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Enrique Parra identificaba algunas situaciones similares en su post “Vivimos dominados por el software”

¿Programas o capacidades? La enseñanza del software en arquitectura y los profesionales que queremos

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¿Qué software enseñar si es cuestión de tiempo que el software más puntero de hoy se vea tan obsoleto como sketchpad, el primer programa de CAD? Mi respuesta, a continuación.

Casi cada final de curso se repite la misma historia: uno o dos alumnos de Herramientas Digitales me comentan, algo decepcionados, que les hubiese gustado que enseñase a usar el programa X “porque es el que piden los despachos de arquitectura”. Aunque suelen ser minoría, no esconderé que es una afirmación que me preocupa y hace que hace que me plantee si no les estoy haciendo un flaco favor al darle a la asignatura un enfoque tan poco utilitarista. Algo similar ocurre cuando escucho a colegas decir frases como “Tal programa está muerto, ahora hay que enseñar a usar este otro, que es lo que se lleva” o cuando veo programas formativos universitarios en los que se destaca por encima de lo demás el software que van a enseñar. Todas estas afirmaciones y sus variantes1 comparten una visión muy mercantilista del software y las herramientas informáticas. Es decir: supeditan la formación (insisto: universitaria en este caso) a las demandas del mercado, algo que no comparto en absoluto.
Puede que suene raro lo que digo e incluso hay quien pensará que con ello le estoy dando la espalda al mercado laboral. Tirando aún más de este razonamiento, habrá quien incluso dirá que es un grave error, pues la finalidad última de las universidades es formar buenos profesionales que sean capaces de encontrar trabajo al día siguiente de su formación.
Aparquemos momentáneamente esta última afirmación y parémonos a reflexionar al respecto: ¿Qué opinaríamos si en la asignatura de construcción se enseñasen detalles constructivos de la marca Tecnnhar en lugar de muros cortina? ¿O si en instalaciones se enseñase los intríngulis de las máquinas de Sitsubishy en lugar de cómo funcionan los distintos sistemas de climatización? ¿Y si las universidades se quisieran distinguir por el sistema de paneles sándwich que se explica en sus asignaturas de construcciones prefabricadas? Seguramente muchos de nosotros nos exclamaríamos al considerar que, de ser así, en su afán por estar al servicio del mercado, la universidad se habría convertido en una mera prescriptora de productos comerciales de empresas que nunca se han preocupado por la calidad de la formación de los futuros arquitectos, porque su objetivo es otro muy distinto: vender.
Sin embargo, este hecho se acepta como normal respecto al software, lo cual supone un flaco favor a nuestros alumnos y futuros profesionales, pues solo consigue crear facciones. Facciones que, como si de un concurso se tratase, están radicalmente a favor o en contra de un software en concreto del que son totalmente dependientes, ya que sin él serían incapaces de desenvolverse profesionalmente.
Y, ahora sí, volvamos de nuevo a la cuestión, nada trivial, que habíamos pospuesto acerca de cuál debería ser la finalidad de la enseñanza universitaria. Quizá la clave esté en pensar en el significado de “buenos”. Bajo mi punto de vista, la bondad no viene derivada de ser capaces de usar una herramienta en concreto, sino que tiene que ver con la capacidad de adaptación y de tomar decisiones acertadas dentro del contexto profesional. Y para ello lo más importante no es saber usar X herramienta o aplicar un procedimiento, sino tener los conocimientos y los criterios para aplicarlos adecuadamente para solucionar (casi) cualquier situación.
Por todo ello, después de reflexionar sobre las quejas de mis alumnos, llego a la conclusión de que la empleabilidad es algo que hay que tener en cuenta, pero sin que llegue a cegarnos. Y dejarla en un plano secundario puede ser clave: ya que sin negar totalmente la realidad laboral que les espera en el futuro, permite enseñar habilidades tan necesarias para ser buenos profesionales, incluso si el mercado laboral -recordemos, cambiante e impredecible- tiene unas condiciones distintas a las del momento en el que estudiaron. Esa, creo, es una de las mejores enseñanzas con la que pueden salir de la universidad. Y esa es, sin duda, mi respuesta a la pregunta del tipo de arquitectos que quiero contribuir a formar.

