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Un máster oficial, con título, que nadie me regaló, ni a mí ni a ninguno de mis compañeros. Un máster de mierda. Ese es el otro melón que queda por abrir ¿realmente merecen la atención que les damos? Me dolió pagar por ese título.

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Lo que aprendí del Tío Bob

Todo héroe que se precie en la mitología americana ha aprendido aquello que tus padres no pueden enseñarte del Tío Bob. El Tío Bob es una especie de arquetipo del adulto vivido. Es gracioso. Es profundo. Tiene secretos. Ha luchado en alguna guerra. La relación con el Tío Bob marca el inicio de la madurez al ser el primer adulto que admiras no por su imagen idealizada, sino por esa humanidad que viene de compensar las virtudes con defectos.

Robert Venturi es mi Tío Bob arquitectónico.

Nunca lo conocí ni llegué a estar remotamente cerca de él. La sensación de familiaridad que me provoca viene por ese tono de charla de café que daba a lo que escribía, consiguiendo que temas bastante espesos entrasen maravillosamente bien. El Tío Bob es la persona que nos enseñó, mucho antes que nuestro Tusquets, que todo es comparable. Los años en que empezó fueron años en que la arquitectura venía de obviar la historia. Su aproximación a la misma es totalmente pragmática. Venturi es tan moderno como Le Corbusier. La historia no existe. La historia son casos de estudio que nos van a permitir ser mejores arquitectos y que, adicionalmente, nos ponen en nuestro sitio tanto porque comprobamos que todo está inventado como por la influencia de capas y capas de tiempo que o terminan de modelar el edificio o eventualmente son las que lo acaban tornando interesante: no somos nadie.

El Tío Bob fue un arquitecto de una pieza. Mi edificio favorito suyo siempre será la Ala Sainsbury de la Galería Nacional de Londres, con esa planta noble que colapsa los museos decimonónicos y los modernos en un solo gesto tan natural que parece que lo haya hecho sin despeinarse, con aquella habilidad a la hora de mover el suelo para que éste vaya a buscar este artefacto, con aquel saber estar proyectando una fachada a la que el tiempo ha dado la razón. Luego (o ya entonces) se convirtió en un afamado arquitecto comercial: muchos encargos de tamaño considerable bastante repartidos. Deal with it. Ahí está lo que tiene de marca, lo que tiene de profesional que ha de enfrentarse a unos encargos concretos. Lo que tiene de personaje que lucha contra lo que se espera de él.

Ahí están también sus sombras. La principal: su Premio Pritzker de 1991, del que se excluyó a su pareja y socia Denise Scott Brown, decisión que se ratificó a posteriori.

Venturi demostró o se avino a que demostrasen que la arquitectura es cosa de hombres en el peor y, nunca mejor dicho, más excluyente sentido de la expresión.

Aun así, se hacía apreciar. La enseñanza más importante del Tío Bob era no tomarse demasiado en serio a sí mismo. Era divertido. Es divertido. Te puedes llegar a reír leyéndole.

Un día estaba en una clase de máster en la ETSAB 1, en la que el típico profesor que no suele aportarte nada se hacía el chulo sobre un encuentro con el Tío Bob: lo arrinconó en el pasillo de nosécual facultad americana y se hizo el chulo diciéndole que escribía bien y tal, pero que ¿dónde estaba la contradicción en su libro?

La parte final de Complejidad y Contradicción es uno de los ejercicios más valientes que haya visto hacer jamás a un arquitecto. Se deja atrás la teoría y el arquitecto se interpreta a sí mismo, salta, se moja… y se contradice, porque eso es la arquitectura: pasar del dicho al hecho concretando. Hechos, no palabras. El Tío Bob supo hacerlo y se lo pasó bien en el intento.

Es lo mejor que nos ha podido enseñar.

Notas de página
1

Un máster oficial, con título, que nadie me regaló, ni a mí ni a ninguno de mis compañeros. Un máster de mierda. Ese es el otro melón que queda por abrir ¿realmente merecen la atención que les damos? Me dolió pagar por ese título.

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Por:
(Barcelona, 1975) Arquitecto por la ETSAB, compagina la escritura en su blog 'Arquitectura, entre otras soluciones' con la práctica profesional en el estudio mmjarquitectes. Conferenciante y profesor ocasional, es también coeditor de la colección de eBooks de Scalae, donde también es autor de uno de los volúmenes de la colección.

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