“Desglosar datos, examinando la ciudad como un conjunto de patrones formados por una serie de subsistemas interrelacionados, sirve para verificar los patrones existentes y puede ayudarnos a detectar otros nuevos. […] Nos movemos en el proceso del análisis a la síntesis. Este es un importante y decisivo paso del diseño, que solo funciona si se seleccionan las variables correctas y de forma creativa”.
Denise Scott Brown, 2004
Translating the patterns. “Architecture as SIgns and Systems”
Entre las propuestas ganadoras del concurso World Dataviz Challenge 2019 del Ayuntamiento de Barcelona 1 , se encuentra la que hemos denominado: “Red urbana de refugio climático”, una plataforma interactiva con uso de datos abiertos que pone en relación centros escolares, equipamientos educativos, espacio público, movilidad sostenible y condiciones socio-ambientales con el fin de facilitar el conocimiento de la ciudad actual y promover proyectos de mejora urbana 2. Se propone un modelo de ciudad entendido como un ecosistema urbano en el que sus subsistemas se articulan entre sí, mediante una red de centros escolares interconectados con el espacio público, que serviría de soporte para promover un nuevo equilibrio ambiental de sinergias de cosas y relaciones entre cosas, de edificios, calles, árboles, agua, condiciones del aire, personas, actividades, medios de transporte, etc. Se pretende así innovar desde lo existente, conectando pasado y presente, para pensar el futuro; de conocer y re-conocer la ciudad actual como ambiente y espacio construido, como sistema de relaciones de la vida cotidiana y como conjunto de tendencias o proyectos en curso. Sin estas premisas difícilmente podremos actuar de manera “inteligente” en nuestras ciudades.
Es siempre más necesario hacer visibles las relaciones urbanas ambientales y sociales, a través del uso de los datos -sin olvidar que son un medio más que un fin en si mismo-, una herramienta necesaria de medida, verificación y visualización que permite re-conocer la ciudad y su vida urbana, una vía para promover una mayor gobernanza, transparencia y participación, no solo a nivel ciudadano, sino también entre técnicos e instituciones. La gran disponibilidad de datos ha hecho necesarias nuevas figuras e instrumentos profesionales como los “data Scientist” o “data visualizer”, para seleccionar, tratar, mapificar y hacer comunicables los datos. Sin embargo, sin la visión de conjunto o la capacidad articuladora y propositiva que pueda provenir de los arquitectos y urbanistas, difícilmente el manejo de los datos servirá como instrumento para concretar un proyecto de ciudad “inteligente”.
Se están construyendo también ciudades “nuevas”, “inteligentes” y “sostenibles”, con una gran variedad de soluciones tecnológicas que no siempre representan claras mejoras en el diseño: Masdar en Emiratos Arabes, Songdo en Corea del Sur o la Città Foresta en México son en realidad más barrios y/o extensiones de ciudades existentes, donde la “inteligencia” no asume la complejidad de la vida urbana y en su lugar se promueve la utilización extrema de sensores, la automatización de la movilidad o se exalta el nuevo paradigma del “verde” como reclamos de sostenibilidad. Por esto, cabe preguntarse: ¿si desde la sicología humana se habla de “teorías de las inteligencias múltiples” y se identifican por lo menos ocho – intrapersonal, interpersonal, lingüística, musical, espacial, lógica-matemática, corporal-kinestésica y naturalista-, valdría la pena considerar el problema urbano también desde esta multiplicidad y complejidad de inteligencias? Si se fortalecen las relaciones y el potencial de las diferencias, los conflictos pero también las sinergias, empezaremos a tener siempre más claras unas premisas fundamentales: que el espacio construido, el espacio publico y la condiciones ambientales son indivisibles y, sobre todo, que la ciudad del futuro es ante todo la ciudad del presente.