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El urbanismo empieza ahora

Plano piloto de Brasilia.

La historia del urbanismo está llena de propuestas utópicas que muestran la pretensión de quienes, desde la soledad de su mesa y el papel en blanco, pretendieron definir el escenario para alojar el futuro. De quienes con falta de perspectiva para la humildad o sueños visionarios, se impusieron el reto de preconcebir las urbes de las siguientes generaciones, simplificando hasta el absurdo la ciudad, el sistema artificial más complejo generado por la humanidad desde la inconsciencia del día a día de cada habitante y los puntuales actos de planificación.

El intento, tan pretencioso como inocente, de proponer desde la limitada visión de algunos pocos hombres, generó geometrías y alineaciones, utopías, ciudades erradas, intervenciones deshumanizadas y otras caricaturas urbanas. En el mejor de los casos, interesantes líneas de pensamiento sobre las que avanzar en el plano teórico, pero paupérrimas e insustanciales en su aplicación real.

Hoy, siguen existiendo quienes creen que pueden hacer las ciudades del futuro desde su firma individual, cuyos ensimismados e infantiles resultados aparecen en vídeos promocionales. Se presentan como creadores de la arquitectura del futuro, mientras intentan construir formalismos que mal imitan las visiones de escenografías de décadas atrás. Formas que intentan sorprender, eslóganes a la moda. Propuestas de escala edificatoria a las que se ha aplicado un factor de escala para pretender vender urbanismo (1). Preocupación por el continente, sin preocupación por el contenido. Una vez más, espectáculo que no debería salir de las pantallas.

Rendering of the future Masdar City from the air. Norman Foster

La escala urbana sobrepasa la capacidad individual por definición. Condicionantes, necesidades y respuestas no son simplificables, sencillas ni inmediatas. Cada habitante, cada tiempo, son elementos singulares y cambiantes. No pueden abordarse desde un pensamiento propositivo lineal e irremediablemente simplista por individual.

Sin embargo, hoy existen nuevas herramientas que permiten ver, analizar y proponer de manera más real y diversa. Se puede afrontar la complejidad de la preexistencia –tan evitada antes- desde la transversalidad y trabajo en red.

Las redes y las comunicaciones han reducido la escala de las ciudades y la han parametrizado para favorecer un acercamiento intelectual de crítica e intervención. Se pueden ver las interacciones y las problemáticas a solucionar a diferentes escalas con un simple zoom, se leen y gestionan capas, se conocen los datos sobre consumos, flujos y movimientos, se listan necesidades, desde la conversación con los usuarios, a los flujos de personas y energía, desde la detección de un alcorque vacío a los tránsitos aéreos a nivel planetario.

Las herramientas actuales son comparables en complejidad y alcance a los sistemas urbanos y territoriales, además existen perfiles profesionales más especializados convencidos del trabajo interdisciplinar, acostumbrados a la transversalidad; y una ciudadanía más empoderada y sensible.

El Derecho a la Ciudad es realidad y es posible plantear Ciudad Escuela. Tenemos las herramientas, la perspectiva y la actitud, y más que nunca la necesidad apremia.

En urbanismo, está todo por hacer. Vamos a ello.

Calatrava: Sharq Crossing – (Formerly known as Doha Bay Crossing) – Final Design

Por Verónica Sánchez Carrera y Alejandro del Castillo.

Por:
Arquitecta desde 2004, ha desarrollado su trabajo como profesional independiente en urbanismo y arquitectura. En 2007 centró su actividad en Ayuda Humanitaria, donde ha trabajado con diferentes organizaciones tanto en desarrollo como en emergencia. Es máster en Proyecto Avanzado de Arquitectura y Ciudad, y se ha especializado en Agua, Saneamiento e Higiene en Cooperación Internacional y Emergencias y en Desarrollo de Asentamientos humanos en el Tercer Mundo. Durante estos años ha compaginado su actividad profesional con la docencia y la investigación. Actualmente imparte clases en máster y cursos de posgrado en diferentes universidades. Ha llevado a cabo diferentes investigaciones sobre asentamientos humanos y campos de refugiados, y escribe su tesis sobre Diseño y Construción de Centros de Ébola. Desde 2004 dirige el Taller CuatroESCALONES junto a Óscar Valero, especializado en el proceso de proyecto. En 2011 funda n´UNDO, junto a Alejandro del Castillo, lo que supone un posicionamiento en la manera de hacer arquitectura.
  • Manuel Saga - 9 noviembre, 2015, 23:08

    En mi opinión, la historia nos enseña que las fundaciones utópicas, esos sueños geometrizados que tan de moda se pusieron en el Renacimiento, no sólo no responden a las lógicas locales, es que sencillamente no necesitan responder a ellas. Los mitos de las fundaciones de Roma, Medina, Baghdad o Santo Domingo no responden a las necesidades de sus vecinos sino a las aspiraciones de naciones completas, al espíritu de un pueblo que construye su alianza a través de tejidos urbanos idealizados.

    No en vano la isla de Utopía de Tomás Moro no es tan excelente por su forma sino por la sociedad a la que da cabida. La idea imperante es que la «buena forma» trae consigo a la «buena sociedad», algo que podía tener mucho sentido en el siglo XVI pero que hoy en día se cae por su propio peso.

    Desde mi punto de vista este es el gran problema de los planteamientos utópicos contemporáneos. La ciudad es un dispositivo infinitamente más complejo hoy que hace 500 años. No es ético ni responsable realizar un «statement» ideológico o político a través de la fundación de una ciudad, ya que si bien antes bastaba con que tuviera 100 vecinos, hoy sería un gesto irrelevante si bajamos de los 3 millones que proponía Le Corbusier. Esto nos lleva a un escenario de despilfarro y proyectos fracasados… porque la ciudad ya no puede ser el soporte para este tipo de operaciones. Demasiadas variables que no es posible ni aconsejable simplificar.

    Ahora, ¿que ocurre en el cine? ¿En la literatura? ¿En los videojuegos? Estos son fenómenos que no existían en el tiempo de las utopías clásicas. Finalmente «esto mató a aquello», y tenemos una idea más clara de la estructura social y los ideales que representa Minas Tirith que los que pudo significar Notre Dame en su momento. Quizás el lugar para las utopías ya no está en la ciudad, sino en las letras. En las ciudades letradas, como diría Ángel Rama.

    • Verónica - 10 noviembre, 2015, 13:58

      Gracias por tu comentatio. Completamente de acuerdo.

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