Prólogo de César Azcárate
Desde Universidad de Navarra
“Galicia, siempre Galicia… granito milenario, costa da morte, el mar… Nunca nos cansaremos de admirar esta tierra tan especial, ese lugar donde la lluvia es parte del paisaje, donde el hombre se funde con la naturaleza como en ningún otro lugar, donde el mar proporciona la vida y la muerte, donde el terruño es el vínculo con lo mágico y lo real. “Haberlas haylas”, y es así, aquí se entiende. Allí trabajan Irisarri y Piñera. Allí se inspiran y construyen su mundo mágico y real. Qué mejor sitio! No es fácil encontrarse una pareja que nos cautive tanto como lo hacen ellos con su sencillez y naturalidad. Desde los inicios, su actividad ha estado ligada a encargos sencillos, de medios modestos. En ellos, no es fácil alcanzar el éxito si el ingenio y la creatividad no están presentes, y si estos no van acompañados de un tremendo conocimiento de la realidad. En estos primeros encargos, la pareja se mueve como pez en el agua, y en ellos han encontrado el camino que luego ha venido siendo una constante en su arquitectura producida hasta la fecha: el deseo de explorar siempre nuevos caminos, de enriquecerlos constantemente pero sin agotarlos. Arquitectura de experimentación continua, con el único límite de hacerla real, sin excesos ni artifcios. En Irisarri y Piñera, el mundo real se trabaja a caballo entre lo artesano y lo industrial. Curiosa mezcla que puesta en sus manos, es capaz de reinventar los materiales provenientes de la industria, de trabajarlos con el mimo del artesano, y despojarlos de su vínculo con lo real, para ir llevándolos hacia el terreno de lo mágico. (…)”
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