La encrucijada del urbanismo actual para dar respuesta a los Objetivos del Desarrollo Sostenible.
Relata Homero en la Odisea cómo Ulises, al llegar a Ítaca, no es reconocido por los suyos mientras que él sí puede identificarles sin problema. Parte de la enseñanza que nos narra se refiere a cómo la experiencia vivida nos puede transformar de tal manera que incluso la compañera del tálamo no nos reconoce.
Creo que Homero no llegó a precisar que también puede ser lo contrario: la experiencia igualmente transforma la percepción del mundo que teníamos al iniciar el viaje. Es posible por tanto que los compañeros que dejamos al empezar se perciban de forma que, aun sin haber cambiado como el viajero, se revelen irreconocibles a os ojos de éste.
Los que hemos tenido la suerte de haber podido trabajar en ultramar percibimos un cambio de escala en los problemas globales que le llevan a uno a contemplar a nuestra sociedad con cierta condescendencia por lo inocente en algunos casos y lo cortoplacista casi siempre de nuestras visiones.
Somos en España amigos de banderas y trincheras. En un mundo globalizado ciertas discusiones identitarias pueden llegar a ser casi tragicómicas y más observando las transformaciones geopolíticas y tecnológicas que están sucediendo en nuestro derredor a modo de movimientos telúricos.
Así, asignar etiquetas ideológicas como hacemos con la sostenibilidad que por naturaleza deberían esta articulada en torno al rigor técnico no puede traer más que consecuencias negativas para los intereses de todos. Los retos medioambientales a los que nos enfrentamos son de una escala desconocida tanto en amplitud como en intensidad, debemos por tanto articular políticas radicales desde perspectivas nuevas.
Sucedió ya con el nacimiento del urbanismo moderno durante la revolución industrial. No eran ideas sobre la ciudad o el espacio público las que lo impulsaron; fueron la búsqueda de unos niveles básicos de higiene, evitar el hacinamiento o lograr un abastecimiento mínimo algunos de los motores del desarrollo de una legislación específica sobre la ciudad 1.
Hoy no es viable no tener una política urbana que se base en la calidad del aire; en la adecuada circulación de bienes, personas y servicios; en el abastecimiento no solo de energía, agua o gas, sino de información; en la gobernanza en transparencia, etc.… Por resumir, la ciudad inteligente a la que aspiramos necesita de un planeamiento inteligente. Éste no debería ser de izquierdas o derechas, sino de hacer las cosas bien 2.
Probablemente el discutido Madrid Central deba dar paso a un Madrid Global, razonado y abordado de forma más transversal. Hace un par de siglos Esquilache fracasó no porque sus reformas no fueran razonables ni benéficas, sino porque éstas fueron percibidas por el pueblo como una carga proveniente de una élite ajena. Parece que el debate urbano vivido en los últimos meses ha tenido más de motín que de discusión técnica.
La buena noticia es que el relato de Homero termina con una enseñanza en general olvidada, eclipsada por la terrible venganza de Ulises: la jura de la paz entre todos los itacenses. No sé si debemos invocar a Palas Minerva para ello, pero sí creo que debiéramos intentarlo.