Notas de página
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Enrique Parra identificaba algunas situaciones similares en su post “Vivimos dominados por el software”

Por:
Arquitecto. Investigador. Profesor. Estudiante. Interesado por todo lo relacionado con la cultura libre y por las comodificaciones entre ciudad, tecnología y sociedad. PDI en la Escuela de Arquitectura y Tecnología de la Universidad San Jorge. Doctor en Sociedad de la Información y el Conocimiento por la Universitat Oberta de Catalunya.
  • Enrique Parra - 14 agosto, 2015, 13:45

    Dius! Esto de que me pongas en las anotaciones me parece inquietante Carlos Cámara jajaja

    Bromas aparte… estoy muy de acuerdo contigo en este tema. Muchas veces cuando hablamos el team Pedacicos ( Antonio Navarro, Juan Fran Martínez y yo) nos quedamos pensando en la cantidad de programas diferentes que hemos aprendido en los últimos años… ¿Tiene sentido esto? Porque incluso si estás dispuesto a dar el salto entre el CAD y el BIM, tendrás que decidir a qué programa irás; o si te decides por el software libre tendrás que acabar decantándote por uno u otro.
    Creo que al final nosotros llegamos a la conclusión de que es mucho más importante saber qué quieres hacer y a dónde quieres llegar, que el programa que utilices; más que nada porque si sabes el destino seguramente encuentres el modo de llegar, pero si solo sabes el modo, estarás limitado por tu dominio del programa…
    En cuanto al mercado laboral… bueno, es algo tan sumamente cambiante, que no se hasta que punto hay que hacerle demasiado caso.

    • Carlos Cámara - 14 agosto, 2015, 14:13

      ¡Exacto, Enrique! Puede que haya gente que se pregunte si tiene sentido tener que aprender tanto programa y si no sería más eficiente aprender «el mejor» (todo un tema definir qué significa ser «el mejor» -lo dejo para otro momento). Pero efectivamente, al final se trata de elecciones y para hacer una buena elección hay que conocer (a fondo) las distintas opciones. Cuantas más, mejor. Si no, la elección será siempre mala, porque en realidad no se habrá producido (la habrá hecho alguien por ti).
      Por eso mismo creo que la conclusión a la que llegáis es acertada.

  • Miguel - 14 agosto, 2015, 19:33

    Muy, muy de acuerdo, Carlos, aunque mi justificación (y sabes que soy muy fan de ciertos programas no va por la empleabilidad.
    Este curso en especial, también he sufrido el reproche de algún alumno por dudar de la aplicabilidad de ciertos conceptos. Me hizo pensar y llegar al siguiente razonamiento:

    Universidad viene de universal

    y este es el modo de pensamiento que aspiro a inculcar. Los programas caducan, desaparecen, evolucionan… si no tenemos una estructura de pensamiento que nos permita adaptarnos a ello, estaremos condenados a ir siempre sin aliento tratando de adaptarnos a las novedades.

    En el estudio estamos implementando un nuevo software, un plug-in BIM para potenciar un programa de CAD y su propio plugin de diseño paramétric, que ya tenemos integrado en nuestro fluijo de trabajo. ¿Mi tarea? Guiar a una compañera recién titulada en ese proceso de implementación. No se como funciona el programa, pero SI se qué es lo que el programa debe hacer para que nos sea útil a la hora de pensar y producir arquitectura de una forma más eficiente, y esa capacidad de búsqueda y demanda me la ha dado la –más o menos limitada– capacidad de pensamiento abstracto y universal que me dio la ETSAS en nuestros planes de estudio antiguos…

    Por cierto, si discrepo radicalmente en lo de que Sketchpad esté obsoleto. ¿Has/habéis leído la tesis de Ian Sutherland en la que explica, no solo su desarrollo si no todo lo que buscaba y por qué? Es tremendo que en 1963 el objetivo de este ingeniero desarrollador de software buscara métodos mucho más usables de dibujo que los que usan programas de CAD más modernos.

    • Carlos Cámara - 15 agosto, 2015, 12:31

      Celebro que compartamos puntos de vista, Miguel. También comparto tu justificación, pero debido a las limitaciones de extensión del artículo, y para tener una única idea de fondo, no lo he elaborado más allá de lo que se intuye en el sucinto pie de imagen, con el que, curiosamente, discrepas :P

      Cuando digo que sketchpad está obsoleto me refiero a que no está disponible, no se utiliza… ahora bien, eso no significa que le quite méritos o que todo lo que allí se ponía en práctica por primera vez esté superado. Es más, el CAD (y más tarde otros programas) de hoy en día le debe mucho a ese primer antecesor.

