Espacio, sistema y modelo educativo: tradición rígida vs. flexibilidad y adaptabilidad. Imagen dcha. Escuela Vittra Telefonplan, Rosan Bosch Estudio. Fuente: rosanbosch.dk/
El entorno determina el aprendizaje y «el cerebro necesita emocionarse para aprender» 1. La emoción es un estado de ánimo que se alimenta de estímulos sensoriales, por lo que el diseño del espacio juega un papel importante en la motivación y la creatividad.
Los espacios tienen la capacidad de generar sensaciones, determinar experiencias, comportamientos y formas de interacción. Pero, ¿cómo puede definirnos un espacio? Comprender cómo nos afecta la configuración de nuestro entorno pasa por revisar el diseño del espacio y la influencia de estos en las personas, pero también hay que entender cómo funciona el cerebro y cómo se forma en relación a estímulos externos. El neuropsicólogo José Ramón Gamo, en la conferencia Aprendemosjuntos sobre cómo crecer con el TDAH2, hablaba de la función ejecutiva del cerebro en relación con el entorno en respuesta a la pregunta de si actualmente hay más niños con este trastorno que antes. Gamo apunta que la constante es entre un 3% y 7% de la población con este trastorno (de 1 a 2 niños en un aula de 25). Sin embargo, prosigue, a diferencia de antes lo que ocurre hoy es que dado nuestro contexto social hay más niños con expresiones parecidas al TDAH, y esto tiene relación con el juego. Explica que la región del cerebro donde se localizan estas funciones es muy sensible al entrenamiento (el cerebro se modifica por el uso), pero «ahora tenemos un escenario social que no entrena estas funciones como las entrenábamos antes, los chavales ya no juegan al parchís o al ajedrez, pero tampoco juegan en la calle», y muchos juegos que se desarrollan en la calle requieren de la función ejecutiva.
Ahora bien, las ciudades hablan sobre nuestra infraestructura relacional y experiencia espacial, pero las aulas de clase no quedan exentas. Los niños pasan una buena parte del día en la escuela, pensemos cómo la configuración espacial de un entorno educativo puede definirnos. Por ejemplo, la jerarquía sugestiva y la rigidez estructurada en la distribución del mobiliario y en la posición del maestro frente a los alumnos. La rigidez desmotiva, este es uno de los principales problemas que incide en la deserción escolar. En base a esto, la diseñadora Rosan Bosch, que parte de la naturaleza instintiva para diseñar espacios escolares dinámicos y flexibles, comentaba en una conferencia TEDx que «el aprendizaje es uno de los procesos más importantes de nuestras vidas, pero tenemos un problema con los espacios del aula y es que no motivan a los niños, esto se ha convertido en uno de los principales factores de la deserción escolar en el mundo»3.
La ciudad y la escuela son dos escalas espaciales y relacionales que están vinculadas con el aprendizaje, con el desarrollo psicomotor de los niños, con la capacidad de concentración, de relación y con la inteligencia emocional. Por otro lado, el concepto de espacio lúdico como medio para el aprendizaje está vinculado al modelo educativo, por lo que no se puede hablar de condicionantes espaciales en la desmotivación sin considerar la rigidez del programa escolar. El diseño de las aulas responde a un modelo educativo que encorseta por un único camino a un universo complejo y diverso de estudiantes. Hablamos de un modelo basado en un sistema productivo y competitivo, que no se ha actualizado a las demandas actuales, no ha sido capaz de asumir la diversidad ni las necesidades reales. Trabajar en el potencial de las ciudades y escuelas para mantener y estimular la creatividad innata de los niños, así como sus capacidades, nos conducirá a un cambio en el concepto de diseño de los espacios educativos, pero siempre en paralelo a un cambio de paradigma del sistema educativo y de humanizar la ciudad.
Enhorabuena por el post. Es un tema que me interesa particularmente en su traslación a otras tipologías, en los cambios de modelo y la versatilidad que estamos experimentando con la entrada en el S. XXI.