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¿Por qué emigrar? Lamento sobre la España de todo a 100

La administración española devorando a sus hijos. Montaje del autor.

Si me preguntas, amigo, el por qué me he ido, solo y sin familia,  al otro lado del mundo podría pensar en diferentes razones; todas ellas serían verdad y ninguna mentira. Pero si tuviera que explicarlo en una sola, con una imagen, ésta sería el espectáculo de nuestros políticos que casi con nocturnidad y alevosía, en silencio, sin las alharacas a la que nos acostumbran por interés, trasponen por procedimiento de urgencia las Directivas del Parlamento Europeo relativas a la Ley de Contratos del Sector Público.1 Y esta transposición se realiza sin modificar la parte mollar que nos afecta a quienes queramos contratar con cualquiera de las múltiples administraciones que drenan los bolsillos de los ciudadanos españoles.

¿Han oído hablar de ello? Probablemente no, cuando es una Ley que va a afectar a la mitad del PIB español. Es verdad, no afecta a Sindicatos o Partidos, no esperen marea alguna, o si les afecta les dará lo mismo porque o les beneficia o no la aplican,  pero sí tienen especial incidencia en aquellos que prestamos servicios de uno u otro tipo a través de concursos públicos. 

¿Y cuál es el resumen de este resumen? Que si nadie lo remedia, seguirá imperando como criterio la oferta más baja, da igual si es viable, o si en cualquier otro lugar se consideraría baja temeraria, o la calidad del servicio, o si para alcanzar dicha oferta subemplearemos a esclavos sin papeles o nos esclavizaremos nosotros mismos. 

¿Nunca oyeron que nadie da duros a 4 pesetas? (los más jóvenes nacidos en el euro probablemente no) pues la Administración española lo espera de todos; pretende comprar lo que cuesta mil a todo a cien. Lo más triste es que lo consigue, porque siempre hay alguien más desesperado que aceptará lo que sea por mantener la ficción de que contrata.

Qué quieren que les diga: hasta en el submundo de las meretrices la calidad se paga, pero no lo esperen los autónomos o las empresas españolas.  Sin bajas temerarias y siendo la oferta económica el principal criterio,  ya saben qué servicio van a obtener tarde o temprano. Como el funcionario (¿se imaginan que estos fueran elegidos no por mérito sino por la baja salarial dispuesta a ser aceptada?) cobrará sí o sí, y quienes hace las leyes viven de sueldo asegurado en presupuesto fijo, pues no esperen que les preocupe mucho.

Y como el principal empleador es a Administración Pública, el resto de empresas, bien porque estarán dentro de la cadena, bien porque el mercado estará roto, no esperan tener que pagar más.

Así que si me preguntas, amigo, porqué me fui, no es el único motivo, pero sí el epítome de todos ellos:  quiero vivir en un país en que la administración contrate como lo hacemos todos, evaluando la calidad y el esfuerzo y no fomentando un país de todo a 100. 

Por:
Arquitecto desde el año 2000. Miembro de la Asociación de Arquitectos (aA), ha sido vocal de la Junta de Gobierno del COAM y asambleísta en el CSCAE.
  • Paco Casas - 29 diciembre, 2016, 8:36

    Querido Diego.
    Entiendo tus motivos, que comparto en cierta medida aunque mis razones sean otras como bien sabes, para hallarme en situación parecida. No obstante, te pregunto lo siguiente: ¿cuál es la razón por la cual hay empresas de ingeniería y de construcción nacionales que emplean a cientos de técnicos españoles en obras en el extranjero y cuál es la otra razón por la que no hay apenas ninguna empresa de arquitectura que lo haga?
    Un abrazo!

  • Diego - 30 diciembre, 2016, 10:52

    Querido Paco,
    anda que preguntas cosas sencillas de responder XD

    En tu pregunta distinguiría dos aspectos: el emprendimiento empresaria en sí, sea en España o en ultramar (palabra bonita donde las haya), y la contratación de técnicos españoles en el extranjero.

    Desde mi perspectiva -parcial y subjetiva por supuesto- la carrera que iniciamos empezó con un grado muy alto vocacional. Si cada uno de nosotros se preguntase cuáles fueron las motivaciones que nos llevaron a matricularnos en una «pista americana» de obstáculos que era la Escuela, probablemente habría más diversidad en éstas que de individuos: casos de tradición familiar, se buscaba una profesión «prestigiosa», porque nos gustaba el dibujo o pasear la ciudad, a lo mejor admirábamos las obras que nos mostraban las revistas de arquitectura, igual soñábamos con construir un mundo mejor, ganar dinero… en fin, infinitas ¿pero hubo uno solo que tuviera una vocación empresarial que le llevase a estudiar arquitectura? permíteme que lo duda. El ser una carrera «clásica» con un modelo asentado basado en el arquitecto-artista donde primaba el talento singular (las propias cátedras de proyectos se basaban en la fuerte personalidad de los docentes) ha jugado muy en contra de los momentos actuales, en los que la tradición ha tenido que ser transformada en nuevos modelos de producción que la industria demanda. Y las Escuelas (al menos en la que yo estudié), no ayudaban: economía u organización empresarial eran «marías» que nunca fueron puestas en valor. Así que las generaciones de profesionales que nos precedieron no nos enseñaron porque no sabían, no tenían la capacidad tecnológica ni mentalidad o porque no lo necesitaron hasta que fue muy tarde.

    Imagino que en el mundo de las ingenierías siempre fue diferente. Un amigo del colegio que estudió Caminos, empezó a trabajar en la auditora Arthur & Andersen ¿te imaginas qué habríamos dicho cualquiera de nosotros si en vez de los soñados Tótem de la arquitectura nos hubiera llamado una consultora? No pretendo hacer una valoración, solo una descripción. Nos toca a nosotros realizar el cambio.

    Por ser optimista, creo que es cuestión de tiempo. Por otro lado, no creo que fuera bueno una empresa solo de arquitectos, igual que percibo que no son buenas solo de ingenieros. Cada vez valoro más los modelos mixtos de colaboración. Esto último sí es una opinión personal. Por capacidad de adaptación y aprendizaje, prefiero un arquitecto; por capacidad ejecutiva, valoro más algunos ingenieros.

    Respecto a la segunda parte de la cuestión, una ventaja de salir es que puedes evaluar nuevos modelos productivos. En mi caso, puedo comparar el modelo español con todas sus pegas con el modelo anglosajón con numerosos especialistas súper especializados -valga la redundancia-. Sin dudarlo, los técnicos españoles tenemos una mayor capacidad al evaluar el conjunto y, quizás por venir de donde venimos, mayor capacidad de trabajo y de resolver problemas; más anárquico eso sí, sin tantos manuales de procedimientos que les encanta. Es una pena que esto, que es un diamante de la sociedad española, no se ponga en valor sino en el extranjero.

    Otro abrazo :)

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