  • Ángel Linares - 15 agosto, 2015, 12:41

    «Universitas» no viene de universal, era un término para designar a cualquier organización o agrupación reunida con cualquier fin concreto (concreto VS universal). Con el tiempo las asociaciones de profesores y alumnos confluyeron en lo que hoy son las universidades.

    Si seguimos dependiendo del argumento (falso y poco preciso) de Miguel para defender que la generalidad en la formación universitaria es lo adecuado y deseable, entonces las especializaciones y los especialistas (aquellas personas dedicadas en cuerpo y alma a un único aspecto, instrumental o de carácter constituyente en cualquier materia o rama del conocimiento) no tendrían cabida en ella.

    Siento ver muchas medias tintas en este artículo y muchos anhelos, más que puntos claves o hechos. No hagamos pagar a los chavales, las imprudencias de los profesionales.

    Invito a los presentes a que ellos mismos (o invitando a amigos) coloquen la próxima oferta de empleo en la bolsa de trabajo que toque buscando candidatos (espero que con sueldo) sin conocimientos en ninguna herramienta concreta, con muchas ganas de aprender y buen conocimiento de los fundamentos detrás de esas herramientas que no saben manejar. Algo así como alguien que se hubiese leído el relato de Cortázar sobre «cómo dibujar una planta en CAD» sin haberla dibujado nunca.

    ¿Por qué no se pide desde el artículo un cambio en la forma de contratar a recién titulados? ¿Por qué no se exige que las empresas/estudios, igual que en otros países y gremios, formen a sus empleados en las herramientas que utilizan y destinen dinero a eso?…ese discurso, aunque no lo comparto del todo sí que lo vería locuaz y consecuente. Ahora, decir que la misión del profesor universitario no es formar en las herramientas que son hoy día un estándar en la profesión…psss….y más cuando hablamos de una asignatura que va sobre eso, herramientas.

    Y aquí viene ese conocido problema, la lacra que ha azotado a la profesión durante años. Ese arquitecto que no sabe como funciona Autocad (o X programa) pero se te pone, respirando en el cogote, diciéndote lo que el programa debe o no debe hacer…mientras tu intentas hacer tu trabajo, que es diseñar y dibujar arquitectura, y del cual eres capaz porque la herramienta para ti no es un impedimento o una muralla insalvable, sino una ayuda.

    No, para poder gestionar un flujo arquitectónico eficiente no basta son intuir donde se quiere llegar, hay que conocer el proceso a fondo para ser capaz de optimizarlo e integrarlo, para obtener de él lo mejor en el menor tiempo posible; porque recordemos, la herramienta es una herramienta y no debemos perder tiempo en ella, sino en el objeto de nuestra profesión. El maestro carpintero es maestro cuando se le olvida que tiene una gubia en la mano (hoy día hablamos de máquina CNC e instrucciones de corte) y da forma a la madera sin pensar en el proceso, cuando los golpes de cincel se vuelven automáticos en el escultor, o cuando para montar un código que te genera una fachada o lo que sea en Grasshopper , después, para extraer sus datos no hay que pasar una noche copiándolos a mano a Excel. Es como cuando nos decían que descomponer objetos en sus formas simples debía ser un análisis automático que nos llevara a comprenderlas mejor y ser capaces de estudiarlas y representarlas; había un momento en el que ya no te hacían falta las líneas de referencia y eras capaz de trazar e imaginar sin ellas. Y eso, se enseña/ba en las escuelas, y era uno de los pilares de la formación arquitectónica.

    Y fijaos por donde, el ejemplo de nuevos titulados con conocimientos en las herramientas pertinentes que sepan desenvolverse como arquitectos y buenos profesionales lo conozco…el contrario no. o.O

    En fin, que no creo que el artículo sea desacertado en temática o momento, sino más bien algo desviado en el tiro.

  • Ángel Linares - 15 agosto, 2015, 12:49

    Ah!, y perdón que se me pasó comentar, hablamos de «Escuelas» no de universidad. Me refiero a que pese a que se defienda la universalidad del conocimiento «universitario», ese conocimiento se imparte en escuelas y facultades en las que se pasa de lo universal a lo específico de las materias a tratar. En la universidad de Sevilla se imparte conocimiento «universal», sí en su conjunto, pero bastante concreto y acotado en cada escuela y facultad.

