Los pasados días 4, 5 y 6 de marzo, en el Palacio de Cibeles de Madrid tuvo lugar el Seminario “Juntarse/ToGather, arquitectura, urbanismo y paisaje para crear comunidades” 1 .
El evento fue organizado por el Ayuntamiento de Madrid como parte del Programa Soledades Urbanas, cuyo objetivo es profundizar en la consideración de Madrid como “ciudad de los cuidados” y “capital mundial contra la soledad”.
En las intensas sesiones temáticas del seminario se expusieron ideas y experiencias muy diversas que exploran soluciones para combatir la soledad de las personas y fomentar la “cultura del cuidado” en distintas escalas, atendiendo desde el detalle diseño urbano, arquitectónico y programático, hasta la gobernanza de las ciudades. Los que tuvimos el placer de asistir y participar, disfrutamos de las intervenciones de gestores, diseñadores y pensadores entre los que se encontraban Myriam Heredia, Enric Batlle, Richard Sennett, Saskia Sassen, José María Ezquiaga, Teresa Gali-Izard, Asger H Christensen de Snoetta, Kjetil Thorsen, Álvaro Ardura, Carmen Espegel, Atxu Amann, Claudia Thiesen, Carles Baiges de Lacol, Iñaki Alonso de sAtt, Katharina Bayer de Einszueing Architektur, Ana Fernández de Cohousing_LAB, Rogelio Ruiz de eCohousing o David Gianotten de OMA.
La mesa redonda en la que tuve el placer de participar junto a Francisco López Barquero, Gaspar Mayor Pascual, Jaime Moreno y Daniel Fábregas versó sobre una poderosa afirmación: “Compartir para vivir mejor”. Lo que hizo que los días previos me rondara con insistencia la pregunta:
¿A qué “Nosotros” incluimos cuando hablamos de “Juntarse”?
Como defiende Saskia Sassen, la construcción de un futuro sostenible pasa por un fortalecimiento de la ciudadanía en la escala local que compense el dominio de la ciudad global 2 .
La arquitectura y las ciudades del s. XXI nos demandan espacios con la doble capacidad de arropar las necesidades de las personas en su dimensión más íntima e individual -tal y como defienden brillantemente Atxu Amann y Carmen Espegel-, al tiempo que brindan la oportunidad de convivir, asociarse y expandirse, facilitando la creación de esos lazos relacionales que nos hacen menos manipulables y, por tanto, más fuertes como sociedad.
En el foro tuvimos la oportunidad de recibir testimonio de una abrumadora diversidad de experiencias habitacionales y de diseño urbano, rehabilitación y regeneración de barrios, naturalización urbana, cooperativas de viviendas y cohousing en Suíza, Suecia, Holanda, Francia, Madrid, Barcelona…
Si todas estas experiencias tienen algunas cosas en común, desde luego una de ellas es que la arquitectura surge como respuesta a la construcción de un “Nosotros”.
Ahora, ¿se trata de un “Nosotros” realmente inclusivo o existe riesgo de cierre social? ¿Estamos poniendo todo el énfasis sólo en el reconocimiento del otro a través de la mirada entre semejantes, o vamos más allá, permitiendo que suceda una mayor riqueza relacional y en consecuencia espacial?
Desde el Laboratorio de Espacios Intergeneracionales (EiG_lab) defendemos la tesis de que cuando un proyecto está diseñado y programado para fomentar que personas de diversos grupos de edad e itinerarios de vida tengan la oportunidad de cruzarse, convivir, encontrar lugares comunes y entrar en sinergia, cuando enriquecemos ese “Nosotros”, es cuando el concepto de ”ciudad de los cuidados” deja de tener un carácter marcadamente asistencial y se activa una dimensión necesaria: la intergeneracionalidad.
Como declaró Richard Sennett en su ponencia: “la complejidad, en el sentido de muchas posibilidades, es la esencia de la ciudad”. Pongamos el énfasis en soluciones arquitectónicas que consideren a las personas, y a las ciudades, en toda su complejidad.