Marina Abramovich observa la maqueta de estudio del Marina Abramovic Institute. Imagen cortesía de OMA
El siguiente, es el primero de la serie de cuatro textos en los que exploraremos el micromecenazgo como alternativa de financiación en el contexto arquitectónico.
El crowdfunding, también conocido como micromecenazgo, no para de crecer y convertirse en una alternativa de financiación real, especialmente para proyectos creativos. ¿Pero, es el micromecenazgo una alternativa viable para la arquitectura?
Como recordarás el crowdfunding, es un sistema de financiación en el que con aportaciones (normalmente accesibles) de mucha gente, se logra reunir el dinero para una finalidad específica. Generalmente ofreciendo recompensas por las aportaciones obtenidas que van en relación con la cuantía de las mismas. De tal manera que no se trata solamente de aportaciones a fondo perdido, si no en muchos casos es casi una “compra” de los denominados perks o recompensas. Los proyectos suelen ser de muy diversa naturaleza pero destacan los de innovación y creatividad, así como los de nichos en los que de otra forma sería complicado llegar a canales de financiación habituales.
Popularizado por Kickstarter, una de las primeras y principales plataformas de crowdfunding, fundada en 2009. A la fecha lleva recaudados casi 2 mil millones de dólares en 92,000 proyectos. Kickstarter no es la única, Indiegogo, gofundme son sus competidores más directos y existen plataformas españolas como verkami o goteo que ofrecen los mismos servicios, todas mediante el pago de una comisión por la gestión e intermediación.
Hasta ahora, discos de grupos noveles, gadgets tecnológicos o ediciones especiales de libros, han acaparado esta fórmula. Una fórmula hasta cierto punto natural, ya que la recompensa de apoyar dichos proyectos es el poder obtener uno de los productos que producen. Sin embargo la arquitectura al tratarse de un solo y costoso objeto, cómo puede beneficiarse de este formato? Es el más adecuado?
Y en todo caso cual debe ser la labor del arquitecto? gestor? animador? Qué parte se financia? Cuales son las retribuciones que podemos ofrecer a los participantes en el caso de un edificio?
Uno de los ejemplos más ilustrativos de campañas de kickstarter con fines arquitectónicos, puede ser el de el Marina Abramovic Institute, que logró reunir los 600,000 dólares que necesitaban para financiar la fase de “schematic design” (proyecto básico) que desarrolla Rem Koolhaas/OMA para su nueva sede.
A base de ofrecer desde por un abrazo de Marina por 1 dolar, pasando por 20 dólares por asistir virtualmente a una conferencia acerca del edificio de Marina y Shohei Shigematsu (el socio de OMA a cargo del proyecto). Escalando por una serie de videos, cursos, presentaciones y webcasts, hasta las 6 personas que pagaron 10,000 para una cena privada con la artista.
Sin embargo, no todo el mundo es una celebridad como Abramovic, y tendremos que añadir además en caso de usar el micromecenazgo un amplio abanico de labores además de las que ya realizamos como arquitectos.
Quizá haya que repensar desde el origen el uso y objetivo de la propia obra construida para que la arquitectura, un objeto estático pesado voluminoso y costoso, pueda usar este sistema colaborativo, hasta ahora usado en objetos de consumo personal y portátil.
Está claro que para beneficiarse de esta modalidad de financiación tiene que existir un sentimiento de pertenencia a la obra en cuestión, una vinculación que de alguna forma nos permita involucrar a un grupo de gente en participar de manera activa en forma de mecenas para una obra que no puede tener un fin egoísta y/o mezquino como la mayoría hasta ahora.
Los arquitectos tenemos la llave a esta interesante oportunidad, pero hay que currárselo, no existe una fórmula definida aún, pero eso es un aliciente más para explorar en supuestos desconocidos y en la innovación, recursos que poco a poco ha ido saliendo de nuestra paleta de habilidades profesionales y es hora de reclamarla de nuevo.