Reconstrucción en curso del Palacio Real de Berlín como parte del centro museístico Humboldt Forum.
La reconstrucción ocupa una parte importante de la arquitectura: rehacer partes de edificios, barrios o ciudades es base del proceso de su rehabilitación y más importante de su re-habitación tras desastres naturales o humanos. Volver a construir es la definición convencional de reconstrucción, la primera que aparece en el diccionario. Esta visión “occidental” ha acompañado las reconstrucciones tras las dos guerras mundiales, revoluciones y contrarrevoluciones, fuegos y terremotos. Ciertamente en Europa no faltan ejemplos, algunos bastante recientes y aún presentes en la vida cotidiana 1 .
Desde los años 70 Josef Paul Kleihues impulsó, desde la visión postmoderna, la “reconstrucción crítica” para integrar las diferentes capas de Berlín y devolverle la escala o el carácter de la ciudad Europea decimonónica que sirvió en los años post-muro a marginar en lo posible el legado del Este 2 . En otros países ex socialistas se continuó con esta idea, transformada en la más nociva “reconstrucción especulativa” que consistía en edificar un nuevo volumen –de mayor superficie- en el lugar del desaparecido y recordarlo a través de algún elemento formal o decorativo. Esta práctica dio lugar a un abanico de versiones del postmodernismo local, no siempre en línea con las diferentes normas de restauración de bienes culturales y conjuntos históricos 3 . Reconstruir un edificio es reconstruir un símbolo, por tanto un acto profundamente político donde la edificación resultante hace de puente entre los diferentes tiempos. Al contrario de la destrucción –y aquí está su trampa- la reconstrucción actúa como un espejo, recordando las intenciones de ambos procesos. Por eso el diccionario propone un segundo significado, más detectivesco que arquitectónico: “unir, allegar, evocar recuerdos o ideas para completar el conocimiento de un hecho o el concepto de algo”.
Reconstruir es también una acción cultural y contextual con significados diferentes. Las sucesivas reconstrucciones de templos sintoístas japoneses son rituales larguísimos donde cada parte de construcción tiene un determinado tiempo y sentido. A diferencia de la búsqueda occidental por rehacer la forma que nunca llega a sustituir al original, se busca la fidelidad material y del proceso constructivo, cuyo resultado se considera equivalente al original. La reconstrucción, como acción o como ritual, refuerza el consenso social que edifica un significado y un bagaje memorial, importantes para contrarrestar las decisiones unilaterales a menudo destructivas.