Los principales procesos de toma de decisión, basados en la opinión pública y sujetos a las mayorías, carecen de la capacidad de incluir nuevos actores en los procesos de transformación colectiva y de crear nuevas formas de relacionarnos.
Escena de la película “Amanece, que no es poco” (1989). Ngé acude a votar a una mesa custodiada por el alcalde, el cura y el cabo de la guardia civil. Tras la votación, se presentan los
resultados.
Atravesados por la reciente crisis de la idea de representatividad, numerosos ámbitos institucionales se han visto necesitados de nuevas herramientas para la inclusión de un mayor número de voces en los procesos de toma de decisión. En el caso del urbanismo y el desarrollo de la ciudad, podemos ya hablar de un urbanismo participativo institucionalizado. Prácticas de planeamiento y diseño urbano que, desde la institución pública, buscan incorporar la opinión del mayor número de personas posibles. Se desborda así la idea de representatividad técnica-pública y se legitiman las acciones de intervención urbana.
Este tipo de procesos se han descrito mediante la denominación del paradigma Top-Down (procesos de toma de decisión diseñados e implementados de arriba a abajo), al que se le contrapone el paradigma Bottom-Up (procesos de toma de decisión diseñados e implementados de abajo a arriba).
Principales rasgos en los procesos de toma de decisión Top-Down y Bottom-Up. Tabla comparativa. Elaboración propia
Ante esto, cabe preguntarse -asumiendo el necesario desarrollo de ambos paradigmas-, cómo podemos establecer instrumentos de desarrollo urbano que conecten y pongan en acuerdo a ambos.
Desde fasebase, creemos que parte de la solución pasa por la irremediable transformación de la institución pública: de agente promotor y ejecutor de acciones para el bien público, al de agente facilitador de tiempos y recursos materiales y humanos para la construcción comunitaria. Y vemos, además, cómo parte de estas nuevas acciones de facilitación por parte de la institución, pasan sencillamente por favorecer la generación de espacios para el encuentro de las personas en la ciudad. Espacios que, a través de la gestión comunitaria, favorezcan la inclusión de nuevos actores, la generación de nuevos vínculos entre vecinos y vecinas, la construcción de un mayor compromiso colectivo y que visibilicen la necesidad de un urbanismo de proximidad. Espacios capaces de, en palabras de Raons Públiques, “ir más allá de la dicotomía participación por irrupción y participación por invitación” 1.
Existen diferentes ejemplos, bien sea desde la cultura comunitaria, con la idea de espacio cívico o laboratorio ciudadano, desde la generación de modelos de vivienda autogestionada (cohousing), o en el ámbito urbano, con el desarrollo de nuevos mecanismos de intervención en los espacios públicos.
En relación a esto último, a finales del pasado año desarrollamos un proyecto para la consecución de una Guía de Activación de Espacios Públicos en Puerto del Rosario (Fuerteventura), recientemente publicada.
En este documento tratamos de explorar las conexiones entre un urbanismo táctico y experimental con los instrumentos de planificación urbana estratégica. Se busca dotar a la ciudad de un marco de acción conjunto para el desarrollo urbano. Las nuevas posibilidades del urbanismo táctico y el prototipado urbano ya no buscarían establecer un discurso desde lo micro, que las encierra en escenarios de escasez sin repercusión a gran escala en la mayoría de ocasiones, sino que se sitúan dentro de un proceso más amplio y atravesadas por una mirada estratégica en el desarrollo de la ciudad, generando herramientas más directas de intervención en la ciudad que actúen de contrapeso frente al inmovilismo de los grandes planes de ordenación urbana.
Visualización de las propuestas debatidas en el taller abierto para la activación de la Plaza Rafael Páez García (Puerto del Rosario -Fuerteventura-).
Guía de Activación de Espacios Públicos, p.76.
En definitiva, favorecer la construcción de espacios públicos en la ciudad que, sin olvidar su vocación pública, sean capaces de favorecer la acción y la gestión comunitaria de los mismos, yendo más allá de su actual condición de agregadores de opinión e incorporando la idea de autonomía y compromiso colectivo en su uso y transformación.