    El otro planteamiento sería hacer como los «guiris» y hacer planes de estudios completamente abiertos en los que el estudiante busca sus intereses y configura su titulación a su antojo dentro de un marco preestablecido. Algo así como las optativas que antes existían pero a lo bestia y de forma general.

    Sorry por las parrafadas.

  • Miguel - 17 agosto, 2015, 12:49

    Tenía escrita una contestación completa y el captcha me ha hecho perderla, así que en esta seré más breve. Por orden:

    Me refería a la raíz etimológica. Universitas, de comunidad, de pluralidad, de conjunto de especialitas diversos, no de muchos especialistas en lo mismo. Se diferenciaban claramente de los gremios profesionales que gestionaban la enseñanza y aprendizaje de lo instrumental de una forma claramente distinta.

    ¿Por qué mi argumento es falso y poco preciso?¿Quién te da a ti el argumento de autoridad? Como decía antes, la universidad da cabida a la diversidad de especialistas ¿o acaso todos los máster producen los mismos TFM?¿No hay departamentos?¿No hay líneas de investigación? Siguiendo vuestra lógica, todos deberíamos trabajar en la línea que marca el mercado laboral.

    ¿Por qué asumes, erróneamente, que no hay hechos? Cárlos trabaja cada día poniendo en práctica sus ideas. ¿»Los chavales»?…

    Volvemos al tema de la empleabilidad. En los estatutos de la US, por ejemplo, se menciona como objetivo la inserción laboral pero también se menciona la investigación, el conocimiento y la transferencia a la sociedad. Si sólo formamos en lo que se lleva ¿para qué la universidad?

    Cuando te metes en el tema de las formas de contratación, tema tremendamente relevante y que urge arreglar, mezclas churras con merinas. El artículo no trata de eso. Llevarte allí la discusión está fuera de lugar.

    Por supuesto que no es esa la misión ¿desde cuándo es la misión del profesor satisfacer las apetencias y criterios del alumnado?¿y la libertad de cátedra?¿Son los alumnos los clientes del profesor?¿nos vamos a aquella estupidez de que el cliente siempre tiene la razón?

    La lacra como tú la llamas, se merece todo el respeto del mundo. Llevan años intentando hacerlo lo mejor que saben, que es mucho, y han sufrido cambios normativos y tecnológicos en su vida profesional como posiblemente no volvamos a ver. Se merecen, por lo menos, un respeto.

    Y lo de que el respeto se gana o lo de que tiene ser recíproco es otra simpleza.

    Por cierto, me parece mucho más sangrante y tóxica, por las implicaciones de futuro y de negrura que tiene, esa generación de estudiantes y recién titulados que, cargados de amargura y frustración por una situación profesional que no ha sido culpa suya y se van a tragar, despotrican contra sus escuelas, contra sus compañeros, contra el pasado y el sistema, cargados de una simpleza de conceptos que se basan en la total destrucción de lo establecido sin norte ni criterio.

    Esa me resulta mucho más destructiva, porque la brillantez y energía que esos compañeros gastan en destrozar, si fuera empleada en cambiar ese sistema que nos atenaza, nos llevaría, a todos, mucho más lejos.

    A esos compañeros que a otros nos tachan de conformistas todavía no los he visto cambiar nada. Eso si, lamentarse y despreciar, tela…

    Vuelves a darme razones con tu lógica equivocada. El carpintero es un artesano trabaja por repetición, por aprendizaje de las herramientas. Por eso se enseña en las escuelas de formación profesional y no en la universidad.

    Y sobre los escultores que estarían más allá por la implicación de creación y pensamiento de su actividad. ¿Acaso crees que Chillida o Serra sueldan sus esculturas? Pues es lo mismo. Hacen falta oficios

    Y eso me lleva a la raíz del problema que estamos tratando. En los modelos antiguos, existía la figura del delineante, un profesional que no tenía que diseñar y que ejecutaba planos, maquetas y dibujos mucho mejor –al menos más eficientemente– que los arquitectos para los que trabajaba.

    El hecho de que esa figura haya sido sustituida, perversamente, por estudiantes y arquitectos recién titulados es lo que hace que estéis pidiendo formación profesional cuando lo que tendríais que pedir es trabajo de arquitecto.

    ¿No conoces buenos arquitectos que no tengan competencias digitales? Yo si. Y muchos, muchos, muchos…

    Vuelvo al comienzo. Que no sea lo que tú esperas no quiere decir que esté equivocado. En absoluto.

