DERECHO AL PATALEO
Por Jaume Prat
Desde Arquitectura entre d’altres solucions
“Hemos sabido hace poco del derribo de la casa Guzmán, obra entregada en 1972 por el arquitecto Alejandro de la Sota, y de su sustitución por una casa mediocre, ajena al lugar, provinciana en el peor sentido de la expresión. También hemos sabido que los promotores de esta infamia han sido los herederos del propietario. Quizá incluso haya sido su hijo.
La Fundación Alejandro de la Sota ha levantado la liebre después de que unos estudiantes de arquitectura fuesen a estudiar la casa y se encontrasen con las obras de la nueva casa (que podríamos llamar Casa Guzmán 2 en la peor tradición de las segundas partes ochenteras) avanzadísimas, hecho que indicaba el obvio derribo del edificio precedente. La nota de la fundación ha causado un revuelo mediático impresionante en forma de bastantes artículos quejándose por el hecho y centenares, si no miles, de comentarios en los webs de noticias y en las redes sociales. Sin haber hecho una estadística queda claro para cualquera que la mayora parte de estos comentarios celebran el derribo de la casa, celebran la nueva obra como una vivienda de calidad, una casa representativa, como tiene que ser: normal, decente, etcétera, y celebran el propio derribo como un símbolo de domesticación de un arte que socialmente estorba por toda una multiplicidad de razones diferentes.
Unos cuantos nos hemos quejado amargamente. Algunas de estas quejas han tomado la forma de protesta o de debate y han ilustrado y abundado en las miserias culturales del país, sobre las causas sociológicas de este revuelo y, más importante, sobre la evidente desprotección que sufre la práctica totalidad de la arquitectura construida en España después de la Guerra Civil(1). La destrucción de este patrimonio, y la impunidad con que se realiza, es alarmante (…)”
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