Zonas siniestradas de los montes gallegos, en la aldea de Chandebrito en Nigrán (Pontevedra). – SALVADOR SAS (EFE). Fuente: público.es
El domingo 15 de octubre de 2017 quedará marcado en la memoria de todos los gallegos1 y se unirá a esa lista negra de catástrofes2 medioambientales. Una lista corta pero cuya magnitud no puede dejar indiferente a nadie que tenga un mínimo de humanidad; si las imágenes ya eran duras ese infausto día, las posteriores no lo son menos.
Describir las sensaciones de esas horas resulta difícil no solo por la distancia3 con la que viví los hechos, sino por los vaivenes de cada uno de los diferentes momentos a medida que uno se iba informando4 como buenamente podía.
Conforme han pasado los días se han ido conociendo nuevas historias, a cada cual más dura y desgarradora, narradas sobre un paisaje calcinado que tardará mucho tiempo en maquillar esas profundas cicatrices.
A pesar de la tristeza que a uno le embarga, no me cansaré de poner en valor y reclamar que existe un hilo de esperanza para toda la sociedad al recordar cómotodos los vecinos se unían para trabajar con un mismo fin: salvar el territorio que les acoge.
Esas cadenas humanas5 quedarán para siempre en nuestra memoria.
Una vez más todos los individuos unidos, sin fisuras, para lograr un objetivo ¿por qué no es posible esta actitud entre nuestros gobernantes? ¿A caso no es factible que los 4 partidos se pongan de acuerdo en nada? ¿Tiene que haber una tragedia de estas características para que despertemos del letargo?
Ahora es el momento de demandar unas políticas serias, no de echar balones fuera y discutir como en el patio de párvulos. La realidad es que no hay sólo un único factor que desencadenase esta tragedia, sino la suma de varios. Necesitamos unas políticas que se apliquen y que no se queden en el DOGA (o el BOE) -enterradas a la espera que algún historiador las rescate-.
Zona calcinada en el municipio coruñés de Narón. Fuente: laregion.es
Un territorio donde 48% del mismo son bosques creo que bien merece un esfuerzo, no solo por la calidad medioambiental de la que disfrutaríamos todos, sino por la fuente de riqueza que eso puede suponer.
Espero y deseo que no se repita el desenlace de lo ocurrido hace 15 años… ¡Qué frágil es la memoria!
¿Quedará todo en una pesadilla pasajera de un mal fin de semana o marcará un punto de inflexión? Lo único certero es que está en nuestras manos; por ello, deseo que estemos a la altura de la misma y desterremos la resignación.
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