    Y para cerrar, comparto plenamente la idea de una carrera a la carta, pero te falta el componente de la responsabilidad civil que establece la LOE y que nos amarra a todos los que salimos de las escuelas en cuanto firmamos algo. Si consiguiéramos sacar la habilitación de las ETSAs, podríamos eliminar esa falacia que es el PFC-proyecto de ejecución, y con un examen externo para el que quisiera edificar, la diversidad de arquitectos que saldría de las escuelas sería, seguro, seguro, mucho más rica y capaz. En eso estamos de acuerdo.

    PS. Discutir en este tono, mola más.

  • Carlos Cámara - 17 agosto, 2015, 23:30

    Ángel,

    A pesar de que según tu opinión no hablo de hechos, si lees bien el artículo verás que no estoy negando la realidad que describes acerca de los contratos, más bien al contrario: soy muy consciente de ello y en realidad ese es el detonante del mismo, que podría resumirse en: «¿Cómo debe ser el conocimiento que se imparta en las universidades?» o «¿Cómo queremos que sean los profesionales que salgan de la universidad?» Mi respuesta (y la de muchos otros que saben más que yo) es que hay muchos tipos de saberes y eso no significa que uno sea mejor que otro, aunque cada uno tenga su lugar. De ahí que defienda que la formación universitaria se debe distinguir de otras (como la Formación Profesional a la que alude muy acertadamente Miguel) por no estar orientada a aprender recetas o procedimientos concretos a repetir sino a adquirir los conocimientos que permitan resolver el máximo de situaciones variadas. Hacer lo contrario para mi es perder la esencia de lo que debería ser la enseñanza universitaria porque, en el mejor de los casos (y volviendo al caso concreto de la arquitectura) solo daría como resultado a delineantes de lujo, y en el peor de ellos, comerciales de marcas o clientes dependientes de sus productos.

    Ciertamente, si hay algún anhelo en el artículo es el de querer evitar este hecho. Y en eso trabajo y me esfuerzo a diario. Seguramente pueda hacerse mejor. Quizá peque de idealista, soñador o inconformista el querer contribuir a mejorar los hechos que veo y no me gustan desde aquellos ámbitos en los que puedo influir. Y como docente, ese terreno es precisamente el de mi clase en mayor medida, mi escuela, etc. Está claro que podría haber escrito sobre cómo puede cambiarse esta situación desde la forma de contratación o de si podría solucionarse fácilmente con un decreto ley que obligase a que cada persona tuviese un arquitecto de cabecera, pero ni era el objeto del artículo, ni quería añadir más ideas (imagina qué podría pasar si con solo dos no siempre se entiende), ni podía extenderme más por exigencias de la Fundación. Por no hablar de que, dada mi situación, hablar de cosas a las que no puedo siquiera influir sería -entonces sí- hablar de anhelos y frustraciones.

    Me sorprende todavía más cuando hablas de una lacra de arquitectos que no saben usar Autocad, ya que por un lado eso implica que lo que más se debe valorar de un arquitecto es su habilidad con un programa concreto (lo cual, imagino significa no tener en buena estima a todos los arquitectos nacidos antes de finales del siglo XX) y, muy especialmente, porque en ningún momento he defendido esa postura ni mucho menos contribuyo con mi trabajo a perpetuarla. Precisamente, y aquí coincido contigo, es vital la importancia de dominar un flujo arquitectónico adecuado a la realidad de cada uno (que necesariamente será distinta), y para llegar a ello hay que conocer primeramente, cómo funciona la profesión, qué tipo de problemas tenemos y cómo podemos hacerles frente de manera más eficiente. Precisamente eso, y no otra cosa, es lo que estoy defendiendo en mi texto: para poder dar respuestas óptimas es necesario conocer y dominar el máximo de opciones, entender cómo funcionan, y eso es lo contrario a aprender a usar una única herramienta a la perfección que trataremos de usar para todo, tal y como quien -por desconocimiento de alternativas- usa excel para dibujar, o quien usa Photoshop para planos de líneas de tamaño A1.

    Dicho esto, si sigues pensando que me equivoco de planteamiento te animo a que compartas tu propuesta de cómo deben de enseñarse, en el grado de arquitectura, las herramientas digitales. Y si es en primero, mejor. Estaré encantado de compartir otros puntos de vista que sirvan para que mi trabajo sea mejor.

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