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“Las sociedades se mantienen porque son capaces de transmitir de una generación a otra sus principios y sus valores. Desde el momento en que se sienten incapaces de transmitir algo, o en el momento en que ya no saben qué transmitir y se apoyan en las generaciones que siguen, están enfermas”. Claude Lévi-Strauss.
Aceptando que nos encontramos en una sociedad postindustrial, deberíamos contemplar el patrimonio de la industria como el testimonio de la civilización que lo ha producido, tal y como lo hacemos con todo lo que la Historia nos va dejando. Como testigo de una era, el patrimonio industrial nos revela una de las singularidades más representativas de nuestro tiempo, aquello que se desarrolla entre lo universal y lo particular:
_ La industria se basa procesos productivos estandarizados, extremadamente funcionales y sostenidos en principios ciéntificos, por lo que tenemos como resultado una serie de formas y estructuras que son generalmente invariables. Me explico: un alto horno es el mismo allá donde esté. Podemos identificarlo al margen de nuestro origen y de manera independiente a su entorno. Esta es su dimensión global.
_ Por otra parte, la industria tiene un enorme impacto en la realidad de un territorio. Transforma el paisaje, condiciona el trabajo y los modos de vida, llegando a ocupar un lugar muy importante en la memoria colectiva. Esto está en el ámbito de lo local.
Esta naturaleza un tanto híbrida posiciona al patrimonio industrial como un elemento paradigmático de la identidad de la civilización globalizada.
Sin embargo, es frecuente encontrar resistencia a aceptar este reconocimiento y existe, más bien, cierto interés por olvidar y ocultar el pasado industrial: el mundo de los consumidores y de los productores se da la espalda.
La industria, que en muchos casos trae con ella la modernidad y la riqueza suele presentarse, en no pocos casos, como el espacio de la desvatación. Es cierto que la belleza del espacio industrial no es evidente, sin embargo su carácter simbólico es enorme y no es raro que su desaparición venga a menudo acompañada de inestabilidad y vacío.
“El espacio (social) es un producto (social)”. Henri Lefevre, en su obra La producción del espacio, casi siente la tentación de disculparse por lo evidente de esta afirmación. Afortunadamente nos lleva a una interpretación más profunda: “El espacio así producido sirve tanto de instrumento del pensamiento como de la acción”.
El espacio industrial debería entenderse como espacio para la creación, lo público y lo comunitario, sobre todo en un momento en el que lo razonable pasa por regenerar lo que ya tenemos y no seguir consumiendo sin razón el territorio. Como en tantas otras situaciones, sólo es necesaria una aproximación que no venga de lo preconcebido y lo estereotipado, sino desde la producción, como no podría ser de otra manera.
Olá Ana,
Um viva para Lina Bo, e sua fábrica de cultura no SESC Pompéia.
Bjos, direto do Brasil.
Parabéns pelo artigo Anita! Estou ansiosa aguardando a continuação, pq sei que este é somente uma introdução dos bons pensamentos e análises que virão pela frente! Um beijo carinhoso.
A ver, no entiendo: aunque estoy de acuerdo con que el «patrimonio industrial como un elemento paradigmático de la identidad de la civilización globalizada», me parece raro que critiques que:
1) «…es frecuente encontrar resistencia a aceptar este reconocimiento y existe, más bien, cierto interés por olvidar y ocultar el pasado industrial: el mundo de los consumidores y de los productores se da la espalda.»
Bueno, yo creo que es natural olvidar el mugrero que hacen en las zonas industriales los ingenieros. Para ellos es muy importante poder tirar un muro cuando sea, poner una montaña de arena, permitir que se riegue una sustancia… En fin, que aunque las fábricas y plantas son muchas veces muy limpias y ordenadas, en general son medios peligrosos, en constante cambio, que muchas veces requieren un entrenamiento especial sólo para estar ahí. No entiendo cómo se podrían acercar más al ‘consumidor.’
2) «El espacio industrial debería entenderse como espacio para la creación, lo público y lo comunitario.»
Aquí en primer lugar hay que decir que el espacio industrial sí se entiende como un espacio para la creación, pero no para la creación artística, sino para la creación ingenieril. Luego no entiendo bien de qué manera no es un espacio para lo público y para lo comunitario. (Imagino que serlo no necesariamente implica que la gente pueda llevar a sus niños ahí a pasar el domingo. Para eso hay muchos museos de ciencia y tecnología que proveen un contexto seguro para conocer lo que ocurre en el espacio industrial.) El hecho es que una muy buena parte de la vida económica de la comunidad ocurre en el espacio industrial, y eso para mí implica que sí es un espacio para lo público y lo comunitario.
Ahora, interpreto que la preocupación es más en dirección a la creación artística/arquitectónica, y es que ¿no ocurre normalmente que la creación ocurre donde encuentra un mecenas que la sostenga? ¿Cuál sería la intención de aderezar el espacio industrial con creaciones artísticas frágiles? ¿Cuál la justificación de los fondos? ¿Todo esto vendría del hecho de que el «patrimonio industrial [es] un elemento paradigmático de la identidad de la civilización globalizada»? ¿Esperarías que una comunidad invierta en una identidad globalizada en lugar de en su propia identidad que la individualiza, y que lo haga en un lugar imposible de visitar?
Interesante.
Y por decir algo más: Xavier, puedes visitar el centro logístico de Amazon en San Fernando de Henares.
¿Qué encontraré ahí?
Muito obrigada aos amigos e colegas arquitetos brasileiros e as suas palavras!
Gracias Xavier por interesarte en el artículo, expresar tus dudas y abrir debate.
Antes de responder a tus cuestiones quizá es conveniente aclarar que cuando hablamos de Patrimonio Industrial o de “espacio industrial” dentro de este contexto, estamos refiriéndonos a edificios o entornos de carácter industrial que ya han perdido su función productiva y están listos para cambiar de actividad.
Existen iniciativas por parte de las corporaciones para acercar su trabajo al público mientras están en activo. Lo que comenta Manudo de Amazon es un ejemplo: visitas guiadas para explicar el trabajo que se desempeña, enseñar las instalaciones, etc. Pero un espacio productivo es eso, un lugar que está en uso, tiene su propia lógica que funciona, no necesita de un replanteamiento de su actividad ni tiene por qué tener una dimensión pública. No es el ámbito del que estamos hablando aquí.
También puntualizar que todo lo que se define como Patrimonio Industrial abarca un gran abanico de actividades, muy diferentes entre ellas: la minería, la metalurgia, las instalaciones del transporte, la industria productiva, etc. (en los Planes Nacionales de Patrimonio Cultural/ Plan Nacional de Patrimonio Industrial, pg. 187-188 puedes encontrar una buena clasificación. Es un texto muy interesante y disponible para descarga en la web del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Me parece que para entender los matices de la apropiación de los espacios industriales lo más útil es mostrarte algunos ejemplos, me parece que así será más claro extraer conclusiones como respuesta a algunas de tus preguntas.
El Musée D´Orsay en París. Funcionó como estación de tren hasta que en 1977 se cerró y se planteó su reconversión en museo. A estas alturas nadie cuestionaría el valor artístico y arquitectónico del edificio, pero quizá su conservación se debe en parte a la gran oposición ciudadana que generó pocos años antes la demolición de Les Halles de Baltard, para muchos un conjunto de una calidad comparable a la Gare d´Orsay. A día de hoy custodia obras tan delicadas como las de Van Gogh, Renoir, Millet, Monet… sin que su pasado de suciedad y polución sea un problema. Todo depende de hasta donde llegue la intervención.
El Sesc Pompeia de Lina Bo Bardi, que ilustra este artículo y como dice Guga Pinheiro en su comentario es toda una fábrica de cultura. En origen fue una fábrica de tambores, en la actualidad es un referente para el ocio cultural de São Paulo, que es la mayor metrópoli del continente americano y un lugar con serias carencias de espacio público. Dentro del conjunto puedes encontrar un restaurante, un teatro, una biblioteca, una sala de exposiciones, un centro social, un complejo deportivo, un jardín, talleres y hasta un consultorio médico.
El Edificio Lingotto, fábrica emblema de FIAT en Turín e icono de la arquitectura racionalista. En este caso, la naturaleza industrial del edificio no se confronta con ciertas aspiraciones más propias de la arquitectura. Se quedó obsoleto en la década de los setenta y en el año 89 comenzó su reapertura de la mano de una reforma de Renzo Piano. En este caso hay también espacios expositivos, pero la mayor parte de su explotación viene del ámbito privado: cines, tiendas, un teatro, un albergue juvenil y un hotel de lujo en su interior.
El Matadero de Madrid, que se presenta como Centro de Creación Contemporánea y tiene hasta nueve áreas de trabajo, incluyendo oficinas municipales. Su gestión es una vez más mixta pública-privada y su vocación es promover las artes en su sentido más amplio e integrar al público en estos procesos. Un lugar fantástico para llevar a los niños los domingos, o cualquier otro día de la semana, al fin y al cabo el objetivo es potenciar la cultura en la vida cotidiana.
La cuenca del Ruhr, que ya no es un edificio, si no una región minera dedicada históricamente a la extracción del carbón, con lo que durante décadas fue una de las zonas más contaminadas de Alemania. Hoy es una ruta de 400 Km, enfocada al turismo y al ocio cultural y deportivo, a través de la recuperación y valorización de todo su tejido industrial: altos hornos, gasómetros, industria pesada, castilletes de extracción, etc. Desde el año 2001 está en la Lista del Patrimonio Mundial de UNESCO.
La lista es interminable y cada caso es particular. Los que te he mostrado tienen en común que después de acabar con la actividad para la que fueron concebidos han sido reintegrados con éxito en la vida urbana, siendo productivos después de haber sido reciclados, mostrando una enorme versatilidad para adaptarse a usos de lo más diverso. La sociedad los utiliza para trabajar, estudiar, entretenerse o cultivarse. También para habitar, es igualmente frecuente la reconversión en viviendas en determinados lugares, pero en este caso a mi me interesaba hablar de lo valiosos que pueden llegar a ser estos espacios en la vida pública.
Es difícil responder de manera categórica a preguntas tan amplias, pero tampoco me importa mojarme, claro. ¿Toda la herencia industrial merece ser patrimonializada? No. ¿Parte de nuestro legado como civilización está ligado a la creación y a la devastación industrial? Por supuesto, y es precisamente por el gran impacto destructivo de algunas de estas actividades que nos cuesta acercarnos a ellas sin prejuicios.
En este sentido, me gustaría poner un último ejemplo. La industria minera es una de las más salvajes en términos de contaminación y transformación del territorio. Es igualmente dura con los mineros, determina enormemente su salud, su ritmo vital y el de sus familias, de manera que fácilmente toda la colectividad se ve envuelta y condicionada por la mina. Así que la identidad de esta gente va muy ligada a su cultura del trabajo. Hay pocas actividades que tengan un impacto local tan fuerte y una expansión global de tal calibre, así que sí, respondiendo a tu última pregunta, sí entendería que una comunidad quisiera poner en valor esta situación. Y sospecho que no sería imposible de visitar.
Qué maravillosa respuesta, me alegro mucho de haber preguntado. Ahora entiendo tus puntos mucho mejor y tengo que decir que estoy totalmente de acuerdo, muy interesado, y te agradeceré mucho que me dirijas a otras pubque traten el tema, tuyas o de otras personas. Realmente te lo agradezco, ha sido un placer leer tu respuesta.
Gracias de nuevo Xavier, aquí lo interesante es divulgar, así que encantada de darte algunas referencias más.
Te remito a un artículo del blog que habla sobre el acercamiento al patrimonio. Como verás cita al DOCOMOMO Ibérico y a ICOMOS, yo añadiría también al TICCIH. Son todas organizaciones dedicadas a crear conciencia en torno a la Arquitectura y el Patrimonio. Los manuales de la UNESCO también son imprescindibles.
https://blogfundacion.arquia.es/2015/04/valoramos-adecuadamente-nuestro-patrimonio-arquitectonico-moderno/
También puede resultarte interesante echarle un ojo al catálogo del pabellón de España en la presente Bienal de Venecia. El tema no es el Patrimonio, sino el abordaje de las “nuevas ruinas” desde la arquitectura y la confianza en que el porvenir también puede pasar por reinventar lo que tenemos. El espíritu es exactamente el que me habría gustado trasmitir en el artículo. Lo bueno es ir a verlo a Venecia, claro está, pero si no te va bien puedes descargarlo aquí: http://fundacion.arquia.es/es/ediciones/publicaciones/Colecciones/DetallePublicacion/123?coleccion=4
También en esta línea, entre la ironía y la denuncia, es interesante ver el trabajo de los chicos de Nación Rotonda, un compendio de los desmanes urbanísticos de los últimos años. Deben tener un apartado especial para Murcia, como dice Juan R.T. Es una tierra en la que está todo por (des)hacer.
Buen Artículo.
A ver si leen el artículo más murcianos y empezamos a reintegrar.
Por ejemplo, tenemos una cárcel vieja en el centro de Murcia con mucho potencial.
Hola, gracias por el artículo tan interesante. Yo lo que tengo de preocupación sobre esto de la adaptación de los espacios industriales como obras de arte es que siempre parece que se pone mucho énfasis en integrar a la comunidad, en hacerlo amigable para el público en general, y la parte artística como que se pierde. Parece como si siempre hubiera una estructura burocrática enorme aprobando los proyectos, de manera que los proyectos aprobados siempre son «lo mismo» y uno se acaba sintiendo en un sitio que es demasiado deliberadamente motivante, feliz, interesante, etc. En fin, un suspiro al aire y mucha buena vibra para todos.
suspiro recibido