Imagen del funeral de Michael Jackson
A raíz de la reciente discusión intelectual entre Santi de Molina y Fredy Massad surge de nuevo el tema sobre la inclusión o no de cuestiones morales en el contexto crítico de la obra arquitectónica. Esto, formulado tal cual, no es nada nuevo ya que llevamos muchos años en los que grandes arquitectos venden sus arquitecturas como productos que revisan estas cuestiones aunque siempre hacia fuera, hacia la sociedad.
Sin embargo, esta revisión no es tanto hacia dentro, es decir, hacia las propias prácticas y el contexto real en el que se producen. Siempre nos ha interesado la vida de los arquitectos, buscamos y necesitamos ídolos. Hace poco tiempo y de la mano del alicantino Fermín Tribaldos ha aparecido en Alemania Architects Not Architecture, un evento en el que varios arquitectos hablan de sus vidas, nunca de su obra, haciendo hincapié en aquellos acontecimientos que han determinado su arquitectura.
Mientras tanto, el fenómeno de #metoo acaba con uno de los mayores productores de Hollywood o borra por completo al principal protagonista en la última temporada de House of Cards. Por un tuit racista de Roseanne Barr la serie que lleva su nombre es cancelada. ¿Y en Arquitectura? Recientemente hemos conocido que Richard Meier ha sido acusado por cinco mujeres de acoso sexual o que dos casas diseñadas por el mejicano Manuel Cervantes han sido embargadas por sendos casos de corrupción política de sus propietarios.
Sin embargo, ¿qué pasa cuando desaparece Harvey Weinstein o una serie llamada Roseanne? El mundo del cine y las series es tan rico y diverso que parece poder prescindir incluso de activos de éxito. Tal vez, sea sospechosamente tarde pero parece que algo está cambiando. Mejor aún, ¿qué pasa cuando Robin Wright asume el papel protagonista tras la fulminante desaparición de Kevin Spacey? Pues que House of Cards, con Claire Underwood como presidente de EEUU, pasa a tener un relato diferente. Nada más.
Por otro lado, el pensamiento feminista nos acaba de descubrir un entorno construido desde una perspectiva de género que ha permanecido siempre oculta y en donde este tipo de cuestiones importan mucho. Afortunadamente en la actualidad las redes de la información nos dan a conocer a muchxs arquitectxs y muchas arquitecturas más allá de aquellos que controlan los medios habituales de difusión. ¿Qué pasaría si incluimos en nuestra valoración de los hechos estas cuestiones, especialmente en el ámbito de la educación? ¿Qué pasaría si obviamos la noción de “héroe” o “maestro” y nos centramos simplemente en construir un relato en torno a los valores auténticos encarnados en cada arquitectura? ¿Qué pasaría si eliminamos a Le Corbusier y Mies van der Rohe, por ejemplo, o a Meier de nuestros libros de historia como grandes personajes? ¿Qué pasaría si el premio Pritzker o la Bienal de Venecia hubieran sido para los ecuatorianos Al Borde, por ejemplo? ¿Qué pasaría si algunas cátedras de arquitectura social en las principales escuelas de Arquitectura del mundo, por ejemplo, dejaran de estar dirigidas por blancxs aristocráticxs? La situación sería, como mínimo, distinta.