Instituto del Mundo Árabe. Jean Nouvel.
Cuando en 1.987 Jean Nouvel inauguró el Instituto del Mundo Árabe en París, la profesión arquitectónica quedó deslumbrada y desconcertada al mismo tiempo ante aquel despliegue tecnológico de paneles que se abrían y se cerraban en función de la luz natural que se precisara en su interior. Poco importó que el mecanismo causara el descontento de sus usuarios por la rapidez de movimientos del mismo, o que poco tiempo después se produjera el fallo generalizado de los sistemas mecánicos que posibilitaban tal efecto; su fachada vibrante y brillante ya había pasado a la historia de la arquitectura, acompañada del habitual despliegue fotográfico de rigor.
La fachada del Instituto parecía haber inaugurado un camino, pero la precariedad tecnológica -y el precio desorbitado- impidieron que fuera así: el artefacto quedó como una hermosa declaración de intenciones, sin mayor trascendencia para el resto de los mortales.
Al menos aparentemente. Desde entonces, la investigación sobre fachadas adaptativas se ha multiplicado, la literatura científica no ha dejado de crecer y los edificios se han ido sucediendo, abriendo vías y caminos desde la singularidad de sus soluciones, aunque no siempre han ocupado el espacio que merecen en los medios de difusión, y buscando inspiración, la mayoría de las veces, en organismos naturales, naturalmente adaptativos.
Singapore Lyceum Theatre. DP Architects, Michael Wilford&Partners.
En 2.002 DP Architects, en colaboración con Michael Wilford & Partners, construyeron el Singapore Lyceum Theatre, cuya envolvente está formada por 7.139 parasoles piramidales, que permiten el paso de luz difusa y protegen de la excesiva radiación directa del sol. Su geometría está inspirada en el durián, exótico fruto oriental con su cáscara recubierta de espinas que protegen el interior del fruto.
Más recientemente, SOMA Architecture, junto con Knippers Helbig construyeron Flectofin & One Ocean Thematic Pavilion, para la Exposición Universal de Korea de 2.012. En su fachada, un sistema de lamas, inspirado en el doblez de las hojas de la flor del paraíso, se doblan hasta 90º sin necesidad de bisagras, gracias a la fuerza inducida por los cambios de temperatura.
One Ocean Thematic Pavillion. SOMA Architecture.
Ove Arup, junto con SSC y Colt Internacional dieron un paso más en la adaptabilidad de los edificios, incorporando sistemas vivos en la envolvente, con la construcción en 2.013 de la fachada bio-reactiva Solar Leaf, formada con paneles de micro-algas, que actúan de filtro solar dinámico -mayor densidad de micro-algas en épocas soleadas y menor densidad en épocas con menor radiación-, conectados al resto de sistemas técnicos del edificio, y que se utilizan además como biomasa para producir energía renovable.
Después de la época de los edificios icónicos y presupuestos de escándalo, la crisis económica ha obligado a la profesión un replanteo de sus prácticas, de los propios principios arquitectónicos y de la función social de la arquitectura.
En este contexto, estos edificios y algunos otros marcan una tendencia, basada en la especialización tecnológica inevitable de los elementos constructivos, impulsada por el coste cada vez más accesible de las técnicas de diseño y fabricación digital, hacia la adaptabilidad de los edificios a los usos cambiantes de una “sociedad líquida”, y a la incertidumbre climática y económica del momento actual. Parafraseando a Galileo, podríamos decir «eppur si adatta», una arquitectura cada vez más adaptada al usuario y sometida a la doble imposición de eficiencia y sostenibilidad.
Es un artículo muy interesante…
Muy acertado el artículo y con una crítica razonable hacia los posibles de esta tendencia arquitectónica.
Enhorabuena por este interesante artículo sobre la introducción de nuevas tecnologías y la critica existente a las nuevas formas arquitectonicas. Un abrazo Angel San Juan
Una de las posibles vías de evolución de una arquitectura estancada entre los edificios estrella y la repetición de una modernidad demasiado anquilosada. Sugerente reflexión…