Brighton Waste House-BBM Architects-beneficios para la sociedad -arquitectura circular
Miren León

Perdóneme señor arquitecto, ¿Y yo qué consigo con una arquitectura circular?

Brighton Waste House-BBM Architects-beneficios para la sociedad -arquitectura circular

A estas alturas de la película del cambio climático, y tras haber confirmado que es necesario un cambio generalizado de pensamiento y de modo de vida, la aplicación de la economía circular a la arquitectura puede parecer muy interesante. O quizá todavía no, y aún nos hacen falta más razones para creérnoslo. Vamos a por ellas.

Desde sus orígenes, la arquitectura ha tenido una responsabilidad social muy importante. La zonificación de las ciudades y los espacios urbanos, comenzando por las ágoras griegas y los foros romanos, han influenciado ampliamente a la sociedad, y viceversa. Por otro lado, arquitectos como Le Corbusier, Ebenezer Joward o Frank Lloyd Wright han ido un paso por delante al experimentar con ciudades utópicas para tratar de solucionar problemas sociales, con mejor o peor resultado. Y actualmente, uno de los nichos de trabajo de los arquitectos es el diseño de servicios y la solución de problemas urbanos gracias a procesos colaborativos y de participación ciudadana. Por lo que queda claro que algo tenemos que ver con que la sociedad se sienta feliz en su entorno construido.

Pues bien, más allá de las evidentes ventajas  en la reducción de residuos y la optimización de materiales y energía, la aplicación de los principios de la economía circular al diseño de edificios nos proporciona muchos más beneficios a todos los ciudadanos. Por ejemplo, el uso de materiales locales y el diseño mediante componentes, además de reducir las emisiones a la atmósfera, activa la economía local, creando nuevas líneas de diseño y negocio futuras, relacionadas con la reutilización, rehabilitación y desmantelamiento de los edificios.

De este modo también obtenemos edificios flexibles que pueden adaptarse fácilmente a nuevos usos sin necesidad de grandes inversiones. Poco a poco vemos más ejemplos de viviendas adaptables a las diversas situaciones de la población, y hace falta extrapolarlo a todo tipo de espacios. Teniendo en cuenta que el 65% de los jóvenes trabajará en empleos que aún no existen y cuyas necesidades espaciales no podemos anticipar, ¿no tiene sentido buscar la mayor flexibilidad posible? Esto nos ayudaría a equilibrar la oferta y demanda de edificación, solucionando problemáticas de inmuebles vacíos o falta de espacio en algunas ciudades.

Además, dado que pasamos el 90% de nuestro tiempo en interior, y la calidad del aire en algunos casos es discutible, podemos conseguir edificios con WELL Building Standard, es decir, que contribuyan a mejorar la salud y el bienestar humano. Algunas grandes empresas como Google están ya apostando por una arquitectura saludable que beneficie a sus trabajadores. El siguiente paso serán los edificios activos, aquellos que no solo ahorren energía, si no que la produzcan o la intercambien, con el consiguiente ahorro económico.

Así que el final de la película aún no está escrito, y todavía es posible un cambio de guión.  Pensemos en el valor social de nuestro trabajo y marquemos la diferencia. Y no lo digo yo, que ya lo anticipó Tadao Ando: “la forma en que vivimos puede ser dirigida un poco por la arquitectura”.

Imagen Portada:  Waste House by BBM Architects

http://liveprojectsnetwork.org/project/brighton-waste-house/

Por:
Arquitecta especializada en diseño sostenible, eficiencia energética y accesibilidad. Actualmente envuelta en los entresijos de la economía circular, pero también rodeada de diseño gráfico y web, fotografía y de mucho mundo. Combinando todo con ganas e ilusión para buscar nuevos retos profesionales. Como decía Einstein, no tengo ningún talento especial, solamente soy apasionadamente curiosa.

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