LA MIRADA CREATIVA (Y DIVERTIDA) DEL MUNDO
Por Gonzalo Basulto
Desde Ficarq
“La historia de Charles y Ray Eames es, sin ninguna duda, la de un mundo en pleno cambio. El de las urbanizaciones y los nuevos automóviles. El de las cocinas americanas equipadas y los jardines extensos entre casas de planta baja. El de la revista Life y los anuncios televisivos. El de los juguetes de hojalata y los ordenadores. El de las vanguardias artísticas y la publicidad. Y fueron ellos, en su divertido estudio del 901 de Washington Boulevard en Venice Beach, California, quienes filmaron tales cambios con un éxito rotundo.
Si Leonardo Da Vinci hubiese tenido en su taller una cámara de video para grabar sus trabajos, el resultado habría sido muy parecido a las imágenes que nos han llegado de los experimentos de los Eames. Ellos encarnaron mejor que nadie la idea del diseñador renacentista, capaz de sublimar a cada una de las artes sus inquietudes, su curiosidad y sus pasiones. Como cabría esperar en un ambiente tan creativo, el cine se convirtió muy temprano en un medio fundamental para expresar esta vitalidad artística y en una herramienta aliada para hacérselo saber al mundo.
Entre risas y jornadas infinitas de trabajo, todos sus colaboradores recuerdan el estudio de los Eames como un taller único y difícil de calificar. La primera vez que aterrizaban allí creían haber llegado a algo parecido a Disneyland. Maquetas de edificios, pruebas de muebles a escala, telas, dibujos, juguetes, plantas y un sinfín de objetos de diversa índole se amontonaban sin ningún orden aparente más que el que sus creadores les otorgaban en su imaginario. El espacio se transformaba cada día adoptando una función nueva: un plató de rodaje, una sala de montaje de sillas, un taller de pintura o un estudio fotográfico. Todo para hacer posible lo que Charles y Ray concebían como el alma de su proceso creativo (…)”
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