tiene una vocación universal desde 1997; salvo contadas excepciones, no había empresa en el sector que no trabajara en el formato dwg con este programa. Sus pequeños competidores MicroStation, Vectorworks o Bricscad no pudieron hacerle sombra. El panorama BIM, por contra, está mucho más fragmentado: Archicad, Revit, AllPlan, AECOsim… Las posibilidades son infinitas y las opciones de interoperabilidad2 con el formato común ifc no funcionan aún todo lo bien que deberían.
Por si no había suficiente con dominar Autocad y los programas satélites de 3dmax, Rhinoceros, Adobe o Sketch Up, los jóvenes vamos a tener que hincar los codos por partida doble con BIM para mantener nuestro atractivo empresarial. Un arquitecto podría pensar que dominando Archicad tiene la vida profesional solucionada, pero lo cierto es que apenas le abrirá la mitad de las puertas del competitivo mercado laboral actual. Archicad, Revit, Grasshoper… y, como publicaba Raúl García en otro post, que les gusten los perros3 . No es de extrañar que más de uno ya esté echando de menos aquel odiado click, click-click, ¡bang! ERROR FATAL.
Iñigo Berriozabal, Febrero 2020
Nacido en Bilbao y graduado en Arquitectura en el año 2017 por la Universidad de Navarra, realizó su Proyecto de Fin de Grado (M Arch) en Ámsterdam, donde reside desde finales de 2018. Tras su experiencia en tres estudios holandeses locales, en la actualidad trabaja como autónomo. Recientemente ha participado en el Festival des Architectures Vives (FAV 2019) en Montpellier.
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