Extraños en un tren, 1951, Hitchcock
A veces pequeños sucesos, invitan a la reflexión como unos extraños que coinciden por casualidad en el mismo tren. Y eso es lo que ocurrió hacer unos días (o semanas ya), y es que navegando por twitter 1 , me encontré con el siguiente texto de Javier Aznar donde compartía un extracto de su columna semanal en Vanity Fair, y que se titula Cosas que me han feliz esta semana.
Es una columna que muestra una suerte de listado 2 que por la razón que sea han alegrado al autor, no importa tanto el contenido ya que es personal y por tanto difícilmente el lector pueda coincidir completamente. Pero quizás, lo verdaderamente importante es el ejercicio introspectivo que realiza y plasma en esa mera y sencilla enumeración de “cosas” variadas, y que invita al propio lector a realizar su propia lista como bien se aprecia en el ejemplo.
Esta sencilla acción, que podemos escalar a nuestras propias necesidades, no es otra cosa que pararse unos momentos a tomar consciencia de nuestro entorno y analizar cómo éste nos afecta. Esta simple acción bien podríamos trasladarla al desarrollo de la arquitectura en sus diferentes niveles y campos.
¿O acaso sólo pueden ser cosas extraordinarias lo que podemos manifestar o compartir? ¿O sólo podemos expresarnos en una suerte de lenguaje metacomplejo 3 e indescifrable?
Quizás en lo pequeño, lo cotidiano, lo cercano, podamos acortar la distancia con una sociedad que no deja de ver de nuestra profesión más que como unos meros hacedores de firmas obligatorias, un requisito burocrático que tienen que “cumplir”.
Por tanto aprovechando la columna de Javier, me gustaría revindicar para este trimestre dos de las “cosas” que al menos me hacen albergar esperanzas y alegría.
- La columna de Javier y a David por ponerla en mi camino.
Como no podría ser de otra forma, agradecimiento por mostrar y compartir un ápice de alegría hoy en día, parece un reto fácil pero no lo es, sobre todo en unos momentos actuales como los que vivimos. Romper el círculo vicioso de la crispación constante y que todo lo invade.
- El arquitecto anónimo.
Todos aquellos compañeros de profesión que desde “anonimato” dignifican y enaltecen la profesión con su labor de forma silenciosa y alejada de los focos mediáticos, porque el fin de la arquitectura no es otra que la de servir a la sociedad. Sería injusto dar nombres, y señalar solo un de miles de aspectos que actualmente los arquitectos realizan, desde el arquitecto que resuelve el baño de un vecino, pasando por arquitecto funcionario, hasta el docente, investigador, etc.. 101 listaban no hace mucho, pero realmente se circunscribe solo a eso, a un mero trabajo técnico…
Creo que no, si algo produce alegría y esperanza, es que en todos ellos muestran una pasión por su trabajo, más importante quizás que el resultado final del mismo.
Y aunque Neil Postman, nos explicase que “toda tecnología es a la vez un lastre y una bendición; no una cosa o la otra, sino una cosa y la otra”, a veces, estos extraños compañeros de viaje resultan bien y nos amplían el paisaje.
Y a ti estimado lector, en este instante de la vida, ¿qué cosas te alegran?
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Muchas gracias por hacerme aparecer en una nota al pie precisamente en esta entrada que me ha gustado tanto y cuya idea e intención comparto totalmente.
Frente a la arquitectura de egos, arquitectura de soluciones, y frente a arquitectos estupendiásticos, arquitectos cordiales, personas positivas y necesarias.
Un abrazo.
Muchas gracias a ti por compartir tus impresiones y experiencias para que todos podamos mejorar. Además las buenas fuentes siempre es importante citarlas. Un